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- Ah, Brooke - gemía mi novio bajo de mi, sentí como sus músculos se tensaron desde los brazos hasta el cuello.
- Deja de moverte, Matt. No puedo hacer el masaje si te estas quejando, se supone que es para relajar - hablé con cansancio. Mi novio Matthew estaba estresado últimamente por el hecho de que volvía a mi lugar de nacimiento por una temporada, así que quería despedirlo con un masaje de esos que solo yo se hacer.
Pero el problema aquí es que no estaba del todo relajado como era de esperarse, tenía bastante más estrés del que creí.
- Brooke, te voy a extrañar - murmuró en cuanto baje de su espalda y me senté a su lado.
Tenía la barbilla pegada en las manos. Mirándome. Sus ojos castaños eran lindos, bastante. Sonreí y le di un revoltón de cabello.
- Yo a ti - me agache para depositar un beso en sus labios, cuando hice ademán de levantarme me abrazo con el y no me dejó pararme. Reí entre sus brazos, me sentía cómoda... No tenía que salir de mi zona con él.
Ambos nos quedamos un buen rato recostados, quería poder irme sin ningún problema de ahí. El taxi pasaría por mi en unas dos horas y ya tenía todo empacado.
Quería regresar a Beacon Hills, extrañaba a única mi familia. A mi primo y aunque no quisiera admitirlo, al pueblo. Ahí estaba la mitad de mi vida.
Extrañaba a mis amigos ahí y aunque si, hablábamos cada que podíamos no es lo mismo tocarlos y abrazarlos a solo tocar un teclado y comunicarse por ahí.
Hace más de 2 años, comenzando la secundaria mi primo había decidido que me mantuviera lejos del faro de lo sobrenatural. Así que decidió mandarme a Yorkshire a vivir y a buena época, quería protegerme y lo entendía. Pero no debía mandarme tan lejos.
Los minutos y segundos pasaron hasta que esas dos horas se fueron rápido. El taxi pitó fuera del edificio de la escuela y me levante de la cama.
Tome mis maletas y mi novio tomó otras dos detrás mío, ambos salimos de la habitación sin mucho que decir la verdad y subimos las maletas al maletero.
- Es hora - suspiré notablemente afectada por las despedidas.
Las odiaba.
- No se te ocurra no regresar - amenazó con una sonrisa en cuanto vio mi cara, había empezado a sentir lágrimas que escurrían de mis mejillas. Solté una risita.
- Voy a volver. Lo prometo... Aunque, la propuesta sigue en pie, solo debes decirme que si - hablé con esperanza.
Semanas antes cuando le conté mis planes le había propuesto irse conmigo esa temporada, estudiar allá como un tipo "intercambio" pero el había declinado eso.
