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No supe cuánto tiempo me quedé sonriendo, supuse que mucho porque me comenzaron a doler las mejillas y la mandíbula, esa sonrisa no me la podía quitar nadie, justo ahora no.
Lo único que podía penar era en Isaac y en la cita.
¿Nos quedaríamos a dormir ahí? ¿Nadaríamos ahí? Esperaba que sí, aunque no llevaba bañador ni una ropa extra... igual y podía hacer algo con lo que traía. Adoraba nadar.
- ¿Vamos? - pregunto Isaac extendiéndome la mano
Mi mano envolvió la suya y juntos caminamos a la cabaña pequeña. Yo sabia que esa cabaña se rentaba o se prestaba, hacia años que estaba ahi.
Cuando entramos en la cabaña no era nada fuera de lo normal, había una cama, un sillón largo, una pequeña cocina y un pequeño comedor, el baño era una puerta de unos 3 metros por 3 metros. Isaac dejo la mochila en el sillón y me sonrio.
- Sabía que te gustaría nadar aquí, asi que aquí tienes - murmuro extendiéndome un traje de baño negro. Era un bikini, era el mío.
- ¿Revistaste mis cajones? - espete exaltada.
- No, se respetar tu privacidad - me dijo rodando los ojos con una sonrisa - Se lo pedí a Erica, había planeado esto de hace tiempo asi que ella lo hizo
Oh bueno, eso estaba mejor porque Erica ya había buscado en alguno de mis cajones porque le prestaba algunas veces ropa. Asenti tomando el bikini y yéndome al baño a cambiar lo más rápido que pude, como ya lo dije, adoraba nadar.
Cuando salí me encontré con la agradable sorpresa de Isaac sin camisa y con una bermuda azul.
Virgen de la papaya. Motocleta en Jesucristo.
CONCIENCIA
¿No me digas que no pensaste lo mismo?
...
Ahí tienes.
Me quede mirando un buen tiempo, detallándolo. Tenia unos abdominales bastantes prominentes, los músculos de sus brazos se marcaban mucho, tenia el pecho limpio y blanco al mismo color de su piel o un poco mas blanco porque no exponía al sol esa parte del cuerpo. No supe cuánto tiempo me quedé mirando, no fui consciente hasta que Isaac se acerco a mi y me puso la mano en la barbilla y me cerro la boca con su dedo índice.
- Mis ojos están aca arriba, bonita
Asenti varias veces avergonzada, madre mía, ¿Por qué me había quedado tanto tiempo mirando? Bueno, si sabía.
Tome un respiro antes de quitarme la ropa que llevaba pegada al pecho. Esta vez él fue el que me quedo boquiabierto. No lo había notado hasta que se quedo en silencio por mucho tiempo. Vi como sus ojos me miraron desde mis pies hasta mis pechos, mira que bonito.
