El pasado

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La brisa se contraía con fuerza en su rostro totalmente descubierto, la sensación en si de no portar una máscara se sentía extraña, de cierta forma ya se había acostumbrado a portar una. Su semblante serio no parecía suavizarse ni ahora ni en mucho tiempo, estar frente a su antiguo compañero de equipo no era una sensación grata, mucho menos un buen sabor de boca, ver a Kakashi de cerca o de lejos le producía lo mismo

Total repulsión.

No era algo que iba a cambiar ni ahora ni en mucho tiempo, la sola presencia del peliplata era como un mal estar que no podía sacarse de manera fácil y eficaz, el Hatake no era su persona favorita en el mundo, de eso no había dudas.

El olor a sangre sucumbía en sus fosas nasales, observando todo el caos que ocasionaba una guerra, la muerte estaba presente por todos lados, y aunque su plan debía llevarse a cabo arrastrando inocentes, aún no se acostumbraba del todo a ello, no amaba el olor de la sangre, y no amaba matar civiles.

Y aunque su corazón parecía ser de piedra, aún no lo era.

Otra vez estaba junto al peliplata, pero está vez no había sangre, mucho menos una guerra. Había cumplido una condena, y lo pagó caro, la cárcel le helaba los huesos al punto que creyó que moriría de hipotermia; pero lo merecía, eso era un mínimo de todo el daño que había causado en su ambición cegadora. Ni siquiera sabe porque ha salido de los barrotes oxidados o porque el peliplata lo está esperando allí con su expresión monótona y fija que le causa rechazo, odia verlo allí.

Estar cara a cara con el Hatake se sentía ambiguo, algo que podría sentirse perfectamente como un deja vu.

Sintió el aire rozar por su rostro causando un leve espasmo, ya no era ese chico débil del cual Kakashi se podría burlar.

—Obito —Kakashi se sentía paralizado, estático en su puesto.

El ceño de Obito se volvió duro, apretando los puños.

—Que hayas intercedido por mí, no significa que quiera saber de ti, Kakashi.

El Hatake trago saliva de forma magra, aún fijo en su lugar, la brisa no parecía calmarse, tal parece que lloveria esa tarde.

—Prefiero estar en una celda. — sentenció. —No planeó ir a tu casa, ¡no quiero tú jodida lástima!

Kakashi suspiró cansado de la actitud de Obito, pensó que las cosas podrían ir mejor

Cuan equivocado estaba.

—Espósame o algo, tener tu presencia tanto tiempo me es desagradable.

El peliplata hizo una mueca por la forma tan baja en que lo trataba su ex-compañero.

—¿¡Por qué eres así!? ¡Yo he estado metiendo las manos al fuego por ti! — sentía su rostro arder en rabia y sobretodo en bastante frustración. —He intentado que todo el consejo e incluso las naciones puedan confiar plenamente en ti —no aguanto más simplemente explotando. —Eres tan mal agradecido.

La expresión de Obito se mantuvo fija, dejando entrever que no le afectaba ni un poco.

—¿Mal agradecido? ¿Cuando te pedí yo Kakashi qué me salvarás el pellejo?

Las palabras de Obito le hirieron el orgullo.

—No se quién diablos eres, por un segundo pensé que había visto al pequeño Obito, al niño bondadoso y amable que estaba dispuesto a lograr sus sueños —su voz se iba apagando de a poco, dejando ver los matices de desilusión. —Cuando te escucho hablar de esa forma, sólo puedo ver un extraño...

La cara de Obito estaba compungida, mientras su mandíbula se tensaba ante cada palabra dicha.

—¡Entonces trátame como tal! como un maldito extraño. No soy ni seré el Obito idiota que una vez conociste —rechino sus dientes. —Al Obito del cuál te podías burlar ¿No, Kakashi? Al cuál le podías arrojar bolas de papel y creerte superior a él, ¿Por qué no metiste las manos al fuego por ese Obito?

Obito ¿tiene un hijo? |Kakaobi|Where stories live. Discover now