El cierre de un nuevo comienzo

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Quizás no todas las confusiones habían cesado, pero si de algo estaba claro era de que necesitaba un cierre del pasado para iniciar lo que ahora en adelante sería su nueva vida. Gracias a Kakashi había aprendido a perdonar y sobretodo a soltar las cosas, quizás debió iniciar un cambio hace bastante tiempo, pero todo sucedía por algo, y él había aprendido aquello.

No podía estar más satisfecho con lo que ahora estaba viviendo, la felicidad que sentía ahora no era nada comparado con lo que imaginó sería la vida al lado de su ex-compañera, estaba agradecido con la paciencia tan grande que había tenido Kakashi. Y aunque nunca más ha recobrado sus anteriores recuerdos, está feliz de crear unos nuevos.

Un pequeño niño de tres años corría con suma felicidad hasta la cocina, deteniéndose de golpe y vociferando tan fuerte como se lo permitían sus pulmones.

—¡Mamá! — gritó, obteniendo la atención que quería. — Galletas, tú dijiste galletas

Obito rió, dejando ver el pequeño brillo en sus ojitos.

—Si Kai, te dije que haríamos galletas — seco sus manos que estaban húmedas. —Ve por tu banco que yo iré buscando todo lo que necesitamos.

—¿Yo buscar banco? — se señaló. —Oh, banco de ayudar — exclamó emocionado, saliendo de la cocina.

Una risita suave se colocó en la estancia, creando un leve rubor rosáceo en las mejillas de Obito.

—¿Tú no deberías estar ahogandote en papeleo? —lo cuestionó, señalandolo con el dedo. —¿Te está supliendo tu amante?

Una risa más sonora resonó en la cocina.

—¿No vas a cambiar nunca e? — dejó un casto beso en los labios de su esposo. — Sólo vine por unas cosas, no sabía que mi presencia era mal recibida

Obito tan sólo giró sus ojos, ignorando por completo al peliplata.

—Intruso —kai ingresó a la cocina, arrastrando su banco con el ceño fruncido.

—Kai respetame, soy tú papá — exclamó, bastante indignado.

El pequeño bicolor se acercó hasta el azabache, quién acomodó el pequeño banquito para que pudiera subir el infante.

—Papá roba a mamá, papá intruso

Obito se aguanto una pequeña risa, ayudando a su hijo a subir por la pequeña escalera del taburete especial para niños. Observando a su esposo aún intentando asimilar lo que había dicho el pequeño.

—Te voy a regalar, yo conocí primero a tu mamá —le sacó la lengua de manera infantil.

Kai mantuvo su ceño fruncido, aferrándose a las ropas de su madre.

—Te regala a ti, viejo feo — también le sacó la lengua.

Obito no lo soporto y simplemente rio bajito, empezando a sacar los ingredientes con los cuales iban a cocinar él y su hijo.

—Ingrato, yo soy quien compró a banana —hizo alusión al peluche favorito de su hijo.

Un pequeño a bastante indignado escapó de Kai, ladeando su rostro e ignorando por completo a su padre.

—No besos a papá — observó al azabache.

—Lo que diga mi bebé —beso de forma dulce los cachetitos de su hijo.

Kakashi boqueo, sintiéndose traicionado en su propia casa. Simplemente levanto sus manos en símbolo de paz y regreso por donde mismo había salido. Claro que no estaba enojado, pero era gracioso dejarle el embrollo a Obito.

—¿Papá enojado? — pregunto, comenzando a mezclar un poco de harina.

—No, papá no está enojado, sólo es un tonto — mascullo despacio, el peliplata era un idiota que sabía safarse de sus preguntas. Pero ya se verían en la noche. —Kai, bebé, debes mezclar de está forma.

Y toda la tarde se la pasó haciendo galletas con el pequeño de cabello bicolor, claro fue más el desorden en si, pero había pasado un lindo día con su retoño y ni todo el reguero del mundo podrían cambiar aquello.

Al llegar el anochecer tuvo que cenar solo con su hijo, pues el peliplata no había aparecido. Cuando se estaba poniendo su pijama el de ojos onix ingreso a la habitación, bastante sucio cabe destacar.

Obito sólo entrecerró los ojos, esperando que fuera el propio Kakashi quién le contará.Cosa que nunca pasó, pues el peliplata se había encerrado en el baño y al salir sólo procedió a acostarse y darle un beso de buenas noches.

¿Era malo dudar por un segundo de Kakashi? No quería hacerlo, y sabía que después de tres años su relación había cambiado bastante, de ser sólo un imbécil que había perdido la memoria ahora era un esposo ejemplar. Pero claro siempre estaba la pequeña estillita de que no era ese Obito del cual Kakashi alguna vez se había enamorado. Odiaba tener que estar arrastrando con aquella inseguridad, y más cuando él desde un principio se sacrificó para darle una buena familia a su hijo, ¿era posible lo que creía? Hace días que el peliplata estaba actuando diferente, y quería que Kakashi tuviera la suficiente confianza como para contarle si algo le estuviera pasando.

Pero por más que esperaba esa conversación, nunca llegaba, Kakashi nunca le contaba nada.

¿Que cambió tan derrepente?

Obito ¿tiene un hijo? |Kakaobi|Where stories live. Discover now