11. Surprise.

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'¿Qué tan jodidos estamos para creer qué podemos amar a dos personas?'


| Barbara West | Boom.

Mí respiración entrecortada y los gemidos se podían escuchar en toda la casa. Sus manos hacían recorrido en todo mi cuerpo desde mis senos hasta mis piernas, todo con perfecta delicadeza y tiempo.

Se estaba tomando el tiempo de marcarme, de estudiarme, de escucharme. De saber cuales eran mis partes débiles y se sentía tan bien, tan bien qué arqueaba la espalda cuando me lamía y con la yema de sus dedos acariciaba mis pezones erectos.

Todo él era una adicción, desde la forma en la qué su espalda se veía cuando enterraba su cara en medio de mis muslos, hasta sus tatuajes brillando por el sudor qué proporcionábamos. 

Estaba más allá de decir qué la excitación inundaba nuestro ser.

Sus labios se estrellaron con los míos en una perfecta sincronía, su lengua pedía permiso para entrar en mi boca y jugaba con la mía al punto de hacerme gemir una y otra vez y sentir un hormigueo en mis partes intimas.

— ¿Qué tan mojada estás para mí? — Estaba demás decir qué sus jadeos mientras hablaba enloquecían todo mi cuerpo.

Reaccionaba a cómo nunca he reaccionado con alguien, el me comía con la mirada y con su boca, podía hacerme tener un orgasmo con sólo mirarme.

Con ojos miel oscuros llenos de intensidad y excitación, llenos de lujuria por mí, me tocaba, agarraba y besaba cómo si fuera depredador y yo su presa, todos los movimientos qué hacía fuera y dentro de mí se sentían bien.

Mientras me besaba su mano bajo hasta mí vientre, tocando la parte húmeda del medio, sentir sus dedos helados rozar mis pliegues era demasiado.

— Más.. — Rogaba por más, rogaba por tenerlo adentro. Sentir su erección contra sus boxers y rozando mi pierna izquierda era una locura, corrige lo de adicción, esto podía ser una obsesión.

— Te quiero follar tan mal, tan duro hasta qué te corras con mi polla y me sigas pidiendo qué me mueva más. — Sus palabras eran tan sucias cómo la forma en la qué me lo estaba haciendo, la forma en la qué se tomaba el tiempo para torturarme. — Dime qué eres tan mía cómo lo eres de él.

Una segunda figura masculina apareció a su lado, el primero subió un poco más hasta tener su polla en toda mí cara, el otro se arrodilló para meter su cara entre mis muslos.

— Abre la boquita, voy a follartela entera. — Bajo un poco el bóxer azul qué traía dando el espectáculo de una masculinidad muy grande, dura y parada. 

Yo gemía por la sensación de la lengua del otro chico, me lamía toda, me secaba de lo mojada qué estaba y pasaba la lengua por sus labios cuando se asomaba, mientras yo succionaba la polla qué tenía en mí boca escuchando sus gemidos y adentrándose con más fuerzas hasta llenar mi garganta. 

— No quiero compartirte, Barbara. Así qué desde este momento, eres mía.

La luz qué estaba en mi mesita de noche se encendió, revelando los rostros arriba de mí cuerpo.

— Te voy a marcar tanto qué te olvidarás de cualquier hombre qué estuvo contigo y de cualquiera qué quiera estar. — Acariciaba mi cabello para empujar su polla con más fuerza en mi boca, lágrimas ya estaban corriendo por mí cara y las ganas de vomitar se intensificaban. — Me perteneces ahora.

Sus palabras se grabaron en mí y en el aire qué nos rodeaba.

Abrí los ojos para verlo directamente.

Inside -»  jbWhere stories live. Discover now