7. Mine.

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No esperes qué los demás hagan lo mismo por ti, no todos tienen buen corazón.

Maratón 2/3.

| Barbara West

Mentiría si digo qué estaba qué moría de los nervios y el miedo. La forma en la qué su mirada me recorría todo el cuerpo, y luego iba al auto del qué me acababa de bajar, era intensa. Muchas veces puedo lograr descifrar lo qué siente con sólo verlo a los ojos pero esta vez era imposible. Era cómo sí todos los sentimientos se concentraran en uno solo: Decepción.

— Avísame cuándo estés lista para partir. — Fue lo único qué dijo luego de no recibir una respuesta de mí parte.

Me quede en silencio rogando qué Justin se diera cuenta de los coches y no se le ocurriera salir, o a él se le ocurriera revisar el MC DONALDS entero.

— ¿Qué hacemos con ese coche? — Pregunto uno de los qué lo acompañaban.

Él se encogió de hombros y aparto su mirada para ver el coche directamente. — Responde, Barbara. ¿De quién es el coche?

— Es mío, Dylan.. — Respondí sin titubear, no iban a creérmelo así de fácil, tenía qué inventarme algo rápido pero sin qué el piense qué le estoy mintiendo. 

— ¿Tuyo? — Arqueo una ceja sonriendo. — Todos los coches están en el garaje exclusivo, Barbara. Revísenlo.  

Emitió la orden donde 6 hombres se acercaron hacía a mí pidiendo permiso para revisar lo qué este adentro.

— No. — Hablé con fuerza, sí siente qué estoy dudando al hablar o me pongo nerviosa, inmediatamente sabrá qué algo anda mal. — Ustedes lleven el maldito coche al garaje, tú llévame a casa. Estoy agotada. — No se inmutó ante el cambio de orden, a su vez asintió y se hizo a un lado para qué yo entrará en la camioneta. 

Los demás hicieron lo qué tenían qué hacer, las ganas de voltear para ver sí Justin seguía en la fila o saldría del establecimiento me ganaban pero no podía. Yo volteaba y Dylan lo hacía conmigo.

En todo el camino de vuelta se fijaba en mis movimientos, a dónde miraba, cómo temblaban mis manos, el tic nervioso qué tenía con mi pierna izquierda, la forma en la qué respiraba, todo lo hacía esperando qué me incomodará y le hablará para así sacar su rabia discutiendo pero no iba a darle esa ventaja.

Supe qué estaba jodida cuando Brad estaba en toda la puerta con los brazos cruzados y a su lado estaba Ky concentrada en su celular.

Así qué me cuestioné: ¿Me hago la indignada de qué me dejaron salir sin protección y victimizarme por lo qué me pudo haber pasado o me invento una excusa de cómo salí y me persiguieron por horas hasta qué llegue a un hotel y mí celular murió en el proceso?

— Antes de qué digas algo..

— Entra, Barbara. — Brad me interrumpió al momento qué intente hablar y supe qué este día sería más largo de lo qué esperaba. Definitivamente no iba a salvarme.

Justin Bieber.

— ¿Estás bien?

— Amor, gracias a Dios. ¿Dónde estabas? ¿Cómo saliste?

— Justin.

— Hagan silencio, por el amor a Dios. — Estaba irritado, más qué irritado, estaba jodido. — Estoy bien, nada me paso. Tuve unos encuentros al salir, me tuve qué salir más allá de la ciudad y hospedarme en un hotel hasta qué ya no encontrarán rastro de mí.

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