Una doctora citadina que lleva una vida aburrida, se encontraba sola y con solo unos pocos amigos cercanos, quienes seguían ahí con ella a pesar de ser una doctora "amargada".
Su rutina del diario era sólo levantarse temprano, ir a trabajar, regres...
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No pasó mucho tiempo en el que se fueron y tú te encontrabas en la ducha, en tu apartamento había 2 baños, el de visitas y el de la habitación principal la cual era la tuya; en esos momentos te encontrabas en el tuyo, sentías ahí mucha privacidad, a pesar de la pequeña ventanilla que tenia hacía el exterior la cual daba hacía los edificios, la ventana era pequeña y se encontraba fuera de tu vista, más que una ventana, era una especie de método para que el vapor del agua caliente saliera, aunque antes no te asustaba o preocupaba tenerla ahí, pero con el tiempo te percataste que es posible ver a través de ella por las escaleras de incendio, habías pintado el cristal de negro para que no se viese nada.
Ahí te encontrabas, en la tina, más que un baño era un relajante baño de burbujas, olía a lavanda y sentías tu cuero relajarse, solo tomabas esos baños cuando creías que lo necesitabas y creías que era necesario para relajarte, era un pequeño lujo que te dabas debes en cuando. Tenías una pequeña bocina puesta, por la cual sonaba música tranquila, fácilmente podías dormir ahí si no fuera por el riesgo de ahogarte
Tus ojos estaban cerrados, movías ligeramente tus brazos para así sentir la espuma en ellos y el agua caliente por debajo, era una sensación placentera que amabas sentir en aquellos lujos tuyos, tiempos antes cuando tenías pareja, esa persona te daba masajes cuando salías de aquel baño relajante, recordabas lo bien que se sentía y extrañabas aquellos masajes que simplemente eran perfectos
A veces te ponías a pensar si cierta tortuga sabría dar masajes, quiero decir, tú sabías que tenía manos grandes, a pesar de sólo tener tres dedos quizás se sentiría incluso mejor, te gustaba fantasear esa escena, tú saliendo de aquella mágica ducha hacia tu habitación, con un Leonardo esperándote paciente en querer satisfacerte, era algo muy lindo y romántico que podías imaginar, tenías 27 años y te ponías a fantasear como como si fueses una adolescente en busca de un romance juvenil
El agua cálida que envolvía tu cuerpo te hacía sentir en paz, las pequeñas burbujas que se formaban debajo, te daban una sensación tan relajante y única que creías que solo noches como esas te mantendrían cuerda por tu alocada vida que inició hace tres años cuando los cuatro adolescentes llegaron a su vida
Saliste de tu trance abriendo ligeramente los ojos, analizando tu baño, notaste que ahora lo usabas más seguido, antes de tu despido apenas tenías tiempo de tomar una ducha rápida e irte al hospital, ahora tenías el tiempo suficiente para arreglarte y lucir bonita, no eras mucho de arreglarte, y más para ir a trabajar o estar con tus amigos, pero tanto tiempo libre te dejaba pensando en tu relación contigo misma, cómo cuidabas tu cuerpo, como comías, etc.
Te pusiste a pensar en cuando fue la última ves que fuiste con tu ginecóloga, pensaste en cuando fue la última ves que te hiciste algo nuevo en el cabello, la última ves que arreglaste tu manicura, la última ves que habías salido con alguien, la última ves que saliste con tus amigos
— necesito un cambio —susurraste con inquietud, moviendo tus dedos algo estresada para solo ponerte de pie, al estar de pie en la tina sentiste un poco de frío en tu cuerpo desnudo, a excepción de tus pantorrillas debido a que seguían dentro del agua. Pero no duraron mucho pues tomaste tu toalla y te enredaste en ella, sacaste un pie para pisar el tapete y poner todo tu peso en ese pie, luego sacaste el otro quedando completamente fuera de la cálida agua, te inclinaste e hiciste que el agua se fuese por el caño.
