III.

124 10 0
                                    

Aún seguía siendo un 2 de Enero del 1993, la esperé sobre la cama sentado en forma de indio, más tarde le vi entrar después de haberse bañado y puesto ropa mía nuevamente. Mi mirada la siguió desde que entró a la habitación, votaba más por tensión sexual, que tener pena por ella, también me miró e imitó mi forma de sentarse, sentándose a mi lado de la cama. Dejé mi mirada mirando en frente y ya no a ella, pues pensaba que se sentaría al frente de mí.

—Sí me escapé de un hospital—. Dice, yo rodeo mis ojos, pues aquello se sentía tan obvio.

Me quedé en silencio esperando que hablara más.—¿Algo más?—me siento en indio frente a ella, deslizo la camisa más arriba de sus rodillas para ver sus heridas.

—Han sanado—. Dijo mirando sus rodillas y yo asentí.—Eres buen sanador.

—No lo soy, hay heridas que no puedo sanar, las del corazón—. Alcé la mirada para ver la reacción suya a mí comentario, y la vi sufrir sin saber que decir. Acaricié un poco alrededor de sus heridas en sus rodillas con tranquilidad.

Ella se recostó un poco, dejando sus piernas sobre mí regazo y tapándose lo suficiente entre las piernas con mi camisa. Miré que respiraba con tranquilidad, cómo si estuviera a salvo de mil cosas, y la dejé tranquila. Detuve mis caricias a sus heridas pero ella agarró una de mis manos y la dejó sobre su pecho izquierdo, yo conecto su mirada con la suya, la de ella parecía totalmente con deseo.

—¿Te parezco una niña todavía?—dice con suavidad, notando que todo lo que decía era verdad. Ella acaricia mi mano que estaba sobre su pecho, correspondí algo apretando suave su pecho y su boca se entre abrió para suspirar.

—Lo eres—. Dije subiendo mí mano hasta su mentón, y acariciar suave su carita con mis dedos, toqueteo su labio inferior con mi pulgar y su respiración no estaba siendo tranquila, se estaba acelerando mediante la excitación suya.

—¿No me deseas?—esa pregunta no debía haber salido de sus labios, porque no sabía que sentía.

—Ven—. Me recosté en la cama quitando mi camisa, la abracé con brazos y piernas, dejando nuestros rostros cerca, con nuestros labios casi rozandose. Nos arropé más, pero vi que ella se alejó un poco para quitar su camisa y quedar sin nada de arriba, así mismo, me volvió a abrazar.

La abracé durante esa noche, con sus pechos rozandome la piel del pecho. Acaricié su espalda desnuda, y cuando acaricié su pelo se relajaba por completo.

—Recuerdo muy poco que solían acariciarme el pelo de esta forma cuando lloraba mucho, y me dormía rápido debido a las caricias—. Ella contó suave, cerrando sus ojos. Yo sólo acaricié su espalda y su pelo para que pudiera dormir segura entre mis brazos.

—Mañana será otro día, descansa—. Dije y la fémina asintió suave. Momento después, me encontraba durmiendo a su lado también. Pero me había costado dormir bastante, andaba desnuda de arriba pegada a mí cuerpo, no me molestaba en absoluto, pero el simple hecho de que fuera desconocida me causaba desconfianza. Me dejé vencer por el sueño de igual manera.

A la mañana siguiente cuando desperté, yacía la fémina aún entre mis brazos, pude sonreír algo a pesar de que casi nunca lo hacía. No dije nada y acaricié su brazo de arriba hacia abajo con suavidad, la sabana estaba hasta nuestras cinturas, y mí mirada pasó por su cuerpo o lo que me permitía ver. Sus pechos se podían ver perfectamente, miré por su cuello hasta sus labios, unos labios gorditos y besables. Despojo su cabello de su rostro para mirar sus pestañas sobre su piel con tranquilidad, sus cejas rectas, parecían a la mías o ya me estaba volviendo loco por estar pasando mucho tiempo mirándola.

Cómo siempre, tuve una erección en las mañanas, pero nunca la miré a ella con ojos de un depravado sexual. Sentía ganas de cuidarla, y protegerla, hazla mía. Pero hasta que no hablara de ella misma, no me soltaría a ser tierno. Alcancé mi celular para mirar la hora, viendo de una que era sábado. Suspiré un poquito y dejé el celular, más pude sentir sus bracitos apretarme en un abrazo.

The Unexpected|k.th [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora