CAPÍTULO 14

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Todavia somos jóvenes...

Jude

Sabía que sucedería.

La resaca moral, no tanto la física.

Pero debo admitir que no había despertado con esta sensación hacía mucho tiempo.

El frío me cala la piel, poniéndola de gallina. La sensación es efímera, no dura mucho pues el brazo que me rodea el abdomen es cálido, esparciendo esa misma calidez a mi cuerpo entero. Jala mi brazo y me pega a su pecho preguntando por la hora.

Extiendo mi brazo hacia la mesita de noche y tomo su reloj notando que son apenas;

-Las cinco de la mañana.

Suspira.

-Durmamos una hora más. -sujeta mi muslo subiendo mi pierna por encima de las suyas.

No objeto, ya que sigo muriendo de sueño.

Apenas hemos dormido cuatro horas a lo mucho.

Busco acomodarme mejor entre sus brazos, dejando las preocupaciones de lado. El sueño me vuelve a vencer y sintiendo los pequeños besos que deja sobre mi frente, caigo rendida otra vez.

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Siento que he dormido una eternidad y mientras el aire cala las persianas ligeramente abiertas, yo me mantengo en la misma posición boca abajo, sintiendo la sábana apenas cubriendome los glúteos.

Me incorporo, tallo mis ojos y diviso la taza del café tibio que yace sobre la mesita de noche.

Debe estar ahí desde hace mucho rato.

Bostezo y repiqueteo los dedos unos momentos sentada sobre la cama mientras espabilo. No quiero levantarme.

La puerta se abre y un castaño sudoroso y con ropa deportiva aparece en mi campo de visión mientras sujeta una botella de agua fría y la bebe agitado.

Siempre le ha quedado bien el negro.

-Buenos días -saluda sonriente.

-Buenos días -reparo en la camiseta que se le pega a los brazos contorneados. El reloj negro inteligente parpadea en una alarma que el apaga de inmediato, toma una toalla pequeña y limpia las gotitas de sudor de su rostro y cuello antes de acercarse y plantarme un beso en los labios, mismo que me deja mareada.

-¿Dormiste bien? -acaricia mi barbilla.

-Sí -le sonrío-, pero debe ser tarde y tengo que irme.

Se sienta sobre la cama a un lado de mi.

-¿Tan pronto? -asiento apenada-. Al menos no hasta que comas algo. -señala de una cabezada la taza de café-. Tomaré una ducha rapida y luego puedes hacerlo mientras preparo algo y después... podrás irte. ¿De acuerdo?

Asentí y suspiré.

-Bien.

Le miré recorrer la habitación desmeritado. Buscaba algo con los ojos fracasando en el acto de encontrarlo.
Se introdujo en el cuarto de baño y me maldecí cien veces cuando me vi a mi misma saliendo de la cama hasta adentrarme en las mismas cuatro paredes desde donde se lograba escuchar la ducha encendida.

JUDE |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora