Capítulo 8

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Al día siguiente me levanto muy temprano por la mañana, en el ambiente hay un olor muy extraño, como si algo se estuviese quemando, me pongo mis pantuflas antes de salir de la cama, salgo de la habitación para investigar qué es lo que está pasando...

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Al día siguiente me levanto muy temprano por la mañana, en el ambiente hay un olor muy extraño, como si algo se estuviese quemando, me pongo mis pantuflas antes de salir de la cama, salgo de la habitación para investigar qué es lo que está pasando, al bajar las escaleras veo a Terry en la cocina.

— Buenos días Halley.

— Buenos días.

Terry usa un delantal, está cortando un melón y una piña, tiene un bowl de fruta picada junto a él, desvío la mirada hacia la estufa, ya que me llama la atención que hay mucho humo saliendo de una sartén.

— ¿No crees que algo se están quemando? — Señalo la estufa.

— Demonios. — Deja el cuchillo a un lado.

Corre hacia el sartén, lo aparta de la hornilla y apaga la llama, tose un poco antes de regresar a donde estaba cortando la fruta.

— Lo siento, no soy bueno para cocinar.

— Si, eso pude notarlo.

— Usualmente compro comida congelada en el supermercado, pero creí que no te gustaría.

— Yo como cualquier cosa, no debes preocuparte por eso, además no tengo mucho apetito.

— Se que te sientes triste, pero debes comer algo, pero no esas salchichas. — Se burla de sí mismo. — Aquí hay algo de fruta si quieres.

— Gracias. — Le ofrezco una sonrisa.

— Ya que estaremos aquí mucho tiempo voy a enseñarte donde está todo. Por allá están los platos, en esta gaveta los cubiertos, en este gabinete los vasos. Siéntete como en casa, puedes ver televisión o jugar videojuegos abajo si gustas, en aquel gabinete hay galletas y algunas golosinas.

— Gracias, eres muy amable.

Terry tira a la basura las cascaras de la fruta, limpia su lugar de trabajo y lava de inmediato la tabla y el cuchillo, creo que es un hombre sumamente ordenado, de hecho, nada está fuera de lugar en su casa, incluso su auto estaba sumamente limpio.

— ¿Desayunamos?

— Si, claro.

Terry coloca un par de platos y cubiertos en la mesa, yo tomo del gabinete dos vasos.

— ¿Quieres jugo de naranja?

— Si, eso me gustaría.

Terry saca del refrigerador el galón de jugo de naranja, lo sirve en ambos vasos y lo deja sobre la mesa. El espera a que me sirva un poco de fruta antes de servirse el.

— ¿Que tal dormiste?

— Bien, eso creo.

— ¿Eso crees?

— Si, no tuve más pesadillas.

— Eso es muy bueno. — Me ofrece una sonrisa como de lastima. — Se que esto es difícil para ti, pero si puedo hacer algo para hacer que te sientas mejor lo haré.

Confía o muere. (1/2) En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora