Capítulo 13: La Abuela

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Estar con los amigos de Haruto fue muy divertido para Junkyu. Le encantó convivir con ellos y ahora también tenía amigos japoneses además de Haruto y Mashiho.

— ¿Y cómo es tu abuela?

Ahora se encontraban en camino a visitar a la abuela del japonés con quien cenarían. Haruto y Junkyu iban antes debido a que ayudarían a acomodar las cosas para la cena, no estaba muy lejos de la casa de Haruto, por lo que se fueron caminando y en el camino sólo platicaban un poco para perder el tiempo.

— Es una mujer muy divertida. Le encanta la música y la danza, se especializa a en eso cuando era más joven, pero con el paso de los años lo dejó y ahora sólo disfruta de verlo en televisión. — respondió deteniéndose en una compuerta la cual abrió, mostrando un enorme jardín. — Por aquí, este es su jardín. Le gusta la jardinería.

— A mí también me gusta. — agregó Junkyu mirando a su alrededor.

— ¿Sabes? Te llevarás bien con mi abuela. Le hablé un poco de ti y no podía esperar a conocerte finalmente. — dijo, haciendo que el otro se pusiera ligeramente avergonzado. Haruto siempre lo describía como si realmente fuera la persona más asombrosa del mundo, porque para Haruto eso era, la persona más asombrosa que hubiera conocido alguna vez en su vida.

El japonés abrió la puerta y lo dejó pasar primero. La casa era algo pequeña, con un montón de pinturas algo viejas en cada una de las paredes, también algunas fotos de la familia y algunas de sus nietos. Haruto pronto lo dejó atrás pensando que lo seguía y Junkyu se quedaba viendo todas aquellas fotos retandose a sí mismo a encontrar a Haruto en cada una de ellas y cuando lo hacía se felicitaba a sí mismo dando pequeños aplausos. Pronto encontró a un pequeño Haruto en una fotografía donde una mariposa se había posado en su cabeza y lloraba mientras sostenía un lindo osito de peluche.

— Haruto, hijo ¿Eres tú?

Junkyu volteó entendiendo lo que la mujer había dicho, pues aunque lo dijo en japonés él tampoco estaba desamparado en el idioma. Se acercó a la habitación de donde había salido aquella voz. La mujer se quedó viendo un par de segundos al castaño que pronto se sintió avergonzado, y estando a punto de disculparse, la mujer lo interrumpió.

— Tú debes de ser Junkyu. — saludó en coreano. Eso era mejor. — Pasa, no seas tímido. Ven a saludar a la abuela Watanabe.

El castaño entró con más confianza y pasó directo a sentarse donde la mujer se lo indicaba.

— Haruto la estaba buscando. — comentó. — Lo perdí de vista después.

— Ese chico piensa que por ser una anciana seguramente estaré dormida, pero se equivoca. Estas viejas piernas aún sirven y mucho.

Junkyu soltó una pequeña risilla ante lo dicho. Si abuela era muy divertida realmente.

— Eres justo como Haruto me dijo que eras. Es un gusto conocerte Eun Junkyu.

— Gracias Señora. También me da mucho gusto, espero no causar molestias con mi visita.

— Para nada, cariño. Será un gran honor recibirte y tenerte muchas veces por aquí. — respondió la mujer levantándose de su lugar. — Eres un omega muy lindo, a puesto a que debes tener a toda una manada de alfas detrás de ti.

— Supongo... — respondió avergonzado viéndola caminar hacia la puerta.

— Por supuesto que si. Tan sólo a mi nieto ya lo tienes loco. — respondió la mujer.

El castaño peinó su cabello sintiendo sus mejillas sonrojarse. Eso no era verdad, Haruto y él sólo eran amigos, además, Haruto era demasiado genial como para fijarse en él.

— ¡Haruto!

El japonés por fin la encontró y por la seña que había hecho, al parecer Junkyu ya estaba con ella. Por un minuto pensó que había perdido a Junkyu.

.

Decir que la abuela se encantó con Junkyu era poco, porque literalmente aquel día lo hizo parte de su familia haciéndolo sentir como en casa. Estuvo hablando con él un buen rato y lo invitó personalmente a su fiesta de cumpleaños.

Junkyu se sintió muy agradecido y pronto llegó el resto de la familia de Haruto. Tíos, tías y sobrinos llenaron la gran sala de estar saludando a Junkyu y dándole una cálida bienvenida. Todos lo recibieron de lo mejor y eso lo hacía sentir muy bien.

Haruto lo dejó solo después de un rato, pues reencontrarse con su familia había sido algo muy bueno, así que pronto empezó a convivir con los demás olvidándose por completo del otro.

El castaño no se sentía incómodo, pues todos eran amables con él y buscaban convivir con él también, pero el punto era que Junkyu jamás en su vida había estado tan lejos por tanto tiempo de su familia y ahora se sentía pequeño y solo de alguna manera.

Buscó por todas partes a Haruto para estar con él e intentar tener un entorno familiar ya que estaba acostumbrado a él como lo estaba a su familia, pero al encontrarlo tan feliz junto a algunos de sus primos simplemente se alejó y salió de la casa sin que nadie lo viera para tomar un poco de aire fresco.

Era extraño estar sin su familia y ver a toda la de Haruto, era mucha gente, aunque en la suya también eran muchas personas, pero a ellos no los conocía y se sentía un completo desconocido entre todos ellos.

Tomó asiento en el césped mirando a las estrellas mientras intentaba calmarse a sí mismo. Extrañaba mucho a toda su familia y ver a la de Haruto sólo le recordaba más a ellos.

— Los extraño a todos. — susurró mirando la pantalla de su celular con una foto de su familia mostrándose en ella.

— Te entiendo.

La voz de la anciana lo hizo sobresaltarse.

— No es fácil venir a otro país con un montón de gente que no conoces. — con una seña le indicó que se levantara y la siguiera. Junkyu sólo obedeció y la siguió mientras se sacudía, debido a que anteriormente había tomado asiento en el césped antes. — La primera vez que estuve aquí también estaba muy insegura.

Junkyu la entendía a la perfección.

Ambos caminaron hasta una mesa de jardín donde tomaron asiento uno al lado del otro.

— Después fue más fácil. — agregó. — ¿Cómo te la haz pasado aquí? — preguntó volteando a verlo.

— Me gusta mucho su hogar y el de Haruto. Todos son muy bueno conmigo y ya conocí a sus amigos también. — respondió. — Me gusta estar aquí, pero no puedo evitar extrañar a mi familia.

— Te entiendo. Mira, hagamos algo. — la mujer dejó ver una maleta que llevaba en la otra mano, de la que sacó un álbum de fotografías. — Déjame hablarte primero a mí de mi familia y después tú harás lo mismo. Mi difunta esposa solía decir que eso era bueno cuando extrañaba a alguien.

Junkyu sólo asintió mostrando una pequeña sonrisa.

El alfa "Perfecto" - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora