CAPÍTULO 13: Con alguna copa de más

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Una ligera brisa nocturna roza mis piernas desnudas haciendo que me arrepienta por completo de mi elección de vestuario. No estoy segura de dónde me encuentro, pero sea el planeta que sea, necesita urgentemente una buena inversión del Consejo para mejorar sus servicios a la comunidad. La acera rota bajo mis pies hace que me tropiece varias veces, aunque puede que eso sea por mi falta de experiencia llevando plataformas tan altas. Todo a mi alrededor está oscuro y no creo que la situación mejore, ya que no hay una farola en lo que me queda de camino.

Cruzo los brazos alrededor de mi torso para mantener el calor, puesto que el frío aumenta a medida que transcurre la noche. No puedo evitar pensar en esos ojos color café que, por algún motivo, cada vez parecen menos reales. Sus mentiras se entremezclan en mi mente, sin dejarme comprender nada de lo que antes creía incuestionable. Ya no estoy segura de nada, ni siquiera de su nombre, y es que, tantos secretos han hecho que mis inseguridades acerca de él se acentúen cada vez más.

¿Plan? ¿Tortura? ¿Qué se supone que significan todas aquellas palabras sin sentido que protagonizaban la secreta conversación de mis supuestos amigos? A medida que me adentro en ese misterioso ciclo de mentiras, mi mal humor y enfado incrementan como si no hubiera un mañana, mi corazón late cada vez más fuerte, como si en cualquier momento pudiera estallar y, no necesito mirarme en un espejo para comprobar que, en efecto, mis ojos ya no son del precioso color verde esmeralda al que estoy acostumbrada.

El ruido de unos pasos sigilosos tras de mí me despiertan de mis propias reflexiones. No me atrevo a mirar atrás, tan solo me limito a escuchar esos misteriosos pasos que, por algún motivo, parecen acercarse desmesuradamente a mi posición. Puede que tan solo sean cosas mías, pero no puedo evitar sentir como el silencio entre cada paso es progresivamente más corto, como si el misterioso dueño de aquellos pasos acelerara hacia mí.

Intento mantener la calma, respirar y convencerme de que todos son exageraciones mías, pero es imposible. Mi corazón parece mezclarse con el ruido de esos horribles pasos, ya que late a su misma vez, aumentando el miedo creciente en mi interior. Aprieto los puños lo máximo que puedo, deseando ver una luz esperanzadora que me salve de esta situación, como si la presencia de una tercera persona pudiera rescatarme de las perversidades de la noche.

Es entonces cuando lo oigo, un hombre aclarándose la garganta peligrosamente cerca de mí. Miles de imágenes se cruzan por mi mente, todas aquellas noticias que parecían tan lejanas, la voz de mis padres forzándome a ir con cuidado y no volver nunca sola a casa, los desastres que han marcado las charlas hacia cualquier adolescente de sexo femenino...

Uno.

Dos.

Tres.

En el mismo instante en que mi mente pronuncia la palabra "tres", empiezo a correr desesperada, deseando que el sonido de esos pasos desaparezca entre las tinieblas de la noche, pero no es así. Aprecio como el estruendo de unas deportivas incrementa de velocidad, a medida que se acerca hacia mi posición. Pero, el miedo que siento a medida que me esfuerzo por correr hacia la luz no es nada comparado con el que inunda mi cuerpo en el momento en que ese hombre coloca una mano sobre mi brazo para detenerme.

Forcejeo gritando palabras indescifrables a medida que él intenta inmovilizarme y, por una décima de segundo, creo que lo ha conseguido. Sus brazos me detienen, girando mi cuerpo hacia él, una sombra irreconocible de la que solo resalta esa sonrisa perversamente asquerosa, fruto de los miles de imágenes que deben pasar por su cabeza.

- ¡Suéltame! - grito desesperada intentando ignorar las lágrimas que corren por mis mejillas. - ¡QUE ME SUELTES!

- Tranquila, preciosa, no voy a hacerte daño. - murmura colocándome mechones de pelo tras la oreja y mirándome de una forma que casi me hace vomitar.

ASTHOR, EL PLANETA ESCONDIDO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora