ASTHOR, EL PLANETA ESCONDIDO #2

CAPÍTULO 15: Príncipe de las sombras

¡Hola lector@s!

Espero que os esté gustando el rumbo de la historia. Sé que el último capítulo terminó un poquito intensamente... así que me hace muchísima ilusión que leáis el resto.

¡Dejadme vuestras opiniones en comentarios!

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El aburrido paisaje de Bialya caracterizado por ese asqueroso jardín de hierba mojada, rodeado por esa enorme muralla gris que cubre todo aquello que me gustaría poder admirar, es lo único que puede llegar a relajarme en estos momentos. La traición de Mason, todavía reciente, escuece las heridas de mi corazón roto, haciéndome imposible pensar en algo que no sea la imagen de él besando a otra. Es por esto que llevo más de dos horas sentada en los pasillos de la parte alta de Bialya mirando como pasan los segundos a través de la ventana e ignorando a todo aquel que se atreva a venir a comprobar mi estado.

- ¿Pensando en saltar de nuevo? - murmura una voz grave a mi espalda que no tardo ni dos segundos en reconocer.

- Pues ahora que estás aquí me lo estoy replanteando. - contesto poniendo los ojos en blanco.

- Esa sonrisa te queda bien, Iz. - añade segundos más tarde.

En el instante en que esas palabras salen de su boca, no puedo evitar borrar la estúpida sonrisa que se ha formado en mi rostro sin darme cuenta cuando he escuchado su voz.

- ¿De qué estás hablando? Ni siquiera puedes verme. - replico haciendo referencia al hecho de que yo estoy de cara a la ventana y él tan solo puede observar el contorno de mi espalda.

- No, pero puedo sentirla, algo en el ambiente cambia cuando sonríes.

- Lewis, vete, no estoy de humor para aguantarte.

- ¿Aguantarme? Deja de fingir, Isabella, ambos sabemos que te mueres por mí. - suelta como si nada haciendo que me dé la vuelta de un golpe para borrar esa estúpida sonrisa petulante de su rostro.

- ¿Yo? Tú eres el que no para de seguirme como un acosador esperando a que me vuelva loca. - grito asombrada por mi repentino carácter.

- ¿Yo? ¿Seguirte? Deja la droga, Isabella, claramente te está afectando. - contesta provocando que de mi garganta surja una fuerte carcajada que podría asustar a cualquiera.

- ¿De verdad? Porque no sé yo si estaba muy afectada el día que me besaste de la nada.

- No te hagas la santa ahora, Isabella. Me parece recordar que tú me besaste a mí.

- ¿Yo? ¿Besarte? Deja de soñar.

- ¿También estaba soñando cuando ayer me salvaste en esos mismos baños? - grita Lewis señalando la puerta al final del pasillo. - ¿Por qué no te dejas de tonterías y admites de una vez por todas que no soportas estar alejada de mí?

- Lo único que no soporto es tener que compartir espacio con alguien tan egocéntrico y estúpido como tú. - grito de vuelta, acercándome todavía más a él con los puños apretados junto a mis caderas.

- No mientas, Isabella, puedo leerte la mente. - murmura con una sonrisa de lado que enciende mi corazón impulsándome a darle una buena ostia.

- No estoy mintiendo, Lewis.

- ¿Así que no me soportas? - susurra dando un paso hacia mí que provoca que retroceda hasta que mi espalda choca con la ventana.

- No.

- ¿Nunca quisiste besarme? - murmura deteniéndose a centímetros de mi boca.

- No.