El castigo de Jiang Cheng. [+18]

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¡Hola! Soy un disclaimer :). Vengo a avisarte que este capítulo tiene cierto contenido muy específico (guiño, guiño) que, en caso de incomodarte, podés evitar leerlo y regresar en el siguiente cap. No te precoupes, no te perdés de nada importante (en cuanto a trama). Ahora sin más:

Jiang Cheng estaba de un humor pésimo desde que regresó al Embarcadero de Loto, e incluso si la mayoría intuía a qué se debía su mal genio, nadie se atrevía realmente a indagar al respecto.

No se requería demasiada inteligencia para atar los cabos, de todas formas. Desde el mismísimo día en el cual Ming Jia zarpó rumbo al Reino Impuro, Yunmeng Jiang se desestabilizó al menos un diez por ciento. Es decir, Madam Yu era una potencia inquebrantable y su paciencia, habilidad y diligencia a la hora de administrar su secta resultaban indiscutibles.., pero faltaba algo. Una persona que no gritara cada dos palabras y media, por ejemplo.

Para colmo, al inicio del mes la ausencia fue doble, pues Jiang Cheng estaba en Gusu y Ming Jia en algún lugar desconocido de la región —luego se sabría que partió hacia Qinghe—, y esta doble desaparición en pleno Muelle de Loto tornó las primeras dos semanas en un completo suplicio.

Cuando el simposio llegó a su fin y Jiang Wanyin por fin retomó su puesto en el pabellón principal de Yunmeng Jiang, muchos de los cultivadores adjuntos a la administración suspiraron aliviados... Hasta que vieron el surco entre sus cejas y la constante expresión de estreñimiento que lo acompañaban. Que los dioses los protejan del desastre que ocurriría en el correr de los siguientes días.

Porque sí, quince larguísimos días transcurrieron lentas cual caracol, y Ming Jia continuaba desaparecido en acción. Era sorprendente lo mucho que se extrañaba su presencia a nivel administrativo, no sólo por la cantidad de tareas que por lo general recaían sobre él, sino porque además era el único ser humano sobre la faz de la tierra que lograba intercambiar más de cinco oraciones con Jiang Cheng sin morir en el intento. Qué talento el suyo, en serio.

Volviendo a la pregunta original, era cierto que Jiang Cheng estaba de mal humor porque Ming Jia lo había dejado para huir con Nie Huaisang. El sentimiento venía ligado a una fusión de necesidades, de hecho: la principal y más evidente era la que refería a su falta de autoestima y seguridad propia, que terminaba por envenenarlo con su tan recurrente sentimiento de que nadie, ni siquiera Ming Jia, lo consideraba como su primera opción. El segundo pero no menos importante venía de la mano de Jiang Cheng por fin comprendiendo lo mucho que Ming Jia lo ayudaba con su secta, y lo inútil que se sentía ahora que no lo tenía organizando hasta la más intrascendente de sus obligaciones. Por favor, ¡él era el líder legítimo de Yunmeng Jiang! ¡Él había revivido toda la maldita secta de entre las cenizas! ¡Él había reconstruido de principio a fin el Muelle de Loto! ¿Cómo era posible que la ausencia de Ming Jia lo cargara tanto de trabajo extra?

Por si no fuera suficiente, Ming Jia tuvo la excelente idea de dejar a su shidi número cuatro como reemplazo, y ese estúpido era más inútil que toda la familia Jin junta. De verdad que nadie podía compararse a Ming Jia. Tan sólo esperaba que fuese capaz de seguir trabajando después de la paliza que le daría al retornar.

Por suerte la agonía llegó a su fin antes de lo que hubiere imaginado, y la noche donde se cumplía su primer mes de ausencia uno de los cultivadores adjuntos abrió las puertas del salón principal, corrió hacia Jiang Cheng con una expresión bastante simpática en su rostro, y susurró justo sobre su oído: Ming Ziteng está en el muelle.

Jiang Cheng tensó los puños ante la declaración y, excusándose con un movimiento bastante vago con la cabeza, salió a toda velocidad por el pasillo. Tomando un farol, recorrió los islotes de madera en búsqueda de su tan desdichado discípulo. Ah, allí estaba.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Where stories live. Discover now