EXTRA 2: Un buen día. [+18]

422 27 5
                                    

Cuando Jiang Cheng tomó a Lingjiao por el rostro, le fue imposible ignorar sus propias facciones siendo reflejadas en las oscuras pupilas de la mujer entre sus brazos. Resultaba absurdo, estúpido inclusive, pero el simple hecho de haberse espejado en esos dos puntos negros y vidriosos acababa de permitirle comprender que, tal vez, Ming Jia no mentía al llamarlo su hogar.

Porque la mujer tenía la vista clavada en él, admirándolo como si se tratara del jade más hermoso de la región, profesando a través de sus ojos un amor tan intenso que por un instante Jiang Cheng creyó no comprender de dónde provenía.

Para él, el contraer matrimonio y concebir una familia nunca fueron más que deberes propios de un líder, pilares imborrables en una lista de quehaceres imposible de ignorar, pero de desagradable ejecución. Suponía, pues, que en algún momento llegaría la hora y tendría que elegir entre alguna mujer de buen nombre, traerla al Embarcadero de Loto bajo recomendación de su madre, y hacer lo que debía hacer para perpetuar el linaje que su padre le había heredado. Luego de eso podría continuar con sus días en silencio, concentrándose en su rutina para así evitar el suplicio que implicaría el estar casado con una persona que, a fin de cuentas, no le podría importar en lo más mínimo.

Para hacer algo así, mejor quedarse solo, ¿no? ¿Para qué continuar una tradición que no haría sino despojarlo de esa pobre sanidad mental suya? ¿Solo porque su madre lo requería? ¿Porque resultaría un escándalo tener que nombrar a alguno de sus discípulos como siguiente al mando debido a la falta de herederos? En aquel entonces él era demasiado joven para ponerse a pensar en asuntos tan lejanos, tan ajenos a sus ideales personales, mas aun así nunca pudo evitar preocuparse.

Y, sin embargo, ninguno de esos desalentadores escenarios terminó ocurriendo, no solo porque nunca estuvo realmente mal acompañado, sino porque además, esa misma compañía había mutado de una amante a escondidas —o un amante a escondidas, mejor dicho— a su legítima esposa. ¿En qué momento? ¿En qué momento de su vida pasó de aborrecer el matrimonio a desear llevarlo a cabo? Porque sin duda no pasó tan pronto la conoció, siendo que en ese entonces lo último que hubiese imaginado era que terminarían como habían terminado. Tampoco pasó cuando descubrió que era mujer, pues el odio provocado por una traición en ese momento irreparable arrancó de raíz cualquier voluntad por vincularse más íntimamente con la persona que, a fin de cuentas, le había roto el corazón. ¿Fue cuando intimaron en Gusu, entonces? No, no, aquel pequeño desliz había pesado dentro de su corazón como si de una herida de guerra se tratara, tanto por la naturaleza indecorosa del mismo como también por el dolor emocional que lo hubo acompañado. ¿Fue cuando curó su herida en la cueva, tal vez? No, todavía se sentía un tanto emocionalmente inmaduro en ese entonces, y por esa misma razón no había tenido el valor para invitarla de regreso a Yunmeng con él.

Pero si no se trató de un evento específico, si no se trató de una situación crítica que le había llevado a percatarse de lo mucho que quería mantenerla a su lado, ¿entonces cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué...?

Jiang Cheng examinó el rostro de Lingjiao tan minuciosamente que, por un instante, deseó perderse en él. Ese era el rostro que lo había estado acompañando desde la adolescencia, el que incluso después de sufrir varios cambios, siempre permanecía firme, implacable. Detrás de todo ese maquillaje se encontraba la misma sonrisa de sus primeros tiempos juntos, el mismo brillo de sus veintes, el mismo amor de sus treintas. ¿Cómo debía sentirse al respecto? Si esos mismos dos ojos habían hecho estragos en todo lo que él consideraba propio, todo lo que él consideraba digno. Si esos mismos labios habían pronunciado una incontable cantidad de frases que lo habían llevado a desear escucharlos por el resto de su vida. Si esas mejillas que alguna vez se empaparon con las lágrimas que él mismo generó, ahora parecían enrojecerse bajo su tacto producto de un calor íntimo y específico de sus encuentros.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Where stories live. Discover now