Uno siempre vuelve a donde fue feliz.

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Era Hada, la perra de Jin Ling.

—¡J-Jiang Cheng!—Lingjiao se dio media vuelta y gritó en dirección a Wanyin, quien continuaba recostado contra el lateral de la cueva—. ¡Jiang Cheng! ¡Hadita está aquí!

—¿Qué dices?—Jiang Cheng estiró su cuello con incredulidad. ¿Cómo era eso posible? Si sus cálculos eran ciertos, entonces resultaría lisa y llanamente imposible que nada ni nadie los encontrara así de rápido, siendo que llegar hacia ellos implicaría por lo menos medio día de búsqueda exhaustiva.

Pero Ming Jia acababa de regresar ante él con Hada saltando alrededor de su cuerpo, moviendo la cola con efusividad mientras tiraba una y otra vez del borde de su túnica. Quería que la siguieran, lo que significaba que estaba allí con el único objetivo de guiarlos hacia su libertad.

Jiang Cheng decidió entonces que era momento de abandonar ese papel de desgraciado y comenzar a ponerse manos a la obra, pues ahora que su herida había sido "tratada" y su energía repuesta, no existían razones reales para mantenerse quieto. Además, Ming Jia estaba igualmente herida y no deseaba obligarla a cargar con él a cuestas, por lo que se aguantaría el dolor como el hombre que era y continuaría firme su paso hacia esta tan repentina e inesperada libertad.

Aún así Ming Jia lo obligó a pasarle un brazo por alrededor del cuello, apoyando parte de su peso corporal en los hombros de la mujer mientras caminaban, despacio, por el sendero indicado por su perro guía.

Unos buenos diez minutos les llevó recorrer los confines de ese estúpido agujero rocoso, y cuando por fin sus ojos recibieron la luz del día —quién lo hubiera dicho, aufera el sol quebraba la tierra con el ardor propio del verano—, lo primero que los recibió fue Jin Ling con su arco y flecha en manos, caminando nervioso de un lado a otro. Estaba bien, Jin Ling estaba bien. Eso..., eso era todo lo que importaba.

—¡¡¡Jiujiu!!!—Jin Ling emprendió paso confiado hacia su tío, chocando todo su peso contra su cuerpo muy a pesar de que, suponía, el niño sí se había percatado de la ridículamente grande mancha de sangre que empapaba sus ropas. Ante el impacto Jiang Cheng tuvo que aguantar la respiración y ahogar un gemido de dolor, pero aún así permitió que el niño lo abrazara con todo ese ímpetu que demostraba. Qué clase de hombre sería si negara la preocupación de su sobrino luego de haber sufrido tanto por reencontrarse con él.

Aún así el hombre colocó ambas manos sobre los hombros de Jin Ling y los presionó con fuerza, claro signo de que se avecinaba una tormenta de reprimendas.

—¡Jin Rulan! ¿Cómo te atreves a irte solo por el bosque sin mi supervisión? Espera a que regresemos al Embarcadero de Loto, jovencito. ¡Esta vez no te salvarás de un castigo severo!

Pero no importaba cuánto gritara o cuánto retara a Jin Ling, el niño estaba demasiado consternado por la simple idea de haber perdido a su jiujiu que lo único que atinó a hacer fue largarse a llorar y persistir en su abrazo. Abrazo en el cual, luego de un par de segundos, incluyó también a su tía.

—A-Ling, está bien, ya estamos bien, no tienes por qué llorar—rió Lingjiao, afirmando un brazo alrededor de Jiang Cheng y otro alrededor de Jin Ling—. Aunque, por favor, ten un poco más de cuidado con tu jiujiu, él es quien ha recibido más daños.

Cuando Jin Ling procesó las palabras que Lingjiao le regalaba, el pobrecito por fin se percató de la sangre en sus ropas y sus rostros, llevando a que aquel llanto desconsolado aumentara al menos unos seis o siete decibeles. Mala idea decirle que Jiang Cheng había sido atacado.

—A-Ling, compórtate.—Jiang Cheng intentó fútilmente mantener su fachada de tío exigente, pero lo cierto era que el alivio mezclado con la alegría propia del reencuentro terminaron por ablandar esas rígidas cejas suyas, desencadenando en él aumentando la intensidad del abrazo entre los tres, permitiéndose así dejarse llevar por esa sensación tan refrescante en su interior. Frente a él estaban dos de las personas más importantes de su vida, después de todo. Sanas y salvas a pesar de las ridículas adversidades a las que fueron sometidas—. Explícale a tu jiujiu qué es lo que ha ocurrido, ¿dónde te metiste? ¿Adónde fuiste? ¿Cómo llegaste aquí?

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora