Ocho 💖

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Sakura levantó la cabeza para mirarlo. Se sentía avergonzada por no haber tenido más elección que tragarse su orgullo y regresar, y por haber permitido que él la hubiera acorralado otra vez.

–Como dijiste, Sasuke, todos cometemos errores.
Él parecía ajeno al dolor que había en su mirada.
–¿Quieres decir que te has dado cuenta de que podrías haber ganado algo más, aparte de unas semanas de trabajo aquí a cambio de tu virginidad?

¿De qué estaba hablando? ella no pretendía conseguir nada más de él excepto
que aquello fuera real. Sin embargo, ¿él estaba enfadado con ella? Miró su rostro arrogante y cruel. Parecía cansado de esperar su respuesta. Ella se alegraba.

–Fue una suerte que te ofrecieran más oportunidades en otros sitios, a pesar de
que haber venido directamente a mí.
–No todo el mundo es tan neandertal como tú, Sasuke. Algunos hombres no creen que la virginidad sea lo único que una mujer tenga que ofrecer.

–Sakura, no me malinterpretes. Me refería a oportunidades en el mundo laboral. No hay mucha gente a la que le ofrezcan trabajo después de haber roto un contrato con Uchiha Enterprises.

«Bastardo», pensó ella. «No querías decir eso». Y en cuanto a las oportunidades laborales, las que le habían surgido desde entonces, las había tenido que rechazar
por el bien de Harunoson’s. Sakura sintió una fuerte tensión en los hombros y dejó la cucharilla.

–Champán para terminar. Un brindis por la mujer que va a ser mi mano derecha durante un mes.
Sakura apretó los dientes. No tenía motivos para rechazar la oferta. Le había vendido el alma al diablo. Si le preocupaba perder la cabeza, era demasiado tarde. Él chocó la copa contra la de Sakura. Ella deseó poder cubrirse el rostro con algo para evitar su mirada penetrante.

¿La deseaba? Él la odiaba, y sabía que quería arruinarla. Bebió un sorbo y notó cómo las burbujas le hacían cosquillas en la lengua.

Respiró hondo y sintió que el alcohol penetraba en su torrente sanguíneo, provocando que fuera más consciente de su entorno. Dos días antes se había despertado para afrontar un día cualquiera en el restaurante: mesas vacías, montones de cuentas y gente cansada.

Y de pronto estaba allí sentada, la antítesis de su vida habitual. Rodeada de lujo, en un restaurante donde se tenía que reservar con meses de antelación. A menos que fueras la
acompañante del hombre que le había robado el sueño hasta ese día.

Durante un momento se preguntó si todo aquello no sería producto de su imaginación.
–Redactaré un contrato y lo firmarás mañana.
«No, no es un sueño», pensó, y asintió a regañadientes. Él era el diablo disfrazado. No tenía más elección que quedarse, pero no tenía por qué quedarse
allí. Regresaría al hostal.

Aunque tuviera que pagarlo con la tarjeta de crédito y tomar el metro todas las mañanas. Necesitaba escapar.
–Perdone –Sakura llamó a un camarero–.¿Podría pedirme un taxi? Gracias.

–No será necesario. Yo llevaré a la señorita Haruno. Gracias –
intervino Sasuke, casi antes de que ella terminara la frase.

–Has bebido. ¡No vas a llevarme a ningún sitio! –dijo ella enfadada, después de que se marchara el camarero.
–Me alegro de que estés de acuerdo. Yo no te llevaré a ningún sitio, porque hemos decidido que te quedarás aquí, ¿no?

–He decidido que voy a trabajar para ti. Donde me aloje no tiene importancia. Me aseguraré de llegar puntual, si eso es lo que te preocupa.

–No me preocupa, y a ti tampoco debería preocuparte. Vivir aquí te dará tanta experiencia como trabajar aquí durante el día. No hay discusión que valga.

No, nada de lo que él decidía se podía discutir.
–Me gustaría irme a la cama. He tenido un vuelo largo.
–¿A la cama? Mujer, deberías haberlo dicho antes –se puso en pie y la sujetó por el codo mientras le dedicaba una sonrisa.

¿Cómo podía ser tan atractivo y tener tan pocos escrúpulos? trató de no fijarse en él. Ya le había permitido una vez que pisoteara sus sentimientos de jovencita con aquella sonrisa y no estaba dispuesta a permitírselo otra vez.

–Sasuke, puedo subir sola los tres pisos.
–Insisto en acompañarte a tu habitación, bella –le susurró al oído mientras se alejaban de la mesa.

«Bella». Ella se preguntaba cómo era posible que no le flaquearan las piernas con los recuerdos seductores que invadían su mente.

Sakura comenzó a subir por las escaleras porque no estaba preparada para compartir con él el reducido espacio del ascensor. Notaba su presencia justo detrás.

Nunca podría escapar de él. Incluso a novecientas millas de distancia, ella no había conseguido dejar de pensar en él. Se detuvieron frente a su habitación y ella dijo:
–Buenas noches.

–Mírame –dijo él, sujetándola por la barbilla y apoyando la otra mano contra la
pared, acorralándola.

Tenía el rostro tan cerca que ella podía ver la barba incipiente
en su mentón y tuvo que contenerse para no acariciársela

– No puedes seguir
escondiéndote.
–No trato de esconderme.
–Mentirosa.
Ella lo miró a los ojos y vio que brillaban de deseo. Quería decirle que no la mirara así. Y al mismo tiempo, no quería que dejara de mirarla.

Él deslizó la mirada sobre sus labios. La deseaba. Ella lo sabía por cómo apretaba los dientes mientras le acariciaba el labio inferior de forma insinuante.

–¡Sasuke!
Sakura cerró los ojos por miedo a que, si los mantenía abiertos, despertara de aquel instante. No fue así. Por un lado estaba convencida de que él se echaría atrás, mientras que por otro esperaba que la besara impetuosamente.

No sucedió ninguna de las dos cosas. Separó los labios justo en el momento en que él
alcanzaba su boca y la besaba despacio, dolorosamente despacio. Introdujo la lengua en su boca y Sakura se estremeció.

El deseo se apoderó de ella. Sasuke introdujo los dedos en su cabello y le inclinó la cabeza para poder besarla de forma
apasionada. ¿Qué le había hecho años atrás para ser el único hombre de la tierra que provocaba que se derritiera con una simple mirada?

Él había dejado su huella en su alma. Pero mientras el deseo invadía su cuerpo como una droga, ella dejó de
hacerse preguntas y lo abrazó, apretando sus pechos contra su torso musculoso.

En ese instante, él separó la boca de la de ella, creando un nuevo vacío que sólo él podía llenar. «Sí», pensó ella. «Aquí no. Dentro». Abrió los ojos, preparada para dejarlo entrar en su habitación.
Pero la mirada penetrante de sus ojos negros la dejaron de piedra.

–¿Crees, quizá, que una rápida capitulación hará que me retire antes del juego? –su tono era implacable. Negó con la cabeza–. Sé que estás babeando por mí, querida, pero tener paciencia es la primera norma de los negocios. Nunca ofrezcas tus
mejores activos al principio. Ya cometiste ese error en el pasado, ¿verdad? Lo ves, ya has aprendido tu primera lección. Tenemos todo un mes para probar el postre.

Sakura se mordió el labio inferior y sintió que se sonrojaba. El deseo que sentía se convirtió en humillación, y Sakura se volvió para que no viera cómo se le humedecían los ojos.

–Perdóname por haber dado por sentado que ceder ante tu comportamiento
primitivo era un requisito del trato –murmuró ella, mientras abría la puerta de su
habitación–.Evidentemente, me he equivocado. Ahora que sé que no estoy obligada a ello, te aseguro que nada me dará más placer que mantenerme alejada
de ti lo máximo posible.

Sasuke soltó una carcajada.
–También te enseñaré cosas acerca del placer, pero todo a su tiempo.
Antes de que terminara la frase, ella ya se había metido en su habitación y había cerrado la puerta. Estaba temblando. Se apoyó contra la puerta y se estremeció.

Nunca se había sentido tan rechazada. Contuvo la respiración, y sólo suspiró cuando se convenció de que él se había marchado. En ese mismo instante, su voz
penetró en la habitación.

–Mañana empiezas a trabajar a las siete y media, en la cocina. No llegues tarde.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Where stories live. Discover now