Diescinueve 💖

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Sakura llevaba dos días en la ciudad del fuego. La casa de Sasuke era un lugar agradable y acogedor con las paredes pintadas de color crema y muebles de madera de olivo.

Desde la ventana del salón se veían frutales y cipreses. El día anterior, Sandra la había recogido en el aeropuerto, ilusionada con la idea de enseñarle el campo.

Llegaron a casa de Sasuke al anochecer y, puesto que Sakura estaba agotada por el viaje y por los eventos de la noche anterior, se quedó dormida enseguida hasta que, al día siguiente, Sandra la llamó temprano para comenzar las visitas a los proveedores.

Desde ese momento, había estado demasiado ocupada como para
acordarse de Sasuke. Sin embargo, en cuanto se quedó a solas otra vez, comenzó a echarlo de menos.

Trató de recordarse que se había metido en aquello sabiendo cuál sería el resultado, pero no esperaba que le resultara tan difícil estar distanciada de él cuando todo le recordaba a él.

Sandra la trataba como si fuera a convertirse en la esposa de Sasuke y no como si fuera una amante cualquiera. Y a cada sitio que iban sólo hacía falta mencionar su nombre para que la gente pusiera expresión de aprecio hacia su persona.

Sakura no podía evitar sorprenderse, aquel hombre tenía un carácter cambiante, salía con mujeres sin darle importancia a la relación y, sin embargo, allí había establecido relaciones fieles y duraderas.

¿Quizá pagaba precios elevados por los productos de aquellos proveedores? Pero eso tampoco explicaba lo orgullosa que se sentía la gente por tener relación con el señor Uchiha.

–Para Sasuke debe de ser un gran contraste cuando viene aquí desde la ciudad –le había dicho Sakura a Sandra, tratando de que le hablara de las dos personalidades de su hermano sin parecer maleducada.

Pero Sandra sólo se había encogido de hombros, asintiendo como si no tuviera importancia. Aquella tarde Sandra tenía un compromiso, y Sakura había pensado explorar la finca y la villa a solas.

Confiaba en que la noche no se le hiciera muy larga y que no pudiera evitar pensar en él durante demasiado tiempo. ¿Cuánto tiempo pensaba dejarla allí? ¿Todo el mes? trató de convencerse de que no todo estaba perdido, de
que aquélla era una buena manera de pasar el mes tranquila, hasta que pudiera conseguir el dinero que necesitaba para sacar a Harunoson’s adelante.

Pero cuando se acarició los labios, empezó a pensar en él, recordando el sabor de su piel, e
imaginando cómo sería poseerlo con la boca...
¿Qué diablos le había hecho? Ella, que se vanagloriaba por su capacidad de contención y autocontrol, no conseguía calmar el deseo que sentía por él.

Aquella mañana, Sakura había visto la piscina olímpica desde la ventana de su dormitorio. «», se dijo, pensando que nadar sería una buena manera de llenar el tiempo, de liberar la tensión que había acumulado la semana anterior y de
asegurarse de estar lo suficientemente cansada como para dormir bien.

Se alegraba de haberse comprando un bikini, por muy culpable que se hubiera sentido en el
momento. Eran las cinco de la tarde y comenzaba a refrescar. Sakura salió a la terraza y se acercó a la piscina para probar el agua con los dedos del pie.

Tenía una temperatura estupenda, ya que el sol la había calentado durante el día. Se metió en el agua con cuidado, como si fuera una delicada sirena.Comenzó a nadar de un extremo a otro, concentrándose en el ritmo de las brazadas.

Nadó como nadaba cuando era pequeña, como si sólo importara el movimiento de su cuerpo, sabiendo que se detendría mucho más tarde, cuando se sintiera satisfecha. Pero de pronto, sintió que algo cambiaba en el ambiente y abrió los ojos. –Veo que estás aprovechando al máximo lo que ofrece la villa.

El tono grave e irónico de aquellas palabras llegó hasta Sakura en el momento en que ella posaba la vista sobre el imponente cuerpo masculino que estaba en el otro extremo de la piscina. Se sobresaltó, pero no tardó ni un instante en reconocer a
Sasuke, a pesar de que tenía los ojos llenos de gotas de agua.

Al parecer, su cuerpo
también lo reconoció. Sintió un nudo en el estómago y se percató de que estaba deseando verlo.
–¿Qué haces aquí? –preguntó sin pensar.
–Vivo aquí. ¿Lo has olvidado?
«¿Olvidarlo? apenas puedo pensar en otra cosa», pensó ella.

–Creía que tenías trabajo en Konoha.
–Es fin de semana. ¿No te acordabas?
–Hoy he trabajado –contestó de manera automática.

–Soy consciente de ello. Para ti es fundamental. Yo, sin embargo, no necesito aprender más.
«Quizá deberías aprender que no puedes tratar así a la gente», pensó ella. Al
darse cuenta de que él la miraba fijamente, se abrazó para cubrirse el cuerpo.

Se fijó en su piel bronceada y en cómo la camiseta negra que llevaba resaltaba sus
brazos musculosos. Al retirarse la melena mojada de la cara, se fijó en que él se movía. «Cielos, se está quitando la camiseta», pensó Sakura.

–¿Qué haces?
–¿Qué te parece? Voy a bañarme contigo.
Un montón de ideas invadieron la mente de Sakura.

«Sabía que estaba aquí. Quizá una sola vez no le ha parecido suficiente. Pero ésta es su casa, y que yo esté aquí es intrascendente, ¿no? ¿Qué bien nos hará
hacerlo más de una vez? Sólo dificultará más las cosas».

Pero dejó de razonar en cuanto vio que Sasuke tiraba la camiseta a un lado. Sakura deseaba escapar y nadar hacia él al mismo tiempo.

Deseaba acariciar su
vientre, sentir su cuerpo apretado contra el de él, otra vez. Sasuke se quitó los vaqueros y ella se sintió aliviada al ver que llevaba un bañador debajo.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Where stories live. Discover now