Veintisiete 💖

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QUE Sakura se marchara antes le había ahorrado a Sasuke una pequeña fortuna. Y también la inevitable conversación que se mantiene cuando una relación pierde
chispa. Entonces, ¿por qué no estaba en el campo reconociendo lo afortunado que era? ¿O en Konoha llamando a la puerta de esa actriz francesa que le había dicho en qué habitación se hospedaba el día que se presentó a él en Uchiha's?

Se fijó en el trasero de Sakura contoneándose a través del ventanuco de la puerta de la cocina y sintió que su cuerpo reaccionaba. Al principio, había pensado que se le pasaría el disgusto.

Como siempre sucedía en las extrañas ocasiones en las que un trato no salía a su manera. Pero a medida que pasaban las semanas, se fue
percatando de que su disgusto era cada vez mayor.

De hecho, a la frustración que sentía al recordar la expresión helada que portaba el rostro de Sakura el día que se marchó, sólo le superaban los sueños ardientes que llenaban sus noches y sus días.

¿Sería porque cuando él había decidido que lo mejor era regresar a su círculo social en Konoha y se había encontrado con Chris, se había visto obligado a admitir que se había equivocado en ese aspecto? ¿O sólo era porque ella había tenido el atrevimiento de terminar la relación antes que él?

Probablemente. Después de todo, no recordaba que ninguna mujer lo hubiera dejado nunca y mucho menos que alguien hubiera incumplido un contrato con Uchiha Enterprises. ¿De veras creía Sakura que no sufriría las consecuencias?

Sasuke se movió una pizca al ver que una camarera le susurraba algo al oído a Sakura, y se fijó en que ella ponía una expresión seria. «Sí», pensó, permitiéndose un pequeño momento de triunfo antes de que ella volviera la cabeza y se quedara boquiabierta al verlo, «parece que sí pensaba que no sufriría las consecuencias».

Era lo peor que ella podía haber imaginado y lo último que esperaba que sucediera aquella noche. Aquella noche era cuando necesitaba centrarse por completo en Harunoson’s. Sakura lo miró a los ojos y sintió que el deseo se apoderaba de ella.

No sólo era un deseo carnal, sino un deseo especial. El deseo de acercarse al padre de la criatura que llevaba en su vientre, de echarse a sus brazos para que
la protegiera. Y ése era el deseo más peligroso que había sentido nunca.

Abrió la puerta de la cocina, ignorando la sequedad de su boca y el sonido de su corazón acelerado. «Debería habérselo dicho... tengo que decírselo». Cuando llegó a su mesa, sintió un fuerte nudo en el estómago.

–Sasuke, ¿qué estás haciendo aquí?
A pesar de que el día que regresó a su casa se había hecho la promesa de no pensar en él, se percató de que había imaginado su rostro tantas veces que conocía su cara a la perfección. Había perdido peso y su aspecto era incluso más
masculino.

–Imagino que lo mismo que todos los demás. He venido a cenar –el lugar tenía buen aspecto. Ella también. Demasiado bueno. Su manera de moverse alrededor
del restaurante demostraba talento y entusiasmo, lo que le recordaba a Sasuke que
ella ya se había ganado su respeto y su admiración una vez, y que amenazaba con
hacerlo otra vez.

Además, el vestido rojo y su melena recogida, provocaron que Sasuke deseara desnudarla allí mismo y provocarla hasta que ella le dijera que se volvería loca si no la acariciaba.

–Oí que habías hecho algunos cambios en el menú y en la decoración, Por un lado, Sakura quería soltárselo de golpe y borrar la irónica sonrisa de su boca. Por otro lado, se alegraba de que no le hubiera crecido el vientre todavía.

–¿Y resulta que estabas por aquí? –preguntó ella.
–Yo nunca estoy en ningún sitio por casualidad, Sakura. ¿Todavía no lo sabes? –
dijo él– Tengo negocios en ésta ciudad
Sakura frunció el ceño. Él no tenía nada que hacer allí. ¿Se habría enterado? Era imposible, porque ella no se lo había contado a nadie.

–Deja que te refresque la memoria. ¿No firmaste un contrato en el que ponía que un mes después de que regresaras aquí tendrías que conseguir doblar los beneficios ya que, si no, dejarías el negocio?

Sakura lo miró perpleja, preguntándose si había oído bien.
–El contrato se anuló y no tiene validez, Sasuke. Te hice una transferencia con todo el dinero que me prestaste.

–Y para ti, eso significa que el contrato no tenga validez, ¿verdad, señorita Haruno? Está claro que no pasamos el tiempo necesario estudiando la parte legal de llevar un negocio exitoso –negó con la cabeza–. Ah, espera, eso íbamos a verlo a final de mes. Pero creo recordar que decidiste no cumplir tu parte del contrato y te marchaste antes de tiempo. Lamentable, diría yo.

–No te debo nada. Te he devuelto el dinero.
–¿Y cómo vas a devolverme todos los conocimientos que has adquirido conmigo?E
Estás obteniendo beneficios, ¿no? Pues no trates de convencerme de que la experiencia no significa nada para ti.

El tono sensual de su voz provocó que Sakura comenzara a temblar, pero ella tensó los hombros para evitarlo, decidida a que él no lo notara.

–Si te hubieras tomado la molestia de leer mi propuesta, sabrías que todos los cambios que he hecho se han basado en los planos que creé antes de ir a Konoha.

–¿Y fue eso lo que convenció al banco para que te diera el crédito, querida, si nada había cambiado? ¿O quizás es que vieron que yo había estado dispuesto a invertir? ¿Les contaste que habías estado formándote a mi lado?

–La idea de que una mujer salga adelante en este mundo te molesta, ¿verdad, Sasuke?
–No te excedas, Sakura. Sabes, si no eres capaz de darme el dinero, puede que encontremos otra manera de llegar a una solución que nos satisfaga a los dos –la
miró de arriba abajo– ¿Qué te parece si te invito a una copa cuando termines aquí?
Brindaremos por tu éxito.

Amante Mía  ~SasuSaku ~Onde histórias criam vida. Descubra agora