13. BONHOMÍA.

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Wang Heng entra en la habitación oscura, el mobiliario de dicha estancia únicamente consta de una mesa y dos sillas, una de las cuales es ocupada por Huang Gao; el cazador está nervioso, sabe que su oportunidad de vengar a su hermano se le ha escapado de las manos, los papeles se han invertido o al menos eso es lo que su cerebro le dicta en un acto de confortación, aseguraba tener atrapados a los cambia formas y su venganza al fin se llevaría a cabo, pero ahora el prisionero es él, y es más que seguro que los malditos lobos no dejarán pasar su impertinencia.


Respira de manera agitada y su corazón se acelera al ver el destello rojizo de los malditos monstruos que lo custodian, y cuando el patriarca de los Wang entra siente que no puede respirar.


Wang Heng camina a paso lento pero elegante, y Gao no puede apartar su mirada de esos ojos carmesí que se acercan cada vez más, el alfa prime se para frente a la mesa, toma la silla y la arrastra para crear espacio y poder sentarse, una vez lo hace coloca sus codos sobre la mesa y mira de manera intensa al cazador.


—Teníamos un acuerdo, Huang Gao —dice Heng de manera tranquila.


—Yo no hice ningún trato.


—Tu madre lo aceptó, tu cuñada también.


—Nunca estuve de acuerdo.


— ¿Tu madre sabe que estás aquí amenazando a mi familia? —Wang Heng sabe que la mujer ha muerto, pero trata que el cazador piense que los Wang se han mantenido completamente alejados de ellos como decía el acuerdo.


— ¿Familia? Son unos monstruos, deberían estar en un circo —dice el cazador con desprecio.


Wang Heng bufa divertido. —Imagino que tú serías el dueño del maldito circo —Wang Heng se separa de la mesa, desabotona su saco y coloca su pierna derecha sobre su rodilla izquierda.


—Y no sabes el gusto que me daría mostrarlos al mundo encadenados —escupe con odio el cazador. Wang Heng sonríe, mira a su hermano Jin que está de pie detrás del cazador y con un leve movimiento de cabeza le indica que proceda, Wang Jin entonces con mucha fuerza toma la cabeza del cazador y la azota contra la mesa, el tremendo golpe aturde a Huang Gao que se queja de dolor y lleva sus manos a su rostro para cubrirlo —. Malditos fenómenos —dice el cazador de manera amortiguada, sin embargo, el agudo oído de los lobos percibe todo, y entonces Jin repite el castigo cuando Gao descubre su rostro, la nariz del cazador comienza a sangrar por el impacto.


— ¿Dónde está tu madre, Gao? Ella y yo teníamos un acuerdo.


— ¡Un acuerdo injusto! La vida de mi hermano no tiene precio.


— ¡Tampoco la de mi sobrino! —grita Wang Heng y azota su palma sobre la mesa —, y aun así les di una fortuna para que mantuvieran la maldita boca cerrada.


— ¡Tu maldito descendiente mató a mi hermano! —grita Huang Gao sin dejar de apretar su sangrante nariz.


Cuando Wang Heng escucha la maldición hacia su hijo su sangre hierve, se levanta de manera rápida y es él quien entonces toma la cabeza del cazador, la azota nuevamente, pero esta vez la mantiene presionada contra la mesa y le grita al hombre justo sobre el oído.

Dendrofilia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora