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Judith


- Mi omega... - por la puerta aparecí agitada al notar la unión de nuestros lazos y al sentir a su loba llamándome por juntarnos finalmente. Sus ojos estaban llorando y sus ojos brillaban con intensidad.

- Alfa... - ella me miraba con extrañeza, ahora mismo todo volvía a ella, ella entendía que yo era su predestinada y que ella era mía.

- Mi pequeña... sabía que eras tú, mi corazón me lo decía, tu aroma... ese aroma a frutillas.

- Y-Yo... no puedes ser... ¿Por qué creíste qué era yo?

- No lo sabía. Simplemente... simplemente me enamoré de tus pequeños ojos aquella noche. Eras humana y por eso debía de desaparecer de tu vida pero no quería. Te veías tan adorable y frágil. Tu aroma era tranquilizante y mi corazón comenzó a doler por verte llorar.

Y todo era cierto. Aquella noche estaba de vigilancia y olí un aroma a sangre. Fui directa a ver que ocurría y ahí estaba ella. Sus preciosos orbes azules brillando por las lágrimas y su piel pálida por el frío. Sabía que no debía ayudarla, que eso me conllevaría problemas pero el verla llorar me partió el alma.

La luna me llevó ante ella, mi lobo gruñía por verla así. No entendíamos porque si era una simple humana. Avancé con cuidado y cuando llegué le lamí la herida, no quería que se infectara. Me acurruqué unos segundos a ella para que se calentara y ella me abrazó. Mi frío corazón se llenó de calidez. La luna la miraba y la iluminaba.

Era realmente hermosa...

La acuné en mi lomo, ella me abrazó y antes de caer en Morfeo me agradeció suavemente. La llevé a su casa por su olor y unos señores me dieron la bienvenida y los reconocí de inmediato. Eran los líderes de la coalición de los cazadores.

La dejé en la cama y por cansancio me dormí a su lado. Desperté en mi forma humana y suspiré pesadamente. Me levanté con la sabana que cogí y noté como ella había despertado.

Nuestros ojos hicieron contacto y mi loba aulló, me advirtió que ella podía ser mi predestinada pero yo solo reí. Era humana, imposible. Con mucho pesar le borré la memoria y me fui.

Pasaron los años y no podía olvidarme de ella, era simplemente imposible. Sus ojos se clavaron hasta lo más profundo de mi alma.

Hoy empezaba en un nuevo colegio. Estaba cansada, lo hacía por mis padres pero me importaba un bledo. Caminaba por los pasillos hasta que olí esa fragancia a frutilla que tanto me gustaba.

Llegué a mi salón y ahí la vi. La reconocí de inmediato. Había cambiado mucho. Su cabellera negra era larga y sus ojos brillaban con menor intensidad. Había crecido un poco y tenía muy buenas medidas. Dejé de pensar en ella y saludé a mis compañeros nuevos.

Fácilmente hice buenas amistades a desgana y los días pasaron. Al principio no hice contacto con ella pero un día sin más sentí su mirada clavada en la mía.

Le devolví la mirada y ella se sonrojó. Que mona pensé en ese momento. Giré de nuevo mi vista y ahí comenzó todo. A veces ella me miraba y otras era yo. En unas coincidíamos pero todo se paró de repente.

Su mirada era oscura. Dejó de sonreír, ella había cambiado. Ya no se juntaba con las chicas de antes y siguió así de ausente hasta el día en que sus padres murieron. Sabía que les ocurrió pero no era momento de pensar en aquello.

Ella salió sin prisas al baño. Su mirada era igual sin sentimiento alguno y eso me molestó. Yo quería volver a ver esos hermosos ojos pero ella no me dejaba.

La seguí al baño y le hablé.

- ¿No vas a llorar? - me coloqué frente a ella y la miré con intriga. Su mirada me escaneó y su rostro se iluminó mínimamente.

- No, estoy bien. - mi lobo y yo hicimos una mueca de disgusto. Mentía horriblemente mal.

- No lo estás, no mientas. Tus ojos te delatan. - en efecto, sus orbes estaban brillosos como los de aquella noche y mi alma se partió en dos al verla a punto de llorar.

- No sabes nada. - dijo seria.

- Tal vez sepa más de lo que crees. No siempre está bien callar. - aunque eso debería hacer yo. Cuanto más me acercaba más probabilidades había de que se acuerdase de mí y eso no lo permitiré.

- Me da igual. ¿Por qué me has hablado? - preguntó resignada.

- Me gusta tu voz. Es dulce y porque no eres tan agobiante como ellos. - dije sincerándome. Salió de mi boca sin permiso y noté un pequeño rubor en ella.

- Gracias, pero me gustaría estar sola, con permiso.

Estaba feliz.

Sé que debía pasar de ella pero me fue imposible no sonreír de felicidad. Al pasar sentí como un impulso en mi interior. Observé su espalda por detrás y sentí como algo en ella me llamaba.

Los días siguieron pasando hasta aquella noche. Decidí cuidarla por si le pasaba algo debido a lo que le ocurrió a sus padres pero algo me fastidió el plan. Un lobo desterrado me atacó con fuerza. Al no tener a mi omega, en cuestiones de fuerza era menor. Hice todo lo que pude. Él me hirió de gravedad en el abdomen pero yo no me quedé atrás. Con mis garras lo desgarré por todo su torso y el gimió de dolor.

Fui con paso lento a donde ese olor a frutillas se encontraba. El dolor descontrolaba a mi lobo y este se volvía violento. Tanto que dañó a nuestra pequeña.

- Mierda, eso sí ha dolido. - dijo en voz alta. - no te voy a hacer daño, no sé si me entenderás, solo voy a ver si puedo curarte eso y ya está. - ambos nos sentimos mal al ver su mano sangrando.

Mi mente estaba manteniéndose despierta de milagro.

Me acerqué a ella y la observé durante unos escasos segundos. Olfateé ese aroma que tanta tranquilidad me daba y me tumbé más tranquila en el suelo.

Ella hizo un vendaje improvisado y yo gruñí interiormente. No quería preocuparle más, así que me callé.

- Perdóname, no tenía vendas a mano. Si tuviera algo para desinfectarlo... - que tierna y dulce se veía...

A lo lejos sentí como el lobo venía de nuevo. Me tensé y gruñí. No quería que ella estará en peligro... por eso le borré su memoria. Intenté levantarme pero no pude.

Camila hizo algo que me sorprendió, me abrazó y cogió un palo que estaba cerca. El lobo gris saltó sobre ella y a duras penas logró defenderse debido a que una de sus garras ingresó en su abdomen.

Mi lobo aullía furioso por lo que le hizo a nuestra pequeña. Ella era intocable, maldito ser.

- Joder, esta no era la manera que quería para poner fin a mi vida. - dijo adolorida.

Llena de furia y coraje al ver como trataba de volverla a herir salté y le rompí el cuello matándolo.

Cruzamos miradas y ella de repente se desmayó, no sin antes haberme llamado por mi nombre. Llamé a mis guardaespaldas y amigos para que inspeccionaran la zona y se llevasen el cadáver y yo con prisas la llevé a mi casa.

La dejé en mi cama y los médicos nos atendieron de inmediato. Ella gemía de dolor y yo no me quedaba atrás.

- Por favor, sálvenla. - rogué antes de dormirme.

La visión de nuestra alpha🤤

Me encantan las dos, no puedo elegir cachis. Espero que esta novela coja fuerzas y os guste a los pocos que le echáis una ojeadita hehe🤍🤭

La princesa de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora