11

28 1 0
                                    

Judith

Cargué nerviosa a Cami en brazos y a Liz la dejé descansando en la habitación.

Preparé el agua caliente, ropa para cami y para mi y toallas.

- Cariño, abre los brazo para que te pueda cargar.

Ella me abrió los brazos tal cual niña pequeña y la llevé al baño.

Primero me desnudé yo y me quedé en toalla y luego con mucha fuerza de voluntad a ella. Su piel clara era tan suave como la imaginaba.

- Cariño... ¿Te vas a meter verdad?

- Cl-Claro. - la cogí con la toalla y nos metimos dentro.

Una vez dentro nos quitamos las toallas. Ella se relajó y la observé con adoración.

- Eres preciosa... - pensé que lo dije en mi mente pero parece ser que no.

Cami sonrojada se acercó a mi poniéndome los pelos de punta. Con su mirada entendí que quería que la abrazase.

Me acerqué a ella y rodeé mis brazos por su pequeña cintura. Aspiré su aroma a frutillas y apoyé mi cabeza en su hombro.

- Te quiero Jud, te quiero demasiado. - Me apretó el agarre y me cogió la mano.

No aguanté. Comencé a lamer su cuello y ella gimió sensible.

- Per-perdona. Queria hacerlo. - Retiré mi boca de su cuello y me giré avergonzada.

- Tonta.  - ella giró su cuerpo hacia mi. Y apoyó su pecho contra mi pecho.

Dejé de respirar. La sensación de su piel contra la mía era increíble.

Ella me abrazó y yo la coloqué como princesa en mi.

Me miraba con amor y ternura. Sus ojos brillaban y yo me hipnoticé.

- Hacía tanto tiempo... Tanto tiempo que no sentía nada más que soledad... Y vas y apareciste tu. Una chica hermosa apareció en mi vida. No hablaba con ella, la admiraba a lo  lejos. A veces la pillaba mirándome y otra simplemente coincidíamos miradas. No quise aceptarlo porque siempre tuve miedo pero... Ahora sé una cosa y no tengo miedo de decirlo.

Siempre he estado enamorada de ti.

Esas palabras se repetían una y otra vez en mi mente. Una lágrima cayó en mi mejilla y gimeé. Ella lamió la lágrima y juntó nuestras frentes.

- Yo siempre, siempre supe quien eras... Desde esa noche quedé prendida de ti, de tu belleza, ternura y de esa sonrisa tan bonita que me dejaba dormir todas las noches.

- Cariño...

La besé. Besé a la que me ha dado fuerzas con todos los sentimientos que tenia. Un beso dulce pero desesperado por transmitirle todos mis sentimientos.

Ella me siguió rodeando sus brazos a mi cuello y haciéndome pegar más si era posible mi cuerpo al suya.

La alcé con simpleza y ella se acomodó encima mía. Arañé su espalda com cuidado de no dañarla y ella clavo sus uñas en mis hombros al sentir mi lengua por su cuello.

- Joder cariño.

Su cuerpo... Bendito sea el que la creó. Tenía un cuerpo delicado y suave. Su tez blanca resaltaba con su rojez. Sus labios carnosos y sus atributos que biem le dotaron. Ella era la definición de hermosa.

Simplemente besarla me daba miles de sentimientos que nunca antes había creído tener. Simplemente el roce de su piel con la mía me excitaba y me dejaba la piel de gallina y solamente su voz se metía hasta el fondo de mi mente...

Camila


Estaba avergonzada. Estábamos hace un momento sentadas tranquilamente y de repente ella me besaba con fuerza y amor.

Me alzó con facilidad y nuestros cuerpos chocaronm rodeé su cuello para ganar profundidad y ella me arañó sutilmente mi espalda. A reacción clavé mis uñas y ella comenzó a lamer y besar mi cuello.

- Joder Judith. - dije entrecortada y disfrutando sus caricias.

Ella gruñó en respuesta y yo le alcé el mentón.

Sus ojos claros y brillantes chocaron con mis profundos ojos. Ahí la admiré. Tenia un cuerpo muy bien estructurado, abdomen plano y marcado sin sobrepasarse, brazos fuertes, no tanto pecho como yo pero un culo muy bien dotado.

Deslicé mi dedo entre su canal y lo lamí al subir. Eché su cuerpo hacia atrás y la observé desde arriba.

Era preciosa, ruda pero sentimental. Ella era mi mujer y aún no me lo creía.

Toqué su rostro como si ella se tratara de una simple ilusión y ella cerró sus ojos al tacto. Gruñí y besé su cuello dejando leves marcas.

Bajé a su clavícula y ahi la mordí sin mucha fuerza pero dejando una pequeña marca.

Ella simplemente me acariciaba la espalda y yo la observaba y tocaba lentamente como si quisiera memorizar cada parte de su cuerpo.

- Mía. - dijo de repente.

- Tuya. - Ella giró y quedó encima de mí acorralándome contra la pared entre sus brazos. Lamió mi canal y subió sus toques a la zona inferior de mis pechos.

Nuestros muslos rozaban y eso me calentaba aún más y ella lo sabía. Me provocaba.

- Cariño... Aún no, estás herida pequeña y tienes que descansar.

Besó con cariño mis labios y se apoyó en mi pecho.

- Descansa tu también amor. - De la tranquilidad que me daba quedé dormida con ella entre mis brazos. Un sentimiento realmente increíble y no se, no sabría descifrarlo.

Tranquilos que habrán escenas más deliciosas hehe. Esto es el principio, el primer toque.

La princesa de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora