Kylie
Mi cabeza se ha aclarado hasta el punto en el cual conozco el hecho de que estoy dormida, pero mis ojos siguen cerrados y mis articulaciones pesadas. Tengo la cabeza un poco nublada y siento todo mi cuerpo como si hubiera sido arrollado por un camión.
Me duele todo; mis caderas, mis pechos, mi espalda, mis piernas, mi cabeza... todo. Intento abrir mis ojos, pero la luz blanca me ciega al instante y los vuelvo a cerrar. Trato de levantar mis manos, pero se sienten demasiado pesadas, así que las vuelvo a recostar a cada lado de mi cuerpo para descansar.
Intento una vez más abrir los ojos, la luz blanca logra hacer que los ojos me escuecen y que el dolor de cabeza se intensifique. Parpadeo un par de veces, mis pestañas revoloteando para acostumbrarme a la luz demasiado fuerte e insoportable.
Lo primero que veo es una ventana con cortinas blancas hasta el suelo. Tengo la cabeza tan aturdida como para que eso me asuste o impresione, simplemente son unas cortinas y una ventana, no me pregunto más sobre ello. No busco más sobre ello, lo único que quiero en este momento es intentar despertar.
Gimoteo algo que ni siquiera yo misma entiendo y cierro mis ojos otra vez, buscando calmar el constante dolor de mi cabeza.
—Kylie —escucho una voz femenina, muy suave y casi angelical.
—Hum... —digo... o más bien balbuceo, siento la garganta seca y la lengua pesada. Es algo difícil de entender, pero es cierto.
Abro los ojos otra vez, dejando que se acostumbren a la luz.
Tal vez me encuentro muy cansada para sorprenderme o asustarme al ver que estoy en una habitación total y completamente blanca con tonos azules, pero no de un azul bonito, no como los ojos de Jake, un azul que siempre me ha inspirado paz... sino de un azul opaco, sin vida, un color que no me gusta...
—Kylie —me vuelve a llamar esa voz y ahora que lo pienso... me resulta un poco conocida.
Es extraño de explicar, pero literalmente siento como la consciencia regresa a mi cuerpo lentamente. No sé cuánto tiempo pasa, pero empiezo a analizarlo todo con más claridad; miro a mis manos, la derecha está conectada a una intravenosa y sigo al tubo conectado en mi piel con mi mirada y después la subo lentamente hacia una bolsa con un líquido transparente dentro, no sé nada del sector de la salud, pero supongo que ese es el suero. Miro mi otra mano y también está llena de cables. A mi lado izquierdo está una máquina que cuenta los latidos de mi corazón, el constante pitido amartilla mis tímpanos y se siente como si me estuvieran torturando.
Intento recordar qué es lo que me trajo aquí y no entrar en pánico, pero lo último que recuerdo fue ver...
—Kylie —me llama alguien y esta vez puedo recordar a quien le pertenece esa voz.
Miro hacia mi derecha y ahí hay un sillón blanco con detalles beige, donde mi mejor amiga está sentada con las piernas cruzadas, al igual que sus brazos. Su bolso está a un lado, e incluso sentada, puedo ver un poco el pequeño bulto en su barriga, ocasionado por su embarazo.
Siento un poco de alivio al verla, por un momento temía ver a mi madre allí, pero el alivio se va cuando miro su expresión. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, pensando que tal vez estoy imaginando la expresión de mi madre en la cara de Jane, pero cuando la veo con más claridad puedo ver que si es Jane y que sí tiene la expresión de mi madre en su cara.
Su mandíbula está muy tensa, puedo ver lo duro que aprieta sus dientes desde mi posición, su mirada es indescifrable, está ocultando sus emociones a pesar de fracasar porque la conozco y sé cuando está mucho más allá de molesta.

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Mi Mejor Error (AD #2) ✓
Romance(Serie Amores Destinados, libro 2) Kylie y Jake eran amantes. Kylie y Jake eran desconocidos. Ambos están apunto de reencontrarse, solo que esta vez los papeles se invierten. Esta vez, Jake quería todo, pero Kylie... ella ya no quería nada.