3: "Un buon sapore in bocca".

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Las horas pasaron interminablemente lentas para Olivia y Carlo, que trataron por todos los medios de mantenerse ocupados trabajando, aunque inevitablemente acabaron hablando de la cita con sus amigos y pidiendo consejo.

- Si a ti la pibita te mola, no vayas envalao, que te conozco -le dijo el Cejas a Carlo, dándole uno de sus innumerables y acertados consejos amorosos. -Tú ve de tranquis, le dices lo guapa que está, le retiras la silla, pagas la cena... en plan gentlemen, como en las películas.

- Ve despacio con el ragazzo, pero déjale saber que il ti piace, porque es muy guapo y está rodeado de chicas, así que no pierdas el tiempo -Le dijo Luigi a una atenta Olivia, que paseaba nerviosa por su local. -Y ponte un vestido.

Carlo, que ya había acordado por mensajes con Olivia la hora a la que la recogería, llegó puntual. Se ajustó la gabardina y la chaqueta del traje antes de entrar al local, quedando deslumbrado al ver a la castaña con un precioso vestido blanco y una chaqueta.

Ambos sin proponérselo iban conjuntados y, mientras se miraban sin recato, esbozaron idénticas sonrisas de complicidad, satisfechos al notar que estaban en sintonía.

Carlo, como todo un caballero, le ofreció el brazo para que caminaran juntos hasta el coche, despidiéndose de Luigi, que los veía con una sonrisa de suficiencia mientras hacía un comentario sobre lo mucho que parecían una pareja.

Ambos se quedaron en silencio mientras Carlo le abría la puerta del coche, entrando tras acomodarse el vestido, esperando a que él arrancara. Durante el camino, por mucho que ella trató de que le dijera a donde iban, Carlo solo respondió que era una sorpresa y que fuera paciente.

Finalmente, su espera fue recompensada cuando aparcaron en la puerta del "Love Room", logrando que Olivia saliera del coche y mirara a Carlo con el rostro iluminado por la ilusión.

- ¿Es aquí? ¿De verdad? -preguntó con una sonrisa gigantesca y genuina.

- Es aquí. Te prometí una vez que te traería, ¿no? Pues qué mejor momento que hoy -respondió Carlo mientras volvía a ofrecerle el brazo, que Olivia aceptó encantada.

Ambos entraron caminando con elegancia, saludando en italiano a los trabajadores, que los recibieron encantados al ver a dos clientes que hablaban su idioma en aquella ciudad.

Gracias a eso los llevaron rápidamente a una de las mejores mesas, situada junto a un gran ventanal que daba vista a la calle principal y que estaba decorada de manera exquisita, con la fachada llena de flores para dar un ambiente romántico.

Carlo, por supuesto, aplicó el consejo del Cejas y le retiró la silla a Olivia para que se sentara, siendo recompensado con una sonrisa y un ligero sonrojo por parte de ella, que se puso a mirar a los cubiertos con timidez mientras él tomaba asiento.

Al principio, hablaron de trabajo para romper el hielo y, cuando les trajeron la carta, estuvieron debatiendo en italiano sobre qué pedir. Por suerte, parecían tener gustos similares también en la comida y no tardaron en ponerse de acuerdo.

- Due piatti di pasta alle vongole e uno di penne da condividere, per favore -pidió Olivia, recibiendo una inclinación del camarero.

- Ottima scelta, signorina. E sai cosa berranno?

- Un vino rosato per entrambi. Qualunque cosa pensi sia la migliore. -Dijo Carlo con seguridad, cerrando la carta y entregándosela al camarero, recibiendo otra inclinación.

- Perfetto, signore. Presto porteremo i vostri piatti.

En cuanto el camarero se fue, el rubio suspiró.

- ¿Sabes que me pongo nervioso hablando italiano? -Reconoció ante la atenta mirada de su acompañante. -Como he perdido el acento, a veces creo que se me ha olvidado hablarlo, pero gracias a estos momentos me doy cuenta de que no.

- Lo has parlato molto bene, Carlo. No estás tan... oxidado cómo me dijiste.

El camarero enseguida les trajo una botella de "Rosé Gold", abriéndola solo cuando ambos asintieron con aprobación. Tras servirles, se retiró de nuevo antes de decir que la comida pronto estaría lista.

- No suelo beber mucho -dijo Olivia mientras tomaba su copa, oscilando el vino lentamente para que se aireara un poco antes de beberlo. -No me gusta perder el control de lo que hago.

Carlo tragó saliva mientras imitaba su acción, eligiendo fijarse en el vino en vez de en los ojos de Olivia, pues de ese modo mentirle le era más fácil. -Yo tampoco suelo beber. Siendo dueño del gimnasio tengo que dar ejemplo, ya sabes.

En ese momento, dos camareros aparecieron con la comida y tras desearles un "Buon appetito" se retiraron. Ambos, no tardaron en degustar la comida con gesto crítico.

- No está mal -reconoció Carlo tras unos segundos -pero mi mamma la hace mejor.

Olivia no pudo evitar soltar una risita, dándole toda la razón porque estaba totalmente de acuerdo pero respecto a su propia madre. Tras probar el vino, preguntó con curiosidad:

- ¿Cómo es tua mamma? Nunca me has parlato di ella.

Carlo se quedó de piedra durante unos segundos ante la inesperada pregunta y una avalancha de recuerdos y sensaciones lo inundó, provocándole un nudo en la garganta que disolvió dándole un gran trago a su copa.

- La mamma es... la mejor. No tengo palabras...

Olivia, percibiendo su estado, tras un dubitativo segundo se animó a colocar su mano sobre Carlo, dándole un ligero apretón en señal de entendimiento.

- ¿La echas de menos? -preguntó bajito, observando los tormentosos ojos azules del italiano, que tantas tempestades escondían.

- Todos los días... -admitió él, devolviéndole la mirada a Olivia y encontrando en sus ojos verdes una comprensión que lo hizo sentir en paz. -Tú imagino que también, ¿no?

El labio inferior de Olivia tembló y sus ojos se humedecieron con lágrimas no derramadas, asintiendo en silencio a su pregunta. Carlo, con una delicadeza inusual, giró su mano y envolvió la de ella con ternura, dándole una muestra de apoyo.

- Sobre todo a... mio fratello, Ludo... -consiguió decir la castaña en un hilo de voz. -Non c'è giorno in cui non penso a lui.

- Te entiendo... más de lo que crees -admitió Carlo. Tras unos segundos de duda, alzó la mano de Olivia y le dejó un suave beso en el torso. -Sabes que estoy aquí si... no sé, necesitas hablar de eso. O de lo que sea.

- Grazie, Carlo. -Dijo Olivia mirándole a los ojos, venciendo la timidez por lo profundo que era aquel momento. -Lo so. Sé que puedo parlarti di qualsiasi cosa y me vas a entender. Es... una de las cosas que me gustan de ti.

Carlo, que no se esperaba esa pequeña confesión, sintió que su corazón se aceleraba. Sin soltar la mano de Olivia pero dejándola sobre la mesa, le acarició el dorso con el pulgar delicadamente.

- A mí también me gustan varias cosas de ti. Por eso... quiero conocerte más. Poco a poco, sin prisa... y a ver dónde nos lleva esto -propuso, pues no estaba en su mejor momento personal, pero tampoco quería renunciar a ella.

Olivia asintió, conforme y aliviada al ver que ambos estaban en la misma página y le dedicó una encantadora sonrisa antes de dirigir la mirada a su plato con recato. Carlo, entendiendo el gesto, soltó su mano para no ponerla nerviosa.

- Por el momento cenemos, que se nos va a enfriar la comida, ¿te parece? Que menos mal que la compañía es buena, porque ya te digo yo que esta gente o mejora la comida o no vengo más.

Olivia rió y no fue la última vez, pues pasaron la velada entre risas, confesiones, miradas tímidas, pequeños roces y una pequeña disputa al final que ganó Carlo, pagando la cuenta ante una Olivia que prometió invitarle en la próxima cita.

Carlo, como todo un caballero, la dejó en la cafetería "Kurant" con Luigi, que se había quedado esperando a su amiga para ver si regresaba bien y esperando que le contara con todo lujo de detalles cómo había ido la cita.

Tanto Carlo como Olivia se despidieron con un buen sabor de boca y con ganas de más.

Carlivia Week IWhere stories live. Discover now