4: "Sei più carina quando sorridi".

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Olivia salió a la calle a fumar para tratar de calmar los nervios. Mientras abría la cajetilla de tabaco y sacaba un cigarro, pudo notar cómo le temblaban las manos y suspiró hondo para intentar calmarse, sin éxito.

Cuando encendió el cigarro e inspiró el humo, pudo sentir el peso de su situación aplastarla como una pared de ladrillos. Al exhalar, los hombros le temblaron y vio como aire solo se llevó el humo, no sus problemas.

Silenciosamente, empezó a llorar.

Gruesas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, congelándose a la altura de su barbilla por el gélido aire de Londres. El cielo estaba nublado, siendo quizás un presagio de lo poco claro que empezaba a estar su futuro allí.

Los faros de un coche que acababa de aparcar la deslumbraron y apartó la cabeza con molestia, pero sin fuerzas para moverse o dejar de llorar. Llegados a ese punto, le daba todo igual, se sentía absolutamente perdida y derrotada.

- ¿Olivia? -La llamó una voz conocida.

Giró el rostro a tiempo para ver a Carlo saliendo de su coche, tan impecablemente vestido como siempre y con una expresión de preocupación, acercándose a ella rápidamente, dando largas zancadas pero aún así manteniendo la elegancia.

Olivia no pudo evitar llorar con un poco de más fuerza al ver una cara amiga y sentir, por primera vez en un rato, que dejaba de estar sola.

- ¿Que ha pasado? ¿Estás bien? ¿Alguien te ha hecho algo? -Preguntó Carlo de inmediato, colocándose frente a ella y mirándola con detenimiento en busca de alguna herida o pista que le ayudara a entender qué pasaba.

- No... non sto bene. Vino... el PNH... yo estaba sola y... me han ditto que me van a cerrar la cafetería si no pago, que tengo una settimana -Olivia, que había estado hablando con un hilo de voz, cerró los ojos y se mordió el labio inferior, que no paraba de temblarle.

- ¿Has llamado a la policía? Algo harán si les avisas, ¿no? Te están chantajeando -dijo Carlo, buscando soluciones de inmediato.

- No harán nada. Además, Gordon è arrabbiato con me...

- ¿Qué está enfadado contigo? ¿Por qué? -preguntó Carlo, perplejo. Hasta dónde él sabía, al policía le gustaba Olivia y tuvo una cita con ella, cosa que no le hizo la menor gracia.

- Porque piensa que tú y yo... stiamo frequentando -admitió Olivia, aún sin abrir los ojos.

Carlo se quedó sin habla al escucharla. Así que Gordon se pensaba que eran novios y por eso no la ayudaba, aunque ese era su trabajo. Menudo cretino. Aún así, eso le beneficiaba, pues sin Gordon ya no tenía competencia para ganarse el corazón de la italiana.

Tuvo que contenerse para no esbozar una pequeña sonrisa de satisfacción al saber que estaba venciendo a un rival, quedando por encima prácticamente sin hacer nada. Ese tal Gordon era un imbécil, no se la merecía.

Aunque eso poco importaba. Si hubiera sido un buen hombre, también hubiera luchado para alejarlo de Olivia. La quería para él, sin importar el resto. Aunque sinceramente, ayudaba a su conciencia saber que la alejaba de un mal tipo.

Sobre todo porque él también lo era. Aunque con ella, intentaba no serlo. Y eso tendría que valer de algo, ¿no?

- Scusa... -Dijo Olivia en un hilo de voz, sacándolo de sus cavilaciones.

- ¿Perdón por qué? -preguntó Carlo, pestañeando varias veces, confuso.

- Por si te he incomodado con lo que ho detto. Te has quedado muy riservato...

Carlo negó suavemente a pesar de que ella no podía verlo y, con extrema lentitud y delicadeza, llevó el pulgar a su mejilla, limpiando el rastro de las lágrimas. Olivia entreabrió los labios y contuvo el aliento, abriendo los ojos.

Lo primero que vio son los ojos de Carlo en una completa calma, dando la sensación de hallarse frente a un mar en el que le encantaría sumergirse. Le transmitió una inmensa paz y dejó de temblar, extasiada.

- No me incomoda, al contrario. Déjalo que piense lo que quiera, no le debes explicaciones, mucho menos si no está dispuesto a ayudarte -dijo el rubio en voz baja pero firme, haciendo que Olivia asintiera a sus palabras.

- È fácil, llevo días sin hablarle... -admitió Olivia.

Esta vez, Carlo no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción y alzó la otra mano para limpiarle las lágrimas de la otra mejilla, notando cómo la castaña volvía a quedarse sin aliento, pero no hacía el menor gesto de querer apartarse.

- La próxima vez que vengan a molestarte, llámame a mí. Yo sí te voy a ayudar.

- Grazie, Carlo...

Olivia parecía querer decir algo más, pero no le salían las palabras de lo abrumada que se sentía en ese momento.

Carlo pareció entenderla y, bajando las manos, dio un paso atrás, alejándose de ella. Justo en ese momento, su móvil vibró, alertándolo.

- Me marcho ya, que tengo trabajo.

- Va bene -asintió Olivia, suspirando hondo para deshacerse de toda la pena y las preocupaciones. Esta vez, el aire -o la presencia de Carlo- se llevó muchas de ellas, dejándola con una sensación de calma y quietud.

Carlo, que estaba abriendo el coche, se dio la vuelta de improvisto y la miró una última vez.

- Y recuerda lo que te dije una vez: estás más guapa cuando sonríes.

Esa vez, cuando encendió los faros del coche antes de irse, lo que le iluminó la noche fue la sonrisa que Olivia le dedicó.

Carlivia Week IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora