Capítulo 1

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Creo que todo comenzó esa tarde... Mamá arreglaba sus uñas sentada en su cama, el aroma a pintauñas inundaba la habitación, yo la miraba, fascinado, sentía una agradable sensación de querer intentarlo.

— Éstas son cosas de chicas, Mateo — Mencionó su madre mientras comenzaba a aplicar el barniz — Ni siquiera deberías estar aquí, anda, vete a jugar con tus carritos o algo. 

La miré, no tenía por qué ser tan grosera conmigo, no estaba haciendo nada malo... Las horas pasaron, mamá y papá tenían una cena importante el día de hoy; Papá terminaba de ajustar su corbata mientras se miraba de manera egocéntrica frente al espejo del baño.

— La apariencia lo es todo — Me aclaró mientras salía del cubículo y despeinaba un poco mi cabello. Estaba en ansias de escuchar el auto arrancar, necesitaba nuevamente ver las herramientas y cosas que mamá tenía en su cosmetiquera. Esperando ansioso salí a la sala, con las piernas cruzadas, mientras fingía ver la televisión. 

— Nos vemos más tarde cielo, Isa está arriba, no te duermas tarde, ¿De acuerdo? 

 — Que les vaya bien mamá... 

El sonido de la puerta principal se hizo presente ante mis oídos, poco después, el del motor del auto, está era mi oportunidad, no sabía cuándo tendrían una salida nuevamente. Sigilosamente subí las escaleras, cuidando no hacer ruido con mis pisadas, al llegar a la segunda planta, me escabullí a la habitación de mis padres, me sentía como un espía en una misión, en peligro.

 Sabía perfectamente dónde guardaba mamá todas esas cosas "Las cosas de chicas", porque en más de una ocasión la miré guardarlas, así que jalé la silla del tocador, y subí en ella para tomar aquellas cosas de la repisa, pero no era suficiente, no las alcanzaba, así que me estiré de puntillas, la alcancé, pero la silla se tambaleó y caí con todas las cosas. 

Hice unos segundos de silencio, esperando que Isabel no haya escuchado el estruendo, cuando sentí que no llegó, suspiré, no se había percatado. Así que comencé a sacar los esmaltes de aquella bolsa, mirándolos, eran colores brillantes, hermosos, colores que sé que jamás podría ponerlos sobre mis uñas. 

 — ¿Mateo? ¿Estás aquí? Escuché un golpe y... — Su mirada se congeló en mí, en mis manos, en lo que ellas tomaban — ¿Qué estás haciendo? 

— P-Por favor no le digas a mamá... — Ella se adentró en la habitación y se sentó a mi lado. 

— ¿Te gustan? 

— Si — Admití — Pero mamá jamás permitiría que usara algo como esto. 

— Pues no se dará cuenta — Isabela tomó un barniz de uñas color transparente — Dame tu mano — Cuidadosamente, comenzó a dar pinceladas sobre mis uñas, así pasó un rato hasta que terminó. — Guardaré las cosas como mamá las tenía, ve a tu cuarto, éste será nuestro secreto, ¿De acuerdo? 

— De acuerdo. 

Isabela comenzó a guardar las cosas con cuidado, ese fue el día, el día que supe que ella me entendía, que sería mi apoyo, que no estaba solo.

El valor de ser túWhere stories live. Discover now