Capítulo 5

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Llegar a casa ya no se siente como antes, ya no se siente esa calidez, ese amor que emana un hogar, últimamente hogar es solo un término que utilizo para llegar a esta casa, a esta estructura tan vacía, tan fría.Cerré la puerta con cautela, esperando no ser escuchado por nadie, giré el picaporte para cerrar... 

— Llegaste temprano galán — Me sorprendió mi madre por la espalda. 

— Si... Solo platicamos un poco... 

— Bueno, más tarde me das más detalles, ahora, debes ir a alistarte, la abuela Rosa llegará el día de hoy, tu padre ya está en el aeropuerto, ya me llamó hace un rato, no deben tardar en llegar. 

— Está bien — Le di la espalda y rodé los ojos, ¿Por qué tendría que estar más presentable? Es la abuela, no es nadie ajeno a nosotros, además, ya me había bañado, ¿Ella no lo recordaba? Subí a mi habitación y lo único que hice fue cambiarme la camisa y mojarme el cabello, para suponer haber hecho lo acordado. Me recosté en la cama y respiré profundo, tal vez he sido muy dramático, pero, es que las personas tienen que aprender a no juzgar, digo, solo bastó decirle el nombre de mi padre para que juzgara mi personalidad, aun teniendo en cuenta nuestras pláticas diarias, aun estando conmigo en persona, él dudó de mí, y es algo que no quiero pasar por desapercibido.

— Mateo, tu padre y la abuela han llegado, baja a cenar — Dijo mi madre entrando a la habitación y saliendo de manera inmediata. Me incorporé, acomodé mi ropa, cabello, la cama y salí de mi habitación, bajando las escaleras escuché la voz de Isabela, por fin había llegado de la universidad.

— ¿Y Mateo dónde está? — Mis pasos bajando las escaleras hicieron que la abuela notara mi presencia, sonriendo al verme — Mi Mateo, que grande estás.

— Hola abuela — Llegué a la planta baja y la abracé, besando después su mejilla.

— Ven cariño, vamos a cenar — Apretó mi mejilla y me tomó del gancho.

La señora Rosa María, la madre de mi padre, una mujer de alta alcurnia que habitualmente mantenía una expresión de seguridad, un rostro sin arrugas, una mujer que no aparenta su edad, ella es mi abuela. Si bien, siempre ha demostrado más cariño hacia mi persona, tengo miedo, ya que ella, a pesar de su amor por mí, no aceptaría que "soy diferente", inmediatamente dejaría de quererme, me borraría del árbol genealógico y de su vida, llegamos al comedor y ella se sentó en la parte de enfrente.

— Siéntate a mi lado, cielo — Palmeó la silla de su costado. La cena comenzó con normalidad, el silencio gobernaba el ambiente, el olor de la comida de mi madre hacia agradable el lugar.— ¿Y cómo te fue con la chica? — Soltó mi madre, yo casi me trasguño al escucharla, Isabela me miró con asombro, papá estaba desconcertado y la abuela, a ella le brillaban los ojos de una manera que jamás había visto.

— ¿¡Has tenido una cita oficial con una chica!? — Sonrió energéticamente — ¿Cómo es ella? ¿La conocen? 

— No, es algo que ocurrió hoy — Le respondió mi madre con la misma sonrisa.

— Si si, bueno, madre, ¿Te he platicado que despedí a un empleado en esta semana?

— El chico gay, si, me lo platicaste — Respondió la abuela de forma desinteresada — Cielo, cuéntame de la chica.

— Lo hice por la reputación del bufete.

— Rogelio, ya conozco tu explicación, conozco la situación — La abuela rodó los ojos.

— Hice algo bueno madre, ¿Podrías mostrarte interesada?

 — ¿Lo ves como algo bueno? Eso definitivamente podría hundir tu negocio en un par de días.

— Era un gay, no podíamos tenerlo en la oficina principal, el cometió un error, yo lo erradique.

— Ulises es un buen abogado, el que cometió un error no es él, eres tú.

— ¿Y tú cómo sabes su nombre? — No le respondí —Claro, solo eso faltaba, que me estés espiando, Ulises es un tema que no te interesa y no tienes porqué meterte.

— Si Ulises abre la boca estarás cancelado por el resto de tu vida, ¿Pensaste en eso?

— Los jóvenes y sus estúpidas modas, ellos no me contratan, lo hacen los adultos, así que no tengo porque tener problemas, y te lo pregunto de nuevo, ¿Cómo sabes de eso? — Lo miré extrañado — ¿¡Lo de Ulises!?

— ¡Porque Ulises y yo salimos! ¿¡Okey!? Salí con él hoy—Tapé mi boca, se me había salido, la mirada atónita de toda la familia estaba sobre mi, me puse de pie rápidamente y salí corriendo del comedor.

— Te lo dije, te dije que era contagioso — Escuché a la abuela al subir corriendo por las escaleras.

El valor de ser túWhere stories live. Discover now