Capitulo 8

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A Camila le agradó el hecho de que Lauren estuviera ausente cuando ella y Georgia se mudaron a su casa. Ya tenía suficiente con tratar con la arisca ama de llaves que, sin embargo, trataba a Georgia de manera muy distinta.

Había pedido la baja en el trabajo el día después de que Lauren se marchó y se sentía mucho mejor al saber que Georgia no tendría que pasar por el trance de separarse de ella. La niña parecía más contenta. Al haber crecido sin una segura figura familiar ella misma, sabía que a Georgia le vendría muy bien sentirse bajo la protección de Lauren, lo que hacía aquel sacrificio un poco menos desagradable. Su pequeña sobrina nunca sentiría la tristeza de no tener una segunda persona en quien confiar y apoyarse.

El día antes de la ceremonia, en un impulso que ni ella misma entendió, se compró un traje de novia y un velo. Decidió que nadie le iba a impedir ser una novia de verdad, aunque la boda en sí fuese una farsa.

-¿Qué te parece, Georgia? -Le preguntó a la pequeña mientras se ponía el velo sobre la cabeza, frente al espejo de la tienda-¿Parezco una novia de verdad?, espero que un día te cases con una persona que te quiera muchísimo.

Al mirarse de nuevo en el espejo con el velo y el traje, pensó que iba a estar tan despampanante como nunca, aunque era una pena sentir que nadie iba a apreciarlo. Todavía estaba preparando a Georgia para dormir cuando oyó que Lauren volvía a casa en su coche, ante lo cual se le revolvió el estómago. En menos de veinticuatro horas iba a ser su esposa. Compartiría su apellido y su vida, pero no su cama...

-Hola -Saludó la mujer por quien empezaba a sentir algo diferente a miedo, cuando llegó a la habitación donde Camila estaba acostando a la niña.

-Hola.

Camila se apartó para dejar que Lauren se acercara a ver a la pequeña, pero, al hacerlo, sus cuerpos se rozaron y el pulso de Camila se aceleró. Se quedó mirando a Lauren, que parecía cansada. La deseaba, deseaba besarla, deseaba que Lauren se acercara a ella y...

-¿Pasa algo? -Interrogó Lauren, sacando a Camila de sus díscolos pensamientos.

-No.

-Pareces... nerviosa-Curioseó.

-No lo estoy.

-¿Te has instalado ya por completo? -Inquirió con una calma que parecía desconcertante para Camila.

-Sí-Suspiró con cansancio.

-Me gustaría hablarte sobre nuestro viaje a Italia -Sugirió-Nos vemos en mi estudio en veinte minutos. Antes me gustaría ducharme.

Camila fue a buscar una bandeja que Lucía, que tenía el día libre, había dejado con café y tarta. La llevó al estudio de Lauren para esperarla allí. Ésta llegó poco después, luciendo unos pantalones que detonaban su gran trasero y entrepierna, y una camiseta pegadita a sus curvas que hicieron que el pulso de Camila, de nuevo, se disparara.

-¿Cómo te ha ido el viaje? -le Cuestionó Camila, tratando de disimular la reacción que le había causado.

-Me imagino que trayéndome el café y preguntándome ese tipo de cosas estás ensayando tu papel de esposa -Había tanta burla y desprecio en su voz que inmediatamente apagaron las llamas que empezaba a arder en Camila.

-Puedes pensar lo que quieras. En realidad, no me importa cómo te fue en tu estúpido viaje. Sólo estaba siendo educada -Escupió con rabia, solamente trataba de ser amable y de esa manera Lauren le pagaba.

-No te esfuerces en ser educada conmigo, Camila. No te pega -Masculló con odio, que al instante, al encontrarse con la mirada de Camila, se arrepintió de sus palabras. Se acercó hacia ella y tomándole la mano le beso la yema de los dedos.

Camila se quedó paralizada, sosteniendo la cautivadora mirada de Lauren.

-¿Por qué has hecho eso? -Preguntó mirándola como si le hubieran crecido dos cabezas más.

-No estoy segura-Respondió seriamente sin quitar sus labios de la suave mano de la morena-Si te digo la verdad, Camila, a veces, cuando hablo contigo, es como si tratara con dos personas diferentes. Me pregunto con cuál me casaré mañana.

Camila se soltó de la mano de Lauren como si esta fuera la misma peste y se apartó un poco de ella.

-No sé qué quieres decir. Hablas como si yo tuviese un trastorno de personalidad.

-Mi hermano me contó muchas cosas sobre ti, pero yo no veo ninguna de las cosas que lo perturbaban tanto-Confesó mirándola, tratando de mirar dentro de ella, su alma, su esencia.

-Quizá yo haya cambiado -Opinó Camila, evitando su mirada-La gente cambia. Tener un hijo es un acontecimiento que te cambia la vida.

-Indudablemente, pero no puedo evitar pensar que hay algo más-Camila sintió tensarse.

-¿Qu... qué quieres decir? -Preguntó Camila mirándola con cautela.

Lauren se dio cuenta de la preocupación de Camila. Todo el tiempo que estuvo de viaje había estado pensando en Camila, preguntándose cómo sería dormir con ella, saciar sus cuerpos. Era como si, sabiendo que Camila estaba prohibida para ella, su cuerpo hubiese decidido desearla incesantemente.

Lo podía sentir en aquel momento; el deseo la golpeaba y se excitaba con sólo mirarla. Quería odiarla, para así mantenerla alejada, pero a pesar de sus esfuerzos, su odio estaba siendo sustituido por algo mucho más peligroso; aquel deseo incontrolable que sentía hacia ella.

-A veces, es como si mi hermano hubiese estado hablando de alguien totalmente distinto. Simplemente no encaja-Suspiró cansada, no podía saber que era lo malo en todo esto, ¿Por qué Camila era tan distinta a como su hermano describió?, Camila no sabía qué responder. Pensó en contestar como lo haría Nadia, pero no se sentía preparada en aquel momento-Camila, ¿no tienes nada que decir? -le preguntó Lauren.

-Dijiste que querías hablar del viaje a Italia, ¿cuándo nos vamos? -Cambió de tema a uno más seguro Camila, ya que era la única manera que veía de salir de aquel embrollo.

-Nos marcharemos el día después de la ceremonia. Le diré a Lucía que te haga las maletas. Vendrá con nosotras para ayudar con Georgia. Debo advertirte que mi padre no te estará esperando con los brazos abiertos-Advirtió algo que Camila estaba esperando.

-Entiendo.

-La ceremonia se celebrará mañana a las diez de la mañana -Informó más relajada que en otras ocasiones al hablar de la boda-Dadas las circunstancias, será una ceremonia muy íntima.

Lauren observó que Camila se acercaba a la puerta como si esperara poder librarse de ella. Iba a decirle que no se fuera, pero lo pensó mejor; era peligroso si pasaban mucho tiempo juntas. No sabía por cuánto tiempo sería capaz de resistirse a ella.

Cuando la puerta se cerró tras Camila, se preguntó si en realidad no se estaría enamorando de ella.

Soy otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora