Capitulo 11

3K 275 13
                                    

A la mañana siguiente, cuando bajó con Georgia a la cocina, la primera cosa que Camila vio fue un cheque a su nombre en la banqueta, con justo el doble del dinero que el día anterior Lauren le había ingresado en su cuenta.

No sabía si sentirse enfadada o dolida. Agarró el cheque y lo estrujó, tirándolo contra la pared. Inmediatamente escuchó a Lucía detrás de ella hablando entre dientes.

—¿Desea que limpie eso, signora? —Preguntó Lucía mirando la bola de papel.

—No mi scusi —Contestó Camila, sin darse cuenta de que lo hacía en italiano—Ya me encargo yo—Lucía se la quedó mirando, haciendo unas extrañas muecas con la boca—Te lo debería de haber dicho antes. Entiendo y hablo italiano —Le dijo Camila con una leve sonrisa, muy diminuta.

—La signora Jauregui no me lo había dicho —Murmuró Lucía, frunciendo levemente el ceño.

—La signora Jauregui no lo sabe.

—¿No se lo ha dicho? —Los oscuros ojos del ama de llaves echaban chispas de odio.

—Hay muchas cosas que no le he dicho —Replicó Camila, volviéndose a mirar a Georgia—No le he dicho muchísimas cosas.

—La signora Jauregui me ha dicho que le diga que tiene algunos negocios de los que ocuparse. Llegará a tiempo para que todos nos marchemos al aeropuerto.

—Grazie, Lucía —Agradeció Camila, dirigiéndole a Lucía una titubeante sonrisa.

—Será una buena esposa—Le comentó Lucía tras unos segundos—Debe darle tiempo. Todavía está llorando la muerte de sus seres queridos; no está bien—Lucía miró a la pequeña—Georgia es una niña tan guapa. Ha traído alegría a la vida de la signora Jauregui.

—Es mi vida, ¿a que sí, Georgia? —Hizo pucheritos para después, besarle los deditos a su sobrina.

—Es usted una madre maravillosa —Sonrió Lucía levemente—Nadie lo podría dudar—Camila estaba sorprendida por aquel cambio de actitud del ama de llaves, ya que durante días había sido muy hostil con ella—La han llamado por teléfono mientras que estaba en la ducha —Le comentó Lucía.

—¿Ah? —Camila se puso nerviosa.

—No quería que su teléfono móvil despertase a Georgia, así que respondí a la llamada —El ama de llaves hizo una breve pausa—Espero que no la moleste.

—No —Negó Camila tragando saliva—No, claro que no me molesta —Camila se esforzó para parecer calmada—¿Quién... quién era?

—Una mujer, pero no me dijo quién era. Por un momento pensé que era usted. Me asombré, de verdad. Su voz sonaba tan similar a la de usted... —Parecía impresionada mientras la miraba curiosamente.

—¿Dejó... algún mensaje?'—Preguntó Camila con nervios.

—Dijo que volvería a llamar en otro momento.

—Grazie.

Hubo otra pequeña pausa en la conversación.

—La signora Jauregui me ha ordenado que la ayude a hacer su equipaje—Explicó en unos instantes.

—Está bien, Lucía. Me las puedo arreglar sola. De todas maneras, no tengo muchas cosas que llevarme—Se encogió de hombros mientras sentía la saliva de su sobrina empapar su cuello, pues la pequeña adoraba hacer burbujas de saliva.

—Si le puedo ayudar con alguna cosa, signora de Jauregui, sólo tiene que decirlo. Será un placer, se lo aseguro—Asintió para demostrarlo.

—Grazie, Lucía—Camila esperó a que el ama de llaves saliese de la cocina para soltar aire y suspirar—Estoy hasta el cuello, Georgia, y pronto me voy a ahogar —Le dijo a su sobrina.

Soy otra mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora