Capitulo 12

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Una vez que hubo dado de comer y bañado a Georgia, Camila la dejó al cuidado de Lucía y se dirigió a la habitación que Paloma había preparado para ella. Una cama enorme dominaba la habitación, lujosamente amueblada. Había una puerta que daba a un cuarto de baño individual y otra que, según le había dicho Paloma, daba a la suite de Lauren.

Llamaron a la puerta y Camila invitó a entrar. Se le secó la garganta cuando vio a Lauren entrar en la habitación. Estaba elegantemente vestido con un traje gris, que se pegaba a su increíble sinuoso cuerpo, para la cena.

—A mi padre le gusta arreglarse para cenar —Explicó Lauren—¿Tienes todo lo que necesitas?

—Sí —Contestó Camila, señalando al vestido que Paloma le había dejado preparado—Lo siento, no tardaré mucho. Quería asegurarme de que Georgia se quedaba tranquila.

—Te esperaré en mi suite. Llama a la puerta cuando estés preparada para bajar. Te llevará un poco de tiempo saber dónde están las cosas en la villa por lo grande que es.

—Gracias —Camila esperó a que Lauren se marchara para desvestirse y ponerse el traje que había escogido, que era de Nadia.

Cuando estuvo lista, llamó a la puerta de Lauren y aguantó la respiración al oír que ésta se acercaba.

—¿Estás lista? —Le preguntó Lauren, mirándola de arriba a abajo con abierta aprobación.

—Sí —Respondió Camila, dirigiéndole una leve sonrisa.

El comedor estaba amueblado tan lujosamente como el resto de la villa. Las paredes estaban adornadas con obras de arte de valor incalculable. Había varios espejos, con los bordes dorados, que hacían parecer al comedor incluso más espacioso de lo que ya de por sí era.

Cuando llegaron, Vito Jauregui ya estaba sentado, presidiendo la mesa.

—Llegas tarde, Lauren —Le reprobó Vito en italiano—¿Todavía no le has enseñado a tu mujer a ser puntual?

—No ha sido culpa de Camila el que lleguemos tarde—Contestó Lauren, también en italiano—He tenido que hacer varias llamadas de teléfono. He sido yo la que ha tenido a Camila esperando.

Camila se sentó y esperó a que Lauren se sentara enfrente de ella para dirigirle una mirada de agradecimiento.

—Tiene una casa muy bonita, signore Jauregui —Alagó Camila, tratando de romper el incómodo silencio que se había creado.

—Algún día será de Georgia —Contestó Vito en inglés—A no ser que Lauren tenga un hijo. ¿Qué te parece Lauren? —Prosiguió hablando en italiano y añadió en un tono insultante—Estoy seguro de que a tu mujer no le importará si le pagas suficiente dinero. Se ha abierto de piernas para muchos hombres, ¿por qué no lo va a hacer para ti?

—Lo que hay entre Camila y yo se queda entre nosotros —Refutó Lauren con calma—Preferiría, papá, que no la insultaras en mi presencia. Después de todo, es la madre de tu única nieta y se merece un poco de respeto.

—¡Ella es la razón por la que tu hermano está muerto! Debe pagar por ello —Exclamó Vito. Sus ojos echaban chispas.

—¿Cómo? —Preguntó Lauren sin alterarse—¿Burlándote de ella cada vez que se te presente la ocasión? ¿Ahondando todo el tiempo en su sentimiento de culpa como haces conmigo? —Vito miró a su hija con la cólera reflejada en los ojos—Es verdad, ¿o no? —Continuó diciendo Lauren con la misma calma—Siempre me has echado la culpa de la muerte de mi madre porque no quieres afrontar el papel que tú jugaste en ella.

—Tú llegaste tarde —Recordó Vito entrecortadamente—Tú la mataste al llegar tarde.

—No, papá —Insistió Lauren—Fuiste tú el que llegó tarde. Habías estado bebiendo. Tuve que esperar a que estuvieras sobrio para que firmaras unos documentos—Camila observó con angustia cómo el anciano difícilmente podía controlar sus emociones—Es muy fácil echarle las culpas a otro antes de afrontar el dolor que encierra la verdad —Continuó diciendo Lauren con delicadeza—Tal vez tengamos culpa los dos. Yo no debía de haber encubierto tus borracheras durante tanto tiempo como lo hice. Viendo el precio que hemos tenido que pagar por mi silencio, ahora no lo volvería a hacer.

Vito se apartó de la mesa e hizo un gesto al hombre que había llenado los vasos para que lo sacara del salón, ante lo cual Lauren se levantó por respeto a su padre.

—Siento que hayas tenido que presenciar esto —Se disculpó Lauren con Camila mientras sus miradas se encontraban.

—No pasa nada —Le quito la importancia Camila bajando la mirada—. Lo entiendo... no sabes hasta qué punto.

Hubo un largo silencio, durante el cual Camila era consciente de que Lauren la miraba, como queriendo poner algunas cosas en claro.

—¿Desde cuándo hablas mi idioma? —Preguntó Lauren ladeando la cabeza.

—Lo... lo estudié en el colegio y en la universidad.

—¿Y no creíste que fuera necesario decírmelo? —La miro con la ceja levantada pero Camila no se intimido esta vez.

—Tenía mis razones.

—Sí —Negó Lauren con resentimiento—Sin ninguna duda, has podido escuchar lo que se ha dicho de ti y podrás utilizarlo en mi contra más tarde. ¿Hay algo más que no me hayas dicho sobre ti que yo deba saber?

—No —Mintió Camila bajando la mirada.

—¿Por qué tengo la impresión de que me estás mintiendo, Camila?

—No... no lo sé —Contestó Camila de manera poco convincente.

—Eres una mujer intrigante, cara —Habló suavemente mirándola atentamente—Me pregunto qué otros secretos me esconden tus ojos marrones.

—No... no hay secretos —Mintió nuevamente—No tengo ningún secreto.

Lauren acarició los labios de Camila con su dedo pulgar hasta que ésta perdió el sentido de la realidad. Deseaba ser besada y acariciada por ella y, cuando ésta la tomó por la cintura y ambas se fundieron en un apasionado beso, Camila se estremeció de placer. Pero, de repente, Lauren se apartó de ella.

—Me prometí a mí misma que no te iba a volver a tocar. Después de anoche...

Camila no dijo absolutamente nada, ya que entró personal del servicio en el salón.

Al terminar la cena, durante la que Camila apenas habló, Lauren se acercó a ella y la acompañó hasta su habitación.

—Me gustaría que pensaras en la posibilidad de convertir nuestro matrimonio en un matrimonio de verdad —Admitió Lauren en la puerta de la suite. Camila se la quedó mirando. Su corazón se iba a desbocar—Quiero lo mejor para Georgia y, a pesar de lo que me dijo mi hermano, ahora creo que tú también quieres lo mejor para ella. Por eso pienso que sería mejor si nos comportamos de una manera normal y ella creciera en el mejor ambiente posible. No sería bueno para ella estar con unas madres que se pelean todo el tiempo—Comentó Lauren con una suave sonrisa—Todavía estás con el desfase horario del viaje. Te voy a dejar que duermas tranquila. Por ahora.

Camila no quería dormir tranquila, ¡quería dormir con Lauren!, y si no dormían, mejor.

—Vamos, cara —Repitió Lauren al ver que Camila no se movía—Estoy tratando de ser una dama, pero no me lo estás poniendo fácil—Bromeó cariñosamente.

—¿No... no te lo estoy poniendo fácil? —Camila se humedeció los labios.

—No. No me lo pones fácil. Sólo tengo que mirarte para quemarme. Vete ahora que todavía tengo fuerza para resistirme.

Camila se metió en su habitación. Se recordó a sí misma, con dolor, que la realidad era que Lauren la odiaba. La odiaba aunque la deseara y había decidido dejar a un lado ese odio por el bien de Georgia.

Soy otra mujerWhere stories live. Discover now