Capítulo 39

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¿Cuándo fue la última vez que tuve sexo? Es la primera pregunta que surge a mi cabeza, cuando termino de aceptar pasar la noche en el penthouse de Darío. No es la primera vez que dormiré allí, pero presiento que esta noche será diferente. ¿Quiero que sea diferente? Es la segunda pregunta que viene a mi mente, después de subir al coche, cada vez más cerca del momento en el que ya no habrá tiempo para hacerme preguntas, porque sólo tendré que tomar la decisión de dejarme llevar y vivir una fuerte aventura llena de pasión y deseo con el hombre más guapo que vi en mi vida, o rechazarle y correr el riesgo de que nunca más vuelva a verme con los mismos ojos.

La primera vez que me expresó su propuesta, me aterroricé. Hui, realmente espantada, ni por todo el dinero del mundo lo habría hecho. Pero ahora, ya no sólo hay dinero sobre la mesa. Darío D´Angelo es el hombre perfecto para buscar amor. Todo lo que una mujer busca en un hombre, lo puede encontrar en él. No me considero todavía suficientemente buena, pero quiero rozar aunque sea la puerta de su corazón. Le debo tanto, me ha dado todo lo que necesitaba en un momento de absoluta perdición. Cuando no tuve nada, fue su mano la que tomé y no me ha soltado hasta ahora. Tal vez estoy siendo demasiado sentimental, cuando ni siquiera sé que siente realmente  por mí. Pero ya estoy hasta la narices por él.

Sí, quiero su amor.

—Sé que dije que tenía paciencia, pero…

Lo interrumpo.

—Pero, la paciencia se ha ido.

Lo comprendo. Me está pasando.

Sus ojos se encuentran con los míos, y le sonrío con picardía, exponiendo mi decisión. Estoy aceptando, aceptando correr el riesgo. Aceptando ser esa mujer que posea por las noches, pero salude con distancia cuando se la encuentre en los pasillos del trabajo.
Darío parece sorprendido. Una media sonrisa aparece en su rostro; una sonrisa lasciva. Procede a acariciar mi mejilla, cubriendo mi lado izquierdo con su mano, de repente me acerca a él sin esperar demasiado y  une sus labios con los míos, en un beso que quema al tacto, debido a su intensidad. Primero es suave, pero una vez que le permito la entrada a su lengua, se convierte en salvaje. Es un beso tan imponente que despierta en mi interior a una mujer ansiosa, desesperadamente peligrosa.

Todavía no hemos bajado del coche, permanecemos en el estacionamiento, besándonos sin importar nada, arriba de su BMW somos él y yo y el resto que se pudra. El mundo afuera ya no importa. Los besos en el coche avivan mi deseo. Las preguntas que me había hecho antes de llegar a este momento, entre beso y beso, se responden solas; la última vez que tuve sexo fue con Alexis hace un año, fue deprimente, como siempre. La manera en la que Darío me besa, hace que desee querer mucho más, y saber lo que de verdad es estar con un hombre. Eso responde automáticamente mi segunda pregunta. Sí, quiero que esta vez sea diferente. Quiero sentirme una mujer especial en sus brazos, sé que puede llevarme alto con tan solo besos, puede llevarme a la estratosfera si le permito más. Y no pienso perderme la oportunidad de sentirlo.

Darío se aparta de mí, y me siento desvalida en cuanto lo hace. No me dice nada, solo se baja del coche. Con normalidad, me abre la puerta del copiloto, y me extiende su mano para ayudarme a bajar.

No suelta mi mano durante el trayecto hacía el penthouse, yo no me atrevo a hablar. Todavía mi cabeza se ha quedado prendada de los besos que nos dimos.

En cuanto estamos solos en el ascensor, sorpresivamente, toma de mi barbilla y gira mi rostro para darme un beso; suave y dulce. Me pone de espaldas, abrazándome por detrás, Sus manos cubren mi abdomen, y sujetan mis propias manos, inmovilizándome. Me tenso al sentir lo duro que está, e instintivamente me pegó más a él. ¿Qué demonios me sucede?

Corre mi cabello a un lado y comienza a dejar suaves besos por mi cuello. Cierro los ojos, dejándome hacer por el placer. Por dios, estúpido ascensor sube más deprisa.

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