CAPITULO 35. SIGO SIENDO AMADA

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Tad se incorporó al bufete, y Paula tuvo que morderse los labios cada vez que Carol le sonreía a él. No lo trataba como al resto de socios o colaboradores, le tenía cierto cariño; pero al menos, tampoco como la trató a ella en el corto tiempo que duró su noviazgo.

El licenciado Fighter era un tipo educado, amable, gentil, rápidamente se ganó el respeto y cariño del resto del equipo; incluida Anabel. Durante las juntas mañaneras, él dominaba la reunión cuando de organizar la diversión se trataba... Carol solía mirarlo con una sonrisa de afecto, hasta que se topaba con la mirada desdichada de Paula... entonces desviaba la vista hacia sus documentos.

Muchas semanas habían pasado sin que alguna volviera a intentar acercarse a la otra...hasta que Paula escuchó rumores que nada tenían que ver con Tad Fighter; y fue de la manera más inesperada y en el lugar menos imaginable; en un sencillo puesto de comida callejera donde ella pidió una torta.

—Yo creo que al fin la licenciada Rovira encontró a su media naranja —dijo Berenice a Vicent mientras se acomodaba en una de las mesas esparcidas a un lado de la calle.

—¿Tú crees?

—¿Puedo sentarme? —casi suplicó Paula.

Berenice y Vicent se miraron con pena; cuando estaban a solas acostumbraban a cotillear sobre asuntos del bufete, y ella los había escuchado hablar de la jefa.

—Por favor, sería un honor —respondió Vicent.

—Dime que no es verdad —suplicó Paula.

—Cariño, no haga caso, son solo rumores —dijo Berenice.

—La media naranja de la que hablan... ¿Es Tad?

—No se martirice...

—¿Es Tad?

—No es alguien que usted conozca —dijo Vicent—, ni siquiera sabemos si es verdad.

—¿Cómo se llama?

—Vicent dice la verdad, no lo conocemos.

—Entonces ¿Cómo escucharon?

Berenice le acercó el diario que tenía sobre la mesa. "El millonario filántropo al fin tiene con quien gastar sus millones", la foto estaba allí, ella parada a su lado, las manos de él en los bolsillos de sus pantalones, las manos de ella sujetaban su bolso. No se veían amorosos, ni siquiera emocionados, solo estaban cerca el uno del otro; lo único que podría hacer pensar en que estaban en una cita romántica era que ambos estaban vestidos de etiqueta. Ella se veía guapísima, hermosa... la mujer que ella amaba, la misma que había estado entre sus sábanas, haciéndole el amor como si no hubiera un mañana; y ya no era suya.

—¿Ya ordenaste? —preguntó Berenice—. Te recomiendo los perros calientes, son los mejores de la ciudad.

—Lo siento, tengo que irme —dijo la licenciada Usero al tiempo que salía a toda prisa.

—No se preocupe, yo me hago cargo —dijo Vicent cuando el señor del puesto se acercó.

—No me ha pagado —dijo el señor, con cara de pocos amigos.

—Yo pagaré. Tranquilo.

...

Paula llegó a la oficina antes que la mayoría, el portero la recibió con una sonrisa.

—Tan puntual como siempre, Licenciada Usero.

—¿Ya regresó la licenciada Rovira?

—Está en su oficina. No ha salido; pero está ocupada.

Paula caminó lo más rápido que pudo, el portero la siguió de inmediato.

—Espere, licenciada Usero...ella está ocupada.

EL PÚRPURA EN TUS OJOS (fanfic Paurol)Where stories live. Discover now