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La alarma del reloj sonó a mi lado, fastidiando como suele hacerlo todos los lunes por la mañana.
Deje caer mi puño para silenciarla, y con los ojos cerrados me senté en la cama. Luego de abrirlos me quede en la misma posición viendo mi pantufla, parpadeando lentamente.
Eran las seis y cuarto de la mañana, debía estar en la preparatoria a las ocho para dar inicio a la campaña de limpieza de áreas verdes en Hawkins. He estado buscando cosas que hacer para el bien de la comunidad después de todo el dolor que hemos pasado, leí en un articulo no hace mucho, que la mente que se mantiene ocupada, logra olvidar las cosas con más rapidez.
Ya ven porque suelo tener muchas clases extracurriculares desde lo del upside down...
Salí de mi trance astral al escuchar que alguien tocaba la ventana de mi habitación.
No era normal, no para alguien como yo.
Fui lentamente, tomando un muñeco en caso de que tenga que golpear a alguien, solo por protección. Abrí lentamente la cortina, pero de inmediato baje la guardia y solté un suspiro de alivio al encontrarme con Mike.
—Casi haces que me de un micro infarto —abrí la ventana evitando hacer ruido. Le ofrecí la mano y él entró casi tropezando por todas partes. —¿Donde estabas? ¿por qué no estás en tu habitación?
—En la fiesta, bebí un poco y luego...
Y entonces, el idiota de Mike vomitó toda mi cama antes de que pudiera terminar la oración.
—¡Mike! —murmure a regañadientes. —¿Cómo haremos para que tu madre no se de cuenta?
—¡Mike, a desayunar!
—Oh, mierda, mierda —corrí y nos encerré con seguro, debía hacer algo para limpiar ese desastre antes de que Karen sospeche.
—No volveré a tomar alcohol en mi vida.
—Eso espero.
—Pero wow, ¿las fiestas de los mayores siempre son así? —se notaba una chispa de emoción en su voz.
Recogí la sabana y la arrugue para llevármela a la lavadora, me giré para mirarlo y respondí a su pregunta. —La mayoría de las veces...
—¿Y tú te llegaste a poner así?
—¡Mike, ya despierta! —volvió a gritar su madre.
—Si no te metes a esa regadera ahora mismo, estaremos muertos, Michael.
—¡Pero es agua fría! —lo empuje hasta mi regadera. Debía bañarse si quería seguir teniendo novia este fin de semana.
—El agua fría ayuda para borrachos y pubertos como tú. Ahora déjame solucionar tu asunto con la señora Wheeler.
Mike se encerró en el baño de mi habitación y yo me vestí con lo primero que encontré en el closet. Bajé simulando estar recién levantada y en cuanto Karen me vio, esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
