Todos se convierten en monstruos

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Tags: INSTINTOSANIMALES/OBSESION

Pareja: Akashi x Furihata

Fandom: Kuroko no Basket

Abuso, semi-canon, manipulación mental/emocional. 





 

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Ágil, rápido, voraz y de fuerte instinto territorial. Seijuuro era un prodigio en toda la extensión de la palabra, admirado y envidiado. Era popular con todas las mujeres y bien sabia que unos cuantos hombres. Sin embargo, nunca le intereso realmente nadie. Simples y mundanos seres humanos que no le causaban pisca de curiosidad.


Entonces lo conoció a él. Su actual pareja estable y con la que deseaba pasar el resto de la vida. La primera interacción entre ambos le pareció molesta y olvidable y solo hasta que le tuvo en frente de la cancha, tiempo después, cambio de opinión. Había algo en el chico que le llamaba la atención, un "algo" en su rostro, en el aura que emanaba de su cuerpo.

Fue difícil cazarlo, pues los regalos que pretendían impresionarlo le eran devueltos con molestia. Seijuuro no era transparente con Kouki, pues sus acciones se debían a la necesidad de saber a que se debía la atención que Seijuuro había desarrollado con el castaño.


¿Era amor? No tenia sentido, pues solo llevaban poco de conocerse. Aun así, la sensación irracional de querer tenerlo cerca, de tocarlo tanto como pudiera, invadir su espacio personal, ver el sonrojo de su rostro cuando lo halagaba, cada expresión dada y no dada por él.

Pronto, sabia todo lo que había que saber de Kouki, la necesidad de poseerlo lo volvió dependiente de cada detalle de sus movimientos, de sus pensamientos. Tenía entonces alguien siguiéndolo, cuidándolo bajo su mando. Su obsesión llego a tal punto que había puesto cámaras en su habitación, micrófonos en sus uniformes, o la maleta del entrenamiento. Kouki por supuesto no sabia nada de ello y eso estaba bien de todas formas.


Pero precisaba más. Queria que Kouki lo necesitara, convertirse en su oxígeno, una necesidad. Pero no sabia como. Hasta que una sola palabra mencionada por algún random de su equipo, le llamo la atención.


Sexo.


Kouki no era precisamente un mojigato, pues si que habían pasado más allá de una tomada de manos, habiendo besos, caricias, pero solo más que eso. Aun así, el castaño siempre lo aceptaba, decía que lo amaba, pero no se sentía listo para llegar al mas importante paso.

Seijuuro siempre obtenia lo que queria, sabe como llegar a la victoria, así que Kouki no se le escapará. Mueve los hilos de la mejor manera que sabe para que ese fin de semana Kouki se quede solo en su casa. Lo asustará; lo sabe, pero vale la pena con lo que obtendrá.

La cerradura saltó con facilidad. Se molesto un poco con esa seguridad, pues ni siquiera había supuesto un reto, pone una nota mental para arreglar después eso. Aguardó unos instantes a que sus ojos se adaptaran a la oscuridad de la casa medio vacía. Cruza el corto pasillo, lanzando rápidas miradas al interior de las diferentes habitaciones por las que pasa para asegurarse que no haya invitados inesperados, deteniéndose en la habitación que busca, esa en la que a estado pocas veces y muy a su pesar; supervisados.


A través de la puerta medio abierta puedo ver la silueta de Kouki sobre la cama, durmiendo. Las sábanas se arremolinaban a su lado, seguramente apartadas por el calor nocturno, dejando al descubierto su cuerpo medio vestido sólo con una corta camiseta. Acostado de lado, medio boca abajo, con las piernas entreabiertas, pudo disfrutar gracias a su buena vista de las redondas formas del trasero del castaño, molesto por que la oscuridad no le permitió verle completamente. La sola imaginación del olor a sexo que pueda haber en la habitación cuando por fin lo posea, aceleró su excitación.


Siente la saliva arremolinarse en su boca, su corazón latir desembocado. Se desprendió de su gabardina, mostrando una anatomía cuidadosamente trabajada en el gimnasio, está orgulloso de su cuerpo y lo mucho que con el hará disfrutar a Kouki.


Camino en dirección de la cama, cerrando con candado la puerta, probablemente su corazón no pueda soportar los efectos de la necesidad sobre el cuerpo del castaño, pero a Seijuuro no le importa pues apenas podía contener su fuerte erección.

Se aproximó a la cama y con sumo cuidado se subió a ella, acercando su rostro a la entrepierna del durmiente Kouki, haciendo que proximidad de su rostro, el cálido aliento en ese lugar le arrancase un suspiro. Con suma delicadeza quita la ropa interior de Kouki, haciéndole salivar, pasa su lengua por los labios que se le han secado, lamiéndolos con deleite. Kouki emitió un leve ronroneo y reacomodó sus caderas, abriendo las piernas, como si inconscientemente quisiera facilitar el acceso a su sexo. Audaz y desesperado, Seijuuro colocó sus manos sobre los glúteos y los separó, pudiendo introducir su lengua entre estos, para llegar al lugar que desea profanar.


El castaño, embotado por el sueño, tardó unos instantes en comprender lo que estaba ocurriendo. Sus gestos de somnolencia cambian poco a poco en sorpresa cuando su mente se aclara, para mostrar terror al intentar separarse de quien lo toca.


—Pero, ¿Qué...?— Dice asustado.


—No temas Kouki, todo va a salir bien—


Seijuuro por su puesto aprovecha los momentos de confusión de su novio para introducirse de un solo movimiento en su interior, gruñendo como un animal por la placentera sensación apretada en su miembro. Kouki lucha mientras llora entre preguntas de las razones de su novio para hacerle tal cosa. Seijuuro no se detiene, moviéndose en busca de esa sensación por la que ha luchado desde el primer momento en que lo conoció. Su corazón esta extasiado, el placer que lo envuelve es algo que nuca antes ha sentido, sabiendo que se convertirá en algo de lo que no podrá presindir.


Concentrado en su propio placer no se detiene hasta que alcanza el orgasmo, sintiendo su corazón detenerse con lentitud hasta que su mente se halla calmada. Es en ese momento nota el llanto de Kouki, la forma en la que intenta cubrir su sexo medio despierto. Seijuuro sonríe; aun sin salir de su interior acomoda las piernas del castaño en una mejor posición pues antes se hallaban de lado, con la espalda de Kouki sobre su pecho.

Estando frente a frente Seijuuro se vuelve incluso mas loco. Ver sus expresiones llenas de lágrimas, pero con un deje de placer por sus movimientos llenan de felicidad su retorcido corazón.




—¡Mira lo que has hecho! ¡Lo que me has hecho! — le grita, pero no se detiene, disfruta lo que está haciendo.




Kouki termina eyaculando sobre su vientre por la forma animal en la que Seijuuro le ha tomado, y a pesar del dolor, el miedo y la traición, recibe los tiernos besos del pelirrojo entre sus labios.


Porque Seijuuro cree firmemente que; por lo que se desea se hace lo necesario en algún momento y al final... todos se convierten en monstruos cuando llegan a eso.

FORBIDDEN WEEK 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora