Epílogo

363 32 9
                                    

Callum observó el reloj, ya pasaba del medio día, pero aún tenía tiempo para terminar de guardar sus pertenencias sin sentirse presionado por el tiempo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Callum observó el reloj, ya pasaba del medio día, pero aún tenía tiempo para terminar de guardar sus pertenencias sin sentirse presionado por el tiempo. Podía sentir la mirada de sus amigos en la nuca, en silencio, solo observándolo. Decir que eso no era incomodo era mentira, porque se hacía una idea de lo que deberían estar pensando los dos sobre su decisión.

Mientras tanto, Soren y Claudia lo observaban desde la puerta, aún se preguntaban sí aquello realmente estaba pasando, intercambiaron miradas silenciosas, haciéndose gestos para pasar la batuta de quien debía preguntar de los dos; al final, fue Soren quien se encogió de hombros cruzando los brazos y apoyándose en el marco de la puerta.

—¿Estás seguro de hacer esto? —la voz de Soren, dudosa, interrumpe los pensamientos de Callum sobre lo primero que haría.

Callum sonrió hacía sus amigos, entiende el porque de sus dudas, y si en el pasado le hubieran dicho que él terminaría en una relación a distancia seguramente se habría reído.

—Jamás en mi vida he estado tan seguro como ahora —movió las manos señalando nada concreto en realidad.

—Pero es tan repentino —murmuró Claudia, avanzando al interior del cuarto unos pasos, también con el semblante con dudas como su hermano, recibiendo en respuesta una negación por parte de Callum.

—Si algo aprendí con la muerte de mi madre, es que todo en esta vida es repentino y debes apreciar cada momento, yo no recuerdo a mi padre biológico, pero me salvó la vida, y todo lo que tengo de él son fragmentos —señaló el dibujo del lago. 

Finalmente lo había terminado.

Ya sea que se trate de dolor, soledad o lo que sea, todos los humanos están sujetos a una cantidad igual de tiempo en el que tienen que soportarlo. Y aquellos que lo hacen son recompensados por ello más tarde. Cuando era niño pensó que ese dibujo solo era un recuerdo doloroso, algo de lo que debía deshacerse para deshacerse también del dolor. Pero conocer a Rayla le hizo darse cuenta que muchas veces las cosas más dolorosas son las que te hacen apreciar la vida. Para ella, quien perdió a sus padres, recibir ese dibujo y su carta habían significado algo, la esperanza de que había alguien que entendía su dolor o que de cierta manera buscaba dar esa paz con un dibujo y palabras infantiles sinceras. 

De cierta manera ambos conectaron esa tristeza a lo largo de los años y un día se reencontraron. 

—Lo entiendo —Claudia levantó la mano, moviéndola como si espantara algo imaginario—. Pero vamos, deja de sonreír como idiota, mejor cuéntanos qué dijo tu papá 

Callum observó por la ventana, sería la última vez que vería ese paisaje en un buen tiempo y quería llevarlo en la memoria, así no sentiría que algo le hacía falta, pero sabe, certeramente lo sabe, que a donde iría no añoraría exactamente el paisaje, porque tendría uno mejor que poder admirar. 

—Que haga lo que creo correcto —respondió con simpleza y una sonrisa en su rostro; al ver a sus amigos nota como, pese a apoyarlo y estar con él, había ese sentimiento de distancia interponiéndose entre ellos.

El Hilo Rojo Where stories live. Discover now