6.- Cigarrillo

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Aunque fuese un idiota, Zoro respetaba a Luffy como capitán, pero no podía evitar sentir una gran molestia al encontrarse en la bodega del barco recibiendo un sermón suyo. Se había sentado en el suelo frente al chico de goma que hacía lo mismo mientras hablaba y se desviaba del tema una y otra vez, en algún punto el regaño había pasado a ser una anécdota sobre como atrapó un escarabajo emperador.


— Entonces cuando creí que ya lo tenía salió volando. – Dijo con pesar mientras desordenaba su cabello.


— ¿Terminaste? – No sabía la razón, pero ver a su capitán le causaba molestia.


— Creo que sí. – Se levantó y sacudió su ropa. — Solo no molestes demasiado a Sanji.


— ¿Ah? ¿Qué tiene que ver contigo? – Se levantó también sintiendo como la furia comenzaba a hervir en su ser.


— Claro que tiene, soy el capitán. No sé qué te sucede, pero deberías... - no pudo terminar lo que diría al ser abierta la puerta de la bodega por el culpable de aquella posible pelea entre Zoro y Luffy.


— La cena ya está lista. – Luffy hizo contacto visual con el cocinero, solo unos momentos para saber si todo estaba bien, si necesitaba que se quedara o algo similar, pero encontró confianza en la mirada del rubio, por lo que decidió no meterse.


— ¡Comida! – Gritó mientras se apresuraba a salir pasando por un lado de Sanji.


— ¿No escuchaste? – Preguntó al aire mientras sacaba un cigarrillo para encenderlo y darle una leve calada. No recibió respuesta. Dejó salir el humo y sonrió levemente. — Parece que el asustado es otro.


— No tengo miedo de nada. – Avanzó unos pasos para acercarse al rubio. Si pelea era lo que quería se la daría, quizás en ese momento nadie los interrumpiría. Siguió avanzando hasta que el dedo índice de Sanji se presionó contra su pecho deteniendo su andar. Gruñó al ver aquel dedo y alzo la vista hacia el culpable que quizás se quedaría sin ese digito porque pensaba en cortárselo con su katana, pero confusión llegó rápidamente a su ser. Nunca le importó ver al cocinero fumar, pero ver como aquel toxico humo abandonaba el cuerpo del rubio por sus fosas nasales sin que apartara la mirada de él hizo que su cuerpo entero tuviese un escalofrío.


— Arreglemos esto cuando estemos solos. Nami-san dijo que para el amanecer llegaremos a una isla, espera hasta entonces. – Dio otra calada sin alejar su dedo del pecho del espadachín ya que así lo detenía al mismo tiempo que mantenía la distancia.


— ¿Por qué debería hacerte caso? – Se aventuró a preguntar. Ya ni siquiera intentaba avanzar o alejar el dedo de su pecho, incluso si parecía que comenzaba a quemarle. Entrecerró los ojos cuando el humo ahora era arrojado contra su rostro y no pudo evitar toser levemente.


— Porque así no podrán interrumpirnos. – Finalizó dándose la media vuelta para regresar a la cocina dejando al espadachín tenso y lo que parecía la boca seca porque no pudo evitar tragar saliva con dificultad.



Esa noche Zoro no pudo dormir ni un poco; pensamientos extraños llegaban a su mente sin que pudiera evitarlo o controlarlo. Se bajó de su hamaca dando un rápido vistazo notando como los demás seguían dormidos sin preocupaciones, bufó antes de salir del cuarto de los chicos para dar un paseo nocturno por la cubierta del barco. La luna llena adornaba el cielo y daba suficiente luz para darle visibilidad para andar sin tropezarse. Se acercó a la barandilla del barco apoyando sus brazos para mirar con comodidad la inmensidad del océano, la oscuridad que parecía tragarse todo, el sonido del movimiento de la marea era sumamente relajante, pensó en dormir en la cubierta en lugar de su cómoda hamaca, pero al cerrar los ojos aquella imagen regresaba a su mente como las rápidas y duras patadas que daba el responsable de su insomnio. Verlo fumar de aquella manera tan cerca había sido un error, pero más preocupante era lo que provocaba en él. Una mano fue puesta sobre su hombro haciendo que diera un respingo y se girara rápidamente mientras sujetaba una de sus katanas sin desenfundarla encontrándose con el rubio.

Skande.Where stories live. Discover now