10.- Lucha

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Sanji continuó con su rutina la mañana siguiente, una ducha antes de que saliera el sol, vestir un pantalón negro, una camisa azul de botones y arreglar su cabello. Bajó la mirada a la colonia que siempre utilizaba para ocultar sus feromonas. Tomó el pequeño frasco de cristal y apuntó el atomizador a su cuello, pero dudaba en presionar para que el liquido saliera y cubriera su aroma. Suspiró profundamente mientras bajaba lentamente el frasco hasta dejarlo en el lavamanos.


— No tengas miedo. – Se dijo a si mismo mientras se daba la media vuelta saliendo del baño, por primera vez sin fingir ser algo que no era.


Llegó a la cocina y dobló las mangas de su camisa, prepararía la comida favorita de todos como disculpa, incluso aceptaría responder a las preguntas que tuvieran sobre su condición. Mientras la hora en que todos debían despertar se acercaba comenzaba a sentirse nervioso, acaricio su cuello sintiéndose desnudo sin el perfume que ocultaba su secreto que ahora no lo era al menos para los del barco. Negó levemente con la cabeza mientras recordaba su charla con el espadachín la noche anterior y abrió la puerta de la cocina tomando aire para gritar como cada mañana que el desayuno estaba listo. Al poco tiempo fueron llegando todos tomando su lugar en la mesa comenzando a comer mientras el rubio lavaba los platos un tanto incomodo al no recibir algún comentario o pregunta. Dio un respingo al sentir como la tela de su pantalón era tirada levemente encontrándose con el reno que le miraba preocupado.


— Lo siento, Sanji. No debí decir nada.


— Eso ya no importa, estaré en su cuidado de ahora en adelante, doctor. – Se había puesto de cuclillas para estar a su altura mientras palmeaba su sombrero antes de caer sentado cuando el reno se abalanzó para abrazarlo mientras lloraba aliviado de no ser odiado.


Tras unos minutos los demás habían terminado de desayunar, nadie hizo preguntas o comentarios al respecto de su condición, hasta había podido sentarse a la mesa con todos y hablar como siempre. Se sentía aliviado, quizás el que supieran su secreto había sido lo mejor que le pasó. Aquel enorme peso sobre sus hombros por mentirle a sus nakamas ya no existía.


Tras limpiar la cocina se dirigió a la enfermería junto con Chopper como lo había solicitado. El reno tomó algunas muestras de sangre e hizo las preguntas de rutina como cuando fue su ultimo celo y como lidiaba con ello. Fue un tanto vergonzoso para él responder cada pregunta, pero prefería que fuera en privado a terminar por ser cuestionado frente a los demás. Al regresar a la cubierta escuchó como Nami les explicaba que llegarían a una isla de clima cálido antes de poder retomar su ruta.


Zoro se encontraba buscando algo de beber en la cocina antes de ir a entrenar, pero el sonido del den den mushi sonando detuvo su andar. Chasqueó la lengua mientras se acercaba al caracol para responder a quien quiera que estuviera llamándoles.


— ¿Quién es? – Habló un tanto molesto ya que si tardaba demasiado el cocinero llegaría y no le dejaría tomar más de una botella.


— ¿Quién diablos eres?


— ¿Ah? ¿Quién diablos eres tú?


— ¡Maldito mocoso! ¡Ten respeto por tus mayores y pásame a la maldita berenjena!


Skande.Where stories live. Discover now