12.- Cálido

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Sanji desordenaba su cabello frustrado, ya había consumido más de cinco cigarrillos y no lograba calmarse. Aquella noticia había sido una total mierda. ¿Qué se supone que haría ahora? No podía llamarle a Zeff para contarle su predicamento, seguramente zarparía para ir a buscarlo, tampoco quería decirle la verdad al reno y quedar como un mentiroso o peor aún; ser expuesto de nuevo.

La puerta de la cocina se abrió haciendo que el cocinero diera un salto del susto, pero se tranquilizó rápidamente al ver que se trataba del tirador.


— ¿Pasa algo? – Preguntó curioso ante el aparente nerviosismo del rubio que negaba con la cabeza repetidas veces. — ¿Estás seguro?


— C-claro que sí, ¿Por qué no lo estaría? – Se alejó de la mesa yendo hacía la estufa. — ¿Quieres algo de comer?


— Soy buen mentiroso Sanji, puedo notar cuando alguien me miente. – Se cruzó de brazos. — ¿Nuestra promesa fue una mentira también?

Sanji lo meditó unos segundos, quizás si se desahogaba se sentiría mejor y podía confiar en el tirador plenamente, había notado que era una tumba para guardar secreto, así que terminó cediendo.


— Te lo contaré, pero no aquí. – Ambos se dirigieron a la bodega del barco donde Sanji cerró la puerta cuando ambos ya estaban dentro. Caminó de un lado a otro pensando una y otra vez como decirlo o que tanto decir mientras Usopp se sentaba sobre uno de los barriles esperando que comenzara a hablar. Decidió contarle todo, al inicio avergonzado, pasando por estar molesto y terminando por sentarse en un barril al lado del otro, conforme terminaba de hablar el tirador se mostraba más que sorprendido e intrigado. Nunca imaginó que ellos dos podrían ser compatibles, mucho menos que llegaran a besarse, solo de imaginarlo sus mejillas se enrojecían.


— Pero aún así ambos pueden controlarse ¿No? – Preguntó casi murmurando, como si temiera que alguien pudiera escucharlos.


— No lo sé, estar cerca suyo hace que mi celo se descontrole, ya es suficientemente malo ser un omega. – Se quejó sin pensar antes de disculparse con su nakama.


— No tienes de que disculparte, sé que para ti es difícil ser un omega por tu personalidad, yo estoy bien con ello y no juzgo a quienes no. – Le sonrió para demostrarle que no le molestaba ese comentario. — ¿Qué vas a hacer entonces? No puedes evitar por siempre a Zoro.


— Lo sé, pero durante mi celo haré lo posible por qué no estemos solos para evitar "accidentes".


— ¿Y que pasa si no pueden evitar un "accidente"? – Pudo notar la expresión de terror en el rostro del rubio.


— Sería horrible, seguramente terminaría...- No se atrevía a terminar esa frase, de solo imaginarlo ya sentía nauseas; el que una vida terminara por comenzar a crecer dentro suyo, abandonar sus sueños, ver como el maldito viejo iría hasta donde estaban para asesinar al culpable de embarazarlo.


— Tranquilo, no ha pasado nada y ya estás pensando en el peor escenario. – Palmeó su espalda intentando tranquilizarlo. — De cualquier forma deberías buscar la manera de evitar que "eso" pase si "aquello" termina por pasar entre ustedes.

Skande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora