Mi Pequeña Omega ( [+18] Xiao × t/n)

Cap 5

Me desperté en el lomo de un lobo negro. Al parecer Albedo canceló la mision por el riesgo de derrumbe de la montaña y me estaba llevando de vuelta. Iba a un ritmo rapudo pero estabilizando su cuerpo para evitar riesgos de que me cayera.
Al cuartl de hora se dió cuenta de que me habia despertado ya que paramos en los restos de una hoguera y me bajo con delicadeza.

-Q-qué ha pasado?- Le pregunté
-Volvemos a casa, es muy arriesgado, toma- Me entregó algo de comida caliente- Si pudieras dormirte en el camino seria lo mejor, no tengo ningun supresor para ti y suficiente ayer con que te tomaste el equivocado- Dijo mirandome

En ese instante mi cara se volvió un tomate, empecé a recordar todo lo que había pasado el día anterior. Mis puernas eran incapaces de andar, y sentia un gran dolos en mi zona baja.

Albedo me miró con preocupación, luego esperó pacientemente a que comiese para volver a renaudar el viaje.

Se me hizo relativamente corto, en un abrir y cerrar de ojos ya estabamos cruzando aquel helado puente y se veía a lo lejos el campamento.

Todos nos acojieron preocupados, los investigadores de el pie de la montaña seguian con tu trabajo dado que no habia peligro. Por el resto, de los 2 grupos evacuados eramos los unicos que faltabamos.

Albedo me dejó en una de las casas de madera, esta estaba llena de betas que cuidaban a los heridos en las expediciones.

Albedo sacó un momento fuera de la sala a 2 de las betas y les explicó la situación, luego entraron de nuevo para vendarme por las heridas del viaje y darme un supresor.

Albedo salió afuera a esperar, pero en apenas algunos minutos se empezaron a escuchar gritos y sonidos de peleas.

Las enfermeras salieron inmediatamente a ver que sucedia, dejandome sola en el proceso. Me las apañe para bajarme da la camilla y con ayuda de la pared asomarme por la puerta para ver la situacion.

Me sorprendió ver a Albedo en el suelo, con sus colmillos sacados, y a un furioso Xiao hiriendolo con su lanza y con sus colmillos de dragón amenazandolo.

Nada mas sentir mi presencia, Xiao se acercó rapidamente a mi, me cogió bruscamente clavandome sus garras en el cuerpo y me llevo de vuelta a aquel hotel.

El frio del viento me hacía temblar y la mirada de Xiao me congelaba por completo. En breves momento llegamos a la posada.

Me dejo en el piso de arriba en la habitación, y se fué.

Escuché muchos estruendos, golpes, gritos enfurecidos y cosas ser rasguñadas y golpeadas.

Me asomé a la puerta para ver a Xiao completamente rojo de ira canalizandola en todo lo que tenia a su paso. Al verme asustada se calmo un poco y trato de hablar con serenidad.

-Estas bien?- me preguntó
-No demasiado...lo siento mucho...
-Hmm, no es tu culpa, tranquila- dijo mientras se acercaba y me daba un abrazo.

En cuanto sentí sus brazos rodearme, me rompí por completo, solo podía llorar amargamente. Xiao me abrazaba fuerte, y lo único que me consolaba era tenerlo a mi lado.

Albedo era un gran amigo, y queria que lo fuese siendo. Lo queria mucho, pero de esa forma no. Me sentía sucia y usada.

Xiao notó mis feromonas tristes y me reconfortó con un suave olor a menta y tofu.

Me sentía realmente tranquila, Xiao siempre estuvo conmigo, realmente lo era todo para mí. Se podría decir, que tal vez, sintiera algo más fuerte que una amistad.

-Prometo matar a ese alquimista la próxima vez que le vea- Me dijo con una mirada furiosa

Yo solo miré al suelo y apollé mi cabeza en él.

Estuvimos descansando juntos el resto del día.

Al día siguiente, fui a comer con Hu tao, la cual estaba preocupada por no haberme visto en la ceremonia.

Le explique todo lo sucedido, evitando algunos detalles con Albedo.

-Y entonces, tuviste tu primer celo en la montaña?
-Por desgracia, si
-Wow! Y dime, que casta eres?- Preguntó con entusiasmo.

Medité por algunos segundos, y luego tomé tal vez una decisión algo estúpida.

-Soy beta- Dije segura
-Oh, que bien! Las feromonas de los demás no te afectarán y tu celo será breve. Menos mal que no eres omega, eso afectaría a tu trabajo.- Me limité a sonreír de una manera algo incómoda y seguir comiendo.