CAPÍTULO 12: Polvos estelares

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Madeline Jadeson.

Su nombre es una adicción de la que no me quiero desintoxicar.

Sigue mis pasos detrás de mí. Subiendo las escaleras.

Pasamos por la habitación de Jack y Jasmine. Por suerte no se hoye nada raro.

- Hay cinco habitaciones y tres baños. És ridículamente grande para una familia de 4 personas.

Abro la puerta de la primera habitación, saltandome la de Jack y Jasmine.

Una habitación azul oscuro, con muebles negros y grises. Estantes llenos de libros y paredes con posters de girl in red.

- La habitación de mi hermana.

- Girl in red...

Madeline sonríe. Desvío la mirada para pensar en los jugadores de baloncesto. Cualquier cosa para bajar la erección de mi entrepierna.

Salimos de esta y entramos a la de enfrente.

Una habitación blanca, bastante simple. Una cama, un escritorio, algunos armarios y estanterías vacía

- Está es una habitación de invitados. Puedes dormir aquí si quieres, tienes un baño dentro. - Le señalo una puerta en el fondo, junto a la ventana.

Una mueca que no logro desifrar cruza su cara pero luego reprime una sonrisa.

- Claro, seguimos?

Salimos al pasillo de nuevo y le señalo la habitación del fondo.

- Esa es igual a la que acabas de ver, pero no tiene el baño incluido.

Entramos a la mía, junto a la habitación de mi hermana.

- Y esta es mi humilde morada.

- ¿Humilde por donde?

Es una habitación gris. Luces led colgadas por las esquinas. Un escritorio bastante desordenado, una cama y unos estantes llenos de figuras de colección y libros (la mayoría robados de la biblioteca de mi madre).

Mi recuesto en la puerta de la habitación y la veo entrar y mirar la estantería. Mi mirada se desvía hacia...

Piensa en pelotas, en baloncesto, en los warriors, en Curry, hombres sudados corriendo...

- Nath, querías ver mi tatuaje?

Mi mirada se despega del suelo para mirarla. Está abriendo mi armario y sacando unos pantalones y una sudadera. Cierto, no tiene pijama. Me acerco y le alcanzo unos pantalones cortos para que deje los que a cogido .

- Los quiero ver.

Ella sonríe. Se da la vuelta y se levanta la camiseta.

Desvío la mirada al instante hacia la pared.

Piensa en pelotas, piensa en pelotas.

La oigo acercarse y gira mi cabeza al frente, para que la mire.

- Té costará verlos si no me miras.

Asiento lentamente. Está en sujetador, uno muy bonito, por cierto. Se da la vuelta y se recoge el pelo hacia un lado.

Una serpiente roja sobresale del cierre de sujetador. No llega a la mitad de su espalda, está en su columna vertebral. En la parte superior, encima de la cabeza, hay un sol. Debajo, en la zona de la cola, hay una luna. Alrededor hay un par de estrellas.

Doy un paso al frente, acercándome a ella. Le cojo la melena castaña y la levanto para dejar su nuca descubierta. Dos mariposas están tatuadas en su piel. Le paso un dedo instintivamente. Siento como un escalofrío la cruza.

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