PRÓLOGO PARA QUE MI AMIGA MERIPLERIS NO ME MATE

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Cataluña, Barcelona. Un buen lugar para empezar de nuevo. Nada de discusiones, ni pelea entre bandos, ni ojitos verdes que se podrían confundir con azules... Nada.

Hace meses que ya me he instalado allí. Aún no domino a fondo el catalán, pero estoy en ello. Con el dinero que logré sacarles a Matthew y su grupo pudre permitirme un pequeño piso solo para mí.

- Jade, et veus cansada.

Adrià, mi compañero de trabajo me habla mientras se ajusta la chaqueta del uniforme. Me acerco a él y le acabo de ajustar el chaleco.

- Lo estoy un poco, no té voy a mentir.

Más clientes llegan en el bar. Les sirvo sus cervezas frías y recibo algunos cumplidos o inclusos propinas. Desde que logré encontrar trabajo gracias a mi vecino Adrià he podido ganarme un salario para poder empezar una nueva vida en Barcelona.

Un chico rubio y con ojos oscuros me levanta la mano.

- Jade, vina aquí.

Tiene un toque a Jack, pero su personalidad es completamente diferente.

És cliente habitual, así que me meto la zafata bajo el hombro y me acerco a él. Está con un grupo de chicos. Todos se quedan en silencio cuando llego, intercambiando miradas entre ellos.

- ¿Queréis algo más, chicos?

Sonrío. Según mi jefe es lo más importante de ser camarera, "fer sentir bé als clients"

- Sí, mi colega le gustaría pedirte tu número.

Señala al chico de su lado. Pelinegro, ojos claros... pero no los que a mí me gustan. Aún así suelto una leve carcajada al verle giñar el ojo.

- Claro, pero yo ya estoy pillada.

Los otros chicos le hacen bulla y yo me río. Le acabo dando mi número, un poco por lástima, y vuelvo a la barra.

- ¿Un altre cop lligant? La majoria dels clients deuen venir per veure't.

Adrià sonrie desde la barra. Siempre està insinuando que el negocio va mejor desde que soy camarera, algo así como que alegro la vista a los clientes.

- Pues han apuntado mal porque yo no estoy en el mercado.

Me recuesto en la barra y pierdo la mirada por un rato.

Nathan Oliver.

¿Como debe estar Hulk? Espero que no haya golpeado más árboles.

Una inevitable sonrisa se asoma en mis labios, como cada vez que acabo pensando en él. Aunque quizás debería de pasar página... llevo meses sin saber de él, y supongo que así está mejor. En suficientes problemas le he metido ya.

- Jade, acaba el teu torn ja si vols. Yo te cubro.

Adrià me saca de mi trance, me ofrece acabar el turno antes de tiempo. Lo miro extrañada, ¿tan cansada me veo?

- Quedan veinte minutos aún. Puedo acabarlos.

Adrià niega con la cabeza.

- Ves al vestidor y cambia't. Ya me devolverás el favor Jade.

Rodeo la mesa para besar en la mejilla a Adrià. Me río al verlo limpiándose donde le he besado.

- Te debo una cap d'ou!

Entro en el vestidor y recuesto la cabeza contra la puerta. Vale, quizás si éste un poco cansada.

Save your tears de The Weeknd suena. És raro por porque normalmente no ponemos música en el bar. Pero menuda bendición que hayan puesto The Weeknd.

Me muevo al ritmo de la música mientras me saco el chaleco con los ojos cerrados, disfrutando el momento y tarareando la canción.

I don't know why I run away

I'll make you cry when i run away

Take me back 'cause i won't stay

Save your tears for another...

Save your tears for another day.

- Realmente disfrutas de sus canciones.

Me sobresalto y abro los ojos. Miro hacia la procedencia de esa voz.

- Té dejaste el casco, Maddy.

No puede ser.

Hulk. Mi jodido Hulk está recostado en la pared con mi casco negro mate bajo su brazo. Ante mis ojos, más alto, más musculoso y con sus ojos más claros que nunca.

Él sonríe, supongo que al ver mi cara de sorpresa.

Sonrío como nunca lo he hecho y me acerco lentamente a él hasta llegar a su altura. No será esto fruto de una alucinación por el cansancio, ¿no?

Le quito el casco de las manos para dejarlo en el suelo. Él me coge por la cintura para acercarme aún más a él.

Le cojo la cara por las mejillas, le aparto el pelo negro de la frente, un pelín más largo y revuelto de lo que recuerdo. Pero sigue igual de guapo que siempre.

Entonces recuerdo esa mítica frase en la fiesta de cumpleaños, las ganas que tenía de tenerlo y las que tengo ahora de besarle.

- Sí, tus ojos son azules.

Él sonríe achicando los ojos.

- Y los tuyos son preciosos.

Y por primera vez, tras meses de tortura y arrepentimiento, vuelvo a sentir los labios del chico pelinegro y torpe que tanto me gusta.

Nathan Oliver, mi Hulk golpea-árboles.

AHORA SÍ, FIN.

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