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(Narra-Yo)

Marinette intenta correr, pero entre el hombre y la mujer que se llevaron a sus amigos, consiguen atraparla. Le cubren la boca, y Kagami deja que pasen a dentro de su casa. Marinette le dirije una mirada de odio a la chica que causó todo eso, una mirada profunda y penetrante que podría estremecer a cualquiera. Una mirada que advierte: Te mataré. Kagami se asustó un poco, pero trató de ignorarlo.

Se llevaron a Marinette a rastras por toda la gran casa. Una vez dentro, le descubrieron la boca. Ya daba igual que gritase, no la escucharía nadie, a parte de los y las guardaespaldas y Kagami. Al quitarle la mano de la boca, Marinette cogió aire con calma. Luego, miró a sus secuestradores y empezó a gritar.

-¡Calla! No opongas resistencia, no podrás escapar - sentenció la mujer.

-Vamos, te llevaremos a un cuarto por petición de la Srta. Kagami.

Marinette calló. Esas personas no parecían mala gente, pero aún así trabajaban para Kagami. ¿Lo hacían por el dinero? ¿O les caía bien Kagami? Sea como sea, tenía que intentar ganarse su confianza, para caerles bien. Y así, con demasiada suerte la dejarían libre.

-Lo entiendo. Pero, ¿puedo hacerles una pregunta? - dijo con todo el respeto del mundo, elijiendo bien sus palabras y hablando lentamente, con miedo a cometer un simple error.

El hombre y la mujer intercambiaron miradas. El hombre contestó:

-Venga, pero no te aseguro que te contestemos.

-Me alegro que acepten contestar a mi pregunta. ¿Ustedes trabajan para Kagami por gusto o por dinero?

-Qué curiosa que salió la niña. Mer, tú ves a ver cómo están los otros chicos. No vaya a ser que ya se levantaron. Yo me quedo con esta hasta que Kagami vuelva.

-¿Y por qué tengo que ir yo? - contestó la mujer llamada Mer, con aburrimiento.

-Porque esa chica con gafas me da miedo - le susurró al oído, pero Marinette lo llegó a escuchar.

-Alya a veces es un poco agresiva, pero no hay de que preocuparse, supongo... - sintió las miradas de los secuestradores clavadas en ella, y se sintió avergonzada -. L-lo siento.

-No pasa nada, ¿sabes? Pareces amable - le dijo el hombre -. Venga, entremos al cuarto y te contesto a tu pregunta. Mer, ve ha hacer lo que te dije.

-Lo que tu digas, Jonathan.

Mer se alejó a otra sala distinta, donde se encontraban Alya y Nino. Marinette obedeció entrando al cuarto que le dijo el tal "Jonathan". El chico entró con ella, prendió la luz, y cerró la puerta detrás suyo con llave. Guardó sus llaves en el bolsillo de sus pantalones y soltó a Marinette.

-Así que se llama, Jonathan, ¿eh?

-Sí. Según lo que me han dicho, tu nombre es Marinette.

-Correcto.

Hubo un largo silencio incómodo. Se quedaron mirando el uno a la otra durante un tiempo, sin hacer nada. No sabían que decir.

-Me gustaría dejarte sin atar, pero son órdenes directas de Kagami. Tienes que sentarte en esa silla, Marinette. Y te tengo que atar las manos. Agradecería tu colaboración, ya que no me apetece pelear contigo.

Marinette supo que si quería salir de allí cuanto antes, tenía que ser paciente. Además, la fiesta empezaría luego de dos horas, así que la tendrían que sacar de allí tarde o temprano. La azabache obedeció a las palabras de Jonathan y se sentó. El chico le ató las manos y él se sentó a la silla de enfrente.

Yo también puedo ser una heroína (Chloenette)Where stories live. Discover now