Capítulo 38

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Veo a la rubia frente a mí sonriendo, ansiosa por lo que diré, mientras mis manos pican por terminar de hacerlo que quería hacer en la oficina. Quisiera llevarla a Grecia y llenarla de sangre para después ver cómo los tiburones de Eros se la comen viva, pero aquí hay dos cosas que me lo impiden y una con más peso que la otra. Un embarazo y las palabras que acaban de salir de su boca.

Me trago la ira, para forzar una sonrisa.

-¿Tu?- pregunto.

-Si, yo, aproveche que tú madre me dio el collar y te deje la nota.

-¿Que tiene que ver Saray en esto?- pregunto.

Ella parece notar lo que dijo, me ve con odio, enojo, clava sus uñas en las palmas de su mano.

-Me quiero ir - dice levantándose de la mesa. Hago lo mismo y la agarro antes de que se vaya.

Paso mi mano por su mejilla intentando que se calme.

-Preciosa- le digo para llamar su atención. Ella vuelve a verme a los ojos, está vez en su mirada hay otra cosa, ya no está molesta.

Sus cambios drásticos dan miedo, pero necesito llegar al fondo de esto.

-¿Me amas?- le pregunto. Ella asiente rápidamente con una sonrisa.

-Entonces... Déjame saberlo todo, solo así podríamos casarnos- le digo.

Ella borra la sonrisa de su rostro, pero asiente. Volvemos a la mesa.

-¿Que tiene que ver Saray con el secuestro de Nathaly?- vuelvo a preguntar.

-Ella mando a buscar a un hombre para que la persiguiera, luego el logro capturarla y la violó, tu madre fue su cómplice- dice.

Algo en mi se remueve, algo duele, porque aunque nunca lo quise admitir muy en el fondo tenía la esperanza de que Saray me dijera el porqué de su odio hacia mi, pero también que me dijera un día si me quiso, pero ahora termino de confirmar que nunca me quiso, ¿Como puede hacerle algo así a su propio hijo?.

Vuelvo a ver a la mujer frente a mí.

-Tu también fuiste cómplice.

-¡No!- grita. Se levanta y sale corriendo, me levanto para perseguirla, ella empuja a mujer que venía entrando, está cae al suelo y Estephany sigue corriendo.

La persigo en el estacionamiento del lugar, la alcanzó y la estrello contra un auto.

Ella que queja por el dolor, pero yo la presiono contra el auto. Pongo mi mano entre su boca y la nariz, se va poniendo roja y remueve la cabeza para quitar mi agarre.

-Me dirás la verdad. ¿Quiere respirar?- le pregunto.

Ella asiente desesperada y yo quitó la mano de su boca. Ella respira agitada.

-Tu también fuiste cómplice de Carlos- le digo- tú tenías el collar.

Ella empieza a llorar y jala de su cabello.

-No, yo no soy su cómplice- habla desesperada- Yo no lo sabía, te lo juro.

Aprieto su brazo con fuerza, ella chilla, pero doblo más.

-Dime la maldita verdad- le hablo en el rostro.

-Es la verdad, yo no sabía lo que tú madre planeaba, ella me lo dijo después de darme el collar, te lo juro. Me prometió que tú te quedarías conmigo, que me amarías por eso lo hice.

-Vamos- le digo caminando hacia mi auto. La arrastro por el estacionamiento hasta llegar al deportivo. Cuando se sienta en el asiento del copiloto le paso los cinturones por el cuerpo, para luego amarrarle las manos con mi corbata. Subo al auto y salgo de ahí.

La Magnate RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora