Capitulo 8.

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Alexander:

Escucho mi celular sonar por toda la estancia y quiero morirme. Estoy boca abajo en la cama mientras mi cerebro me martilla.

Cuelgo la llamada sin ver, pero el sonido vuelve a resurgir.

–¿Quien demonios habla?.

–Alex es Lana.

–¿Que pasa?–apenas y siento el cuerpo.

–Elena tiene contracciones, es posible que dé a luz de hoy a mañana.

Eso me hizo levantarme de repente pero el dolor agudo pasó por mi cabeza haciéndome maldecir por lo bajo.

–Estaré ahí en unas horas.

Cuelgo el teléfono y atrapo la almohada para gritar.

Joder tenía una jaqueca que me estaba matando. Yo no bebía, o al menos no como anoche.

Por cierto, ¿que rayos pasó anoche?.

No me acordaba de nada la verdad.

Suspiro y me levanto de la cama, pero antes de entrar a la ducha me veo en el espejo y casi me muero.

Tengo la boca totalmente hinchada y la cara como recién follado.

Ignore todo eso y me comienzo a cepillar la boca para después bañarme.

Mi sobrino venía en camino, otro príncipe más en la familia. Era increíble que después de todo lo que pasó mi familia, aun sigamos fuerte y unidos.

Después de bañarme me seco bien para comenzar a cambiarme con lo que sea que había traído o que Bela me empacó.

Bela–suspiré ¿habrá pasado algo entre ella y yo anoche?.

No lo creo, ella no estaría con un hombre que apenas y sabe beber un jodido anís.

Empaco mi laptop y toda la información y salgo con todo y mi maleta por la puerta.

–Señor–se acerca Vanesa–¿ya se va?.

–Tengo algunas cosas que hacer, ademas no creo que Kaan se encuentre dentro del país. Recolecté algunas informaciones que las veré en cuanto pueda.

–Entiendo.

–cualquier cosa me manda el reporte de balística. Por cierto–me freno antes de salir–dígale a la señorita Bela que me tuve que ir a Chicago, pero que se quede y que me mantenga al tanto de todo.

–Como quiera señor.

Al fin salgo y me subo al carro para ir directo al aeropuerto.

Estoy ansioso por conocer a mi sobrino.

^^^^^

Bela:

Suspiro pesadamente y levanto mi cabeza como una oruga.

Me duele el cuerpo, odiaba tomar, de hecho apenas y lo hacía; Pero anoche me dejé llevar por Alexander y aquí andaba con una maldita jaqueca por un jodido anís.

Me recompongo lo mejor que puedo y me entro a bañar. Mi cuerpo lo necesita y mis pies era testigo de eso.

¿Me había acostado así?.

Daba pena ajena la verdad.

Cuando termino de bañarme me cepillo los dientes con asco.

El a olor a anís no era malo, pero era más fuerte de lo que pensé.

Entre el amor y el deber #3. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora