Capítulo 7 Manos sucias

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El silencio sepulcral hace peso en los oídos del joven Sultán, su brazo apretando contra si el delgado cuerpo de la fémina, su nariz enterrada en la nuca de la joven

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El silencio sepulcral hace peso en los oídos del joven Sultán, su brazo apretando contra si el delgado cuerpo de la fémina, su nariz enterrada en la nuca de la joven.

- Perdón - su voz salió rasposa.

Ahmed ya había perdido la cuenta de las veces que se disculpó con Fátima, su amiga, su compañera, su amante. Una vez más el silencio fue todo lo que obtuvo. Con un suspiro deshizo el abrazo, sus ojos almendrados miraron la ventana, ya ha amanecido, tan pronto como se enteró de lo ocurrido fue prácticamente corriendo a la habitación de su favorita donde pasó la noche pegado a ella, buscando su calor y tal vez su perdón.

Con pereza se levantó de la cama al escuchar el llamado en la puerta, sus pies se arrastraron por el suelo, tomando una profunda bocanada de aire abrió las puertas de los aposentos.

Frente a él, Cennet Kalfa, la mujer hizo una reverencia antes de mirar al Sultán, los ojos curiosos intentaron ver más allá en la habitación, siendo interrumpida por el lánguido cuerpo del Padisha.

- Majestad, su madre y el gran Visir piden su precencia - informó.

- Dile a Dervis Pasha que se encargue del consejo. Puedes retirarte - Ahmed agregó al ver a la estática Kalfa.

Cennet hizo una rápida reverencia para posteriormente alejarse, Ahmed volteó a ver a la mujer marcharse solo para encontrarse con la mirada de Anastasia, la rubia a unos metros tiene una mirada de extrañeza y curiosidad.

Anastasia empezó a dar cortos pasos hacia el Sultán, una vez frente a frente sus miradas se encontraron, no hubo palabras y cuando la griega abrió la boca, el Sultán cerró la puerta. Ahmed pegó su frente contra la madera fría de la puerta, se sentía estúpido. Al darse la vuelta quedo estático, parada sobre la cama, Fátima lo mira con fijeza.

- Fátima, cariño - el Padisha detuvo sus pasos cuando la joven hizo un gesto.

- Siento que me ahogo, Ahmed. Siento que no respiro ¿Por qué a mi? - un quejido lastimoso dejó sus labios.

- Allah solo pone obstáculos que sabe que podremos pasar - Ahmed trató de sonreír - También siento que me ahogo ante tu silencio, siento que no respiro cuando no hay un sonrisa en tu rostro. Muero lentamente cuando la tristeza te invade - con pasos lentos se fue acercando - Perdóname, perdóname. Es mi culpa y de nadie más - al llegar a la orilla de la cama se arrodilló.

- ¡Ahmed! - Fátima con lágrimas en sus rosadas mejillas bajó de la cama de un salto colocándose a un lado del Sultán - Ahmed -

Los delgados brazos de la rubia se envolvieron alrededor del cuello del joven, con urgencia Ahmed entrelazo sus brazos tras las espalda de la mujer.

- Solo no me dejes - la petición egoísta fue dicha.

Fátima hatun, la egoísta o la desinteresada.







Una Gota De Amor En El Infierno // Ahmed Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora