A el Sultán le gustan rubias o eso dicen los rumores.
- Será difícil acabar con Kosem y aún más con Aynur, después de todo yo misma la eduque - la Sultana Halime dijo observando la vela.
¿Qué mejor que una bruja para luchar con otra bruja?
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- ¡Ah! - Mahfiruze gritó con fuerza cuando una espada atravesó la puerta del carruaje.
La puerta fue abierto al instante, unos hombres con prendas oscuras y pasamontañas se encuentran frente a nosotras, de manera inconsciente llevé ambas manos a mi abdomen, debía proteger a toda costa la nueva vida que crece en mi. Aquellos extraños nos sacaron a la fuerza del carruaje, mi hombro derecho dolió horrores y sentí mi cuerpo estremecerse.
No salía de un problema para ya estar dentro de otro, apenas han pasado veinticuatro horas que desperté con una herida de bala en mi cuerpo, gracias Allah ese pedazo de metal salió tan rápido como entró, dejando un agujero a su paso.
Miro a mi alrededor los cuerpos inertes de los soldados que estaban destinados a protegernos, me mantengo en silencio y observo a nuestros captores. Un cuando Mahfiruze patalea y grita desesperada, es subida a un caballo.
El hombre sobre el caballo frente a mi con una mano me sostuvo del abrigo de piel que su majestad me regaló, llevándome por los aires para posteriormente dejarme sobre el corcel.
Mordí mi lengua para evitar gemir de dolor, posé mi mirada en Mahfiruze quien asustada observa todo a su alrededor, su intento de negociación fue un fiasco.
...
- No quiero morir, no quiero morir - la circasiana solvió sus mocos, con manos temblorosas eliminó el rastro de lágrimas en sus mejillas.
- No moriremos, el Sultán vendrá por nosotras - coloque mi mano sobre su rodilla - Mantén la calma.
Ella negó - El Sultán está enfermo, dime ¿Quién vendrá por nosotras? - sus asustadizos ojos me observan con fijeza.
Desvío la mirada apenada, nada es seguro, no con todos los problemas que hay, sin embargo algo en mi interior me dice que Ahmed vendrá, que nos rescatará y nos llevará a casa.
- Se recuperará y castigará a los traidores - sonreí amable.
La muchacha me miró unos segundos antes de desviar la mirada y volver a posarla en mi, ahora una expresión divertida en su rostro.
- Estas llena de sorpresas Fatima hatun y a la vez tienes mucha suerte - con su mano señaló su hombro - Debió haber dolido. Eres muy descuidada, podrías haber matado a tu bebé o morir tú.
- Tú también tienes suerte, quedaste en cinta con mucha facilidad - dije recordando todo el tiempo transcurrido desde mi primera vez.
Tal vez todo se debía a las hierbas que la Sultana Halime me hizo beber o podría seguir esperando como Mahpeyker hatun.
- No todas las mujeres conceden vida - dijo pensativa.
Guarde silencio ante sus palabras y es que tiene razón, hay mujeres que destruyen y otras que no tienen el favor de Allah.
