[Capítulo 21]

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Un caos

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Un caos. La definición de este puede estar descrita a muchas cosas, Kageyama prefiere usar el sinónimo "desastre" para no sonar tan dramático.

— Los dejé solos siete minutos — El pequeño Hinata se encontraba en la puerta de los aposentos que compartía con su pareja, parado con una expresión que podría estar grababa en un retrato y posiblemente valdría millones. No solo porque Hinata fuera hermoso, pensaba Tobio, sino más bien por su mueca enigmática —, ¿puedes explicarme qué pasó, Kageyama?

El príncipe de cabellos azabaches miró por una última vez a su alrededor, buscando algo que no se viera acusatorio.

Biberones en el suelo. Cameron tenía un pañal en la cabeza (Kageyama aún no puede entender como llegó eso allí), con sus ojos azules llenos de lágrimas exageradas al notar como su figura materna había llegado igual que un salvador. Cayden jugaba con un sonajero, de forma calmada, acostado en un montón de ropa infantil. Y Charlotte.. Bueno, ella era un poco más única, o algo así decía la abuela de Tobio; tenía sus mejillas llenas de talco para bebés, medias que no combinaban, una corona que claramente era muy grande para ella en sus manos y su cabello, aquel que Hinata hacía el intento por peinar cada día, se encontraba de cualquier forma menos ordenado.

Shoyo creyó que se le iba a bajar la tensión al darse cuenta de que su esposo no tenía nada con qué defenderse y ni siquiera el mismo azabache sabía cómo llegó a esa situación.

— ¡Es-espera! — Exclamó al notar esos ojos marrones entrecerrados en su dirección — ¡Todo tiene una explicación razonable, Hinata, lo juro!

— Pues bien, déjame oírla.

— Nuestros hijos me odian.

— Acabas de perder tu oportunidad de explicar el desastre..

— ¡Lo digo en serio, idiota!

Kageyama se mostraba realmente desesperado, también molesto y un poco indignado. ¿Cómo era posible que sus trillizos se portaran como unos ángeles con Shoyo y con él fueran todo lo contrario?

En especial su única hija, Charlotte, esa pequeña era..

— ¿Te das cuenta que tienen cinco  meses y te adoran? — Preguntó el pelinaranja, llegando hasta su hijo mayor (Cameron) para quitarle el pañal que tapaba su rebelde cabellera — A ver, que ni siquiera pueden gatear o caminar, ¿cómo llegó todo esto a..? — Su expresión cambió al ver la puerta del baño abierta — Oh, no. ¿Intentaste cambiar un pañal?

— Y lo logré.

— Los pañales no van en la cabeza, Kageyama.

— Él se lo puso allí.

— ¿Acaso tú también tienes cinco meses meses?

El de mayor estatura se cruzó de brazos, mirando de reojo y jurando ver una sonrisa de victoria en el rostro de su hija. Podía entender muchas cosas de los bebés: Que no hablaban y su lenguaje de comunicación era llorar. Tenían hambre, lloraban. Querían que le cambiara el pañal, lloraban. Se sentían mal o les dolía algo, lloraban.

Amor y Coronas (Haikyuu M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora