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"Spiderman"

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"Spiderman"

Su sonrisa se acentuó en cuanto me vio. Quizá el vestido de hadita era el principal motivo. O el ramo de flores que ocultaba tras mi espalda para obsequiarle. Claro que fue idea de Tori. Ella era la hermana detallista y yo la graciosa depresiva. Estuvo más de veinte minutos eligiendo las rosas perfectas para la abuela. Rojas y blancas. No la culpo, en lo absoluto. Siempre era conveniente llegar con un lindo presente cuando visitabas su linda casa.

—¡Hola, cielo! —sonrió.

—Hola abuela —sonreí también, enseñándole el pequeño ramito.

Oh, y hablando de pequeño. Ahí estaba. El gato.

El gatito bizcochito.

Que como siempre, me miró con desprecio. Si, un gato. Mirándome con desprecio.

A mí.

¡A mí que me encantaban los gatitos!

—Biz está muy contento de que estés aquí.

El gato aumentó su cara de desprecio y se colocó detrás de ella, casi frunciendome el ceño e invitándome a que me fuera.

Pero no, bizcochuelo. No te dejaría ganar.

—Si, eso ya lo veo —reí, deslizando mis manos sobre la falda del vestido. Y apenas toqué una mariposita, bizcochin cambió su mirada de desprecio por una curiosa. Claro que no tardó en desaparecer por la de molestia.

—¿Y tu hermana? —me preguntó, confundida. —Hice su comida favorita así que, espero que no haya cancelado a último momento. Que igual tenemos de sobra para las dos juntas, cariño. La comida nunca falta en mi casa.

—No, ella no canceló. Solo fue a hacer una compra de último momento antes de venir —le expliqué.

Porque las rosas no parecían ser suficiente y porque, a la abuela le encantaba el helado.

¿A que alma no?

—Ah, bueno. Me quedo tranquila entonces —sonrió, invitándome a pasar. El olor a comida casera invadió mi sistema en cuanto entré y ya no me importaba parecer una hadita enana.

Pero al parecer, a una bolita blanca muy enfadada si. Casi podía ver las intenciones en sus ojos de jugar con las flores de mi cabello y las mariposas de mi vestido.

Y.. mi cara.

—¿Quieres una florcita, Biz? —le pregunté, divertida, mirándolo. Él me miró con aburrimiento, y siguió a mi abuela hacia la cocina, ignorandome y dejándome sola con la florcita en la mano.

Hombres.

La abuela tenía razón respecto a ellos. Y es que, con mi abuelo, bueno.. las cosas no salieron muy bien que digamos. Todo gracias a una propuesta no tan agradable que él decidió hacerle.

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