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"Oferta de amor y sabiduría :)"
—No quiero ir, Tori —le negué, cómo por tercera o cuarta vez en lo que llevaba mi muy tranquila mañana.
—Pues tu linda hojita no dice lo mismo —sonrió.
—Nada de lo que dice es importante —mascullé.
—¡Claro que lo es!
—No para mí —hablé en voz baja.
Pero no importaba cuántas veces decidiera aclararle eso. Ella simplemente no me escucharía. Mucho menos cuando había leído mi muy estúpida lista.
Una que creé con distintos tips, pasos y formas en las que podría hacer un amigo con mayor facilidad.
Si, era muy organizada cuando así lo quería. De hecho tenía una pequeña libreta azul en donde anotaba diferentes metas para mi vida. Lo que quería conseguir a corto y a largo plazo. Tristemente nunca terminé por concretar nada de lo que había en ella.
Bueno, de hecho si. Terminar la preparatoria porque iniciar la universidad.. era otro tema.
—¿Me dejas darte un consejito de hermana mayor? —me preguntó de repente, cortando el hilo de mis pensamientos.
—Claro —asentí. Y Tori esbozó una pequeña sonrisa divertida que le cambió la expresión.
—Sé que crees que es una tonta lista, pero te tomaste tu tiempo para pensarla y planificar sus pautas. Así que no lo es, Emma.
—Es estúpido.
—¿El qué? —me preguntó.
—El creer que podría conseguirlo alguna vez —le respondí.
—Oye, no te desmerites.. —murmuró, con cierto brillo triste en los ojos. Su tono cambió, al igual que su semblante. —Porque si esa listita te tiene a ti incluida, entonces ya tiene toda mi atención.
Aquello me hizo sonreír. Y eso que yo no era muy risueña, pero ella sabía exactamente que decir para que lo fuera. O bueno, al menos por un ratito.
Ese en el que estaba junto a mí.
—¿Por qué eres así?
—¿Así cómo? —me preguntó, entrecerrando los ojos. —¿Te refieres a así de hermosa o así de increíble o así de buena o así de divertida o así de agradable o así de carismática? Porque tengo muchas virtudes, Emma. Y podría seguir todo el día enumerando cada una de ellas sin cansarme ni un poquito.
Sonreí. De nuevo.
—De hecho, no me refería a nada de eso —le aclaré.
—¿Ah, no? —frunció el ceño. —¿Y entonces a que te refieres exactamente, hermanita?
