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"Todo saldrá bien"

Comencé una especie de rutina nocturna de lectura con mi hermana. Bueno, en realidad yo no tuve mucho que ver en eso de hacerla rutina, ni tampoco en comenzarla, ni..

De hecho, yo no tuve nada que ver.

Aunque tampoco me molesté en negarle la entrada cada vez que aparecía en la puerta de mi habitación con dos tazas de café, la sonrisa de niña pequeña, la ilusión en sus ojos como la de un cachorrito y un libro que la haría llorar en exceso. Ya fuese por tristeza o por felicidad. No importaba, porque, Tori lloraría.

Y sorprendentemente, aquello ya no era ningún tipo de molestia para mí. En cierto punto se volvió agradable. No por sus llantos, por supuesto. Sino por su presencia, y lo reconfortante y tranquilizadora que podía llegar a ser con tan sólo acaparar un pequeño espacio en la habitación. Tori había calmado mis noches tristes y, había apaciguado mi ansiedad. No sabía cómo, pero lo hacía. Quizá porque simplemente era ella, o porque su voz era lo suficientemente tranquila como para hacerme dormir si estaba muy cansada, o porque era la única persona que no me hacía sentir sola. Ella me hacía sentir segura y a salvo.

Con ella sentía que no era la única persona en la habitación.

Que no estaba sola.

Que alguien siempre me escucharía.

Que alguien siempre estaría para mí.

Y estaba muy agradecida de tenerla en mi vida. Tanto que, ni siquiera era capaz de imaginarla fuera de la misma ni tan sólo un día. Porque la quería, y también todo lo que con ella venía. 

Lo bueno y lo malo.

Porque si, era bastante cabezota algunas veces. No seguía mis consejos y tenía que recordarle la mayor parte del tiempo que, no debía preocuparse en exceso por mí. Que estaba bien, que no pensara que algo malo podría pasarme. Pero sus respuestas, me demostraban su amor. Lo bueno.

No puedes hacer ésto cada vez.

—¿El hacer qué? —le preguntaba.

—El pedirme que no me preocupe por ti cuando sabes lo muy importante que eres para mí.. —sabía que sus palabras eran sinceras. Su voz, sus ojos, todo me lo decía. —Y lo importante que serás siempre. Emma, te quiero mucho. Y quiero cuidarte. Así que déjame hacerlo bien.

Y si que era muy consciente de lo mucho que me quería, y de lo mucho que me cuidaba. No sólo porque me lo decía, sino porque me lo demostraba cada día. Como el hecho de llegar cansada del trabajo, y aún así tomarse el tiempo de preparar café para aliviar su sueño y quedarse más tiempo junto a mí. Ese sí que me parecía un lindo gesto. A veces le preguntaba si estaba muy cansada, pero ella siempre me contestaba que no, que no lo estaba. Aunque yo sabía que eso no era cierto. Y si le decía algo al respecto, Tori simplemente me decía que quería estar conmigo y punto. Que no si iría si yo tampoco lo hacía.

Entonces nuestro tiempo juntas se extendía y las noches que antes me parecían interminables, se acortaban notablemente. Por ella.

El tiempo con ella parecía correr más rápido. Casi siempre acompañado con tres o cuatro golpecitos en la puerta y su voz.

—Taza blanca para mí, taza rosa para ti. Y no discutas el color, porque ambos son preciosos.

Romantizar la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora